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EL TRINCHE CARLOVICH* LLEVA LA ALEGRÍA DEBAJO DE SU PIE, por ALEJANDRO C. TARRUELLA


Toco y me voy.”
Luis Pentrelli
 El Trinche Carlovich lleva la alegría
debajo de su pie,
su estratagema consiste
en no dejarse ver como ahora
cuando anuncian que se fue
en un “toco y me voy” refulgente
porque hay que mirarlo sobre las arboledas
de Tablada, por entre los potreros tristes
que apagan los miserables de los edificios usurarios.
Carlovich le hace entonces
su penúltima gambeta y dice: me voy
como cuando lo llamaron a la selección
y su doble caño dejaba sin voz a los grandes
cuando lo sacaron porque humillaba.
Jugó en Central y tantos otros, sin ruido,
callado como un giro de pelota que va al caño,
lo volvieron a llamar a la selección
 y fue de pesca con amigos.
Jugó por todas partes y desde abajo,
sin ser visto como al trazar un caño
y milongueó de lo lindo en el desierto,
los diarios no contaban su hazaña
por lo que el pueblo tuvo que armar su leyenda;
.
Su vida era alegría y el fútbol grande no comprendía.
Los dictadores no eran de su gusto,
gambeteaba, los sinsabores no eran lo suyo,
gambeteaba, la vida le era un peso inútil, gambetea.
La gambeta para el Trinche, es un modo de filosofar
para que otros crean que te vas cuando apenas permaneces.
Siempre a sus espaldas abandonaba silencios
en donde otros escribían el mito,
el doble caño que no quiso registrar,
la pelota bajo su pie durante diez minutos,
la garganta ahogada de cientos
perdidos en el asombro de su alegría.
Eras el más grande, dijo Diego, y te amuchabas
para compartir el dolor de los del último suelo.
Era demasiado, Trinche, para resistir
a una mirada atónita en el tablón de historia.
“¿Qué es llegar?”, preguntabas si hablaban de fama:
Sabías partir a estar en un mismo lugar.
“No quise alejarme de mi barrio, la casa de mis viejos,
de estar con el Vasco Artola.
Soy una persona solitaria.
Me gusta estar tranquilo, no por mala voluntad”, gambeteabas.
Ahora queda lo que escriben en los ranchos,
en la ciudad, en la isla, en las villas y en el río,
decir que el Trinche se fue es repetir la escena,
una gambeta, doble caño, levantar la cabeza,
hacer la pausa de Menotti y beber silencio
en tanto el próximo jugador baila sin proponérselo
y la tribuna boquiabierta echa una mirada
al cielo y de soslayo, otea la cancha
para describir en el fluir de su impaciencia
tu próxima página en una lágrima.
Ya lo sé, vos la harás una pelota; la echarás a rodar
para engrosar la página que escribe
un ebrio sentimiento desolado
de aliento anónimo y color popular.
Creeme Tomás Felipe: de ahora en más
todo lo que se cuente de vos en más será verdad
como esa gambeta que no se deja ver
y se contará en Rosario con un trago de vino
en la mesa feliz de los desahuciados,
mediocentro y zurda dribleando el corazón como si nada.

Barracas, 9 de mayo de 2020


* La leyenda de Tomás “Trinche” Carlovich, es tan notoria, tan mágica, tan indeleble, especialmente en Rosario, que solo acercarse a ella, emociona tanto como si todos fuéramos futboleros.
En 1974, el Trinche Carlovich jugaba en Central Córdoba, de Rosario. Su magia era increíble, como si toda la ciudad supiera que era un genio, pero había que esperar a que se produjera el hecho rutilante, la fama, el éxito, el pase al exterior. Zurdo, pelilargo. Había surgido en las inferiores de Rosario Central, en donde jugó un solo partido en primera. Luego su prodigio, se mostró en Flandria, Independiente Rivadavia, Deportivo Maipú, NOB, de Cañada de Gómez, y Central Córdoba, de Rosario, en donde jugó durante cuatro temporadas.
Pero el hecho rutilante, el día de fama de Trinche, llegó el 17 de Abril de 1974. La selección nacional de fútbol, dirigida por Vladislao Cap, se preparaba para el Mundial de 1974, en Alemania. Y fue a jugar un partido preparatorio en Rosario. Allí enfrentó a un combinado de Rosario Central y NOB, más algún otro jugador como Trinche Carlovich, que pertenecía a Central Córdoba. Los dirigían Carlos Griguol y Juan Carlos Montes, técnicos de Rosario Central y NOB, respectivamente.
Para la Selección, jugaban Miguel Santoro, arquero; Enrique “Quique” Wollf (hoy periodista en España); Francisco Sá, formoseño; Alberto Tarantini, René Houseman, y Daniel Bertoni, que serían campeones mundiales en 1978. También los célebres Miguel Brindisi, Roberto Telch y Aldo Pedro Poy, entre otros.
Ese día, el Trinche la rompió. Ante 35 mil espectadores, absolutamente descolló, en un partido memorable para todo Rosario, y fue la figura, incluso por encima de sus compañeros de equipo, que eran entre otros Mario Kempes, Mario Zanabria, y Armando Capurro. A poco de comenzar el segundo tiempo, el Trinche fue reemplazado. Su equipo ganaba 3 a 0. Y varios jugadores del equipo nacional, preguntaban quién era ese cinco, tan bueno y desconocido.
Luego de la derrota en Alemania, asumió la DT nacional César L. Menotti. Afirmó una vez sobre Carlovich: “la pelota lo llevaba a él”. Y en 1976, lo convocó al Trinche para la selección. Y no fue. Es parte de la leyenda: ¿rebeldía? Marcelo Bielsa, contó que iba los sábados a la cancha, sólo por verlo al Trinche.
En Febrero de este año 2020, cuando Gimnasia y Esgrima estuvo en Rosario, con Diego Maradona, se produjo el encuentro (¿cumbre?), con Carlovich, quien recibió una camiseta de Central Córdoba, firmada por Diego, que decía: “Al Trinche, que fue mejor que yo”. Genios. Jugadores de élite, aunque el Trinche haya jugado sólo en segunda división, y apenas un puñado de partidos en primera. Se retiró en 1985, con 39 años de edad.
La pelota con el Trinche, seducían. Todo fue historia de una magia. Hasta la semana pasada, cuando andaba en su bicicleta por el barrio Azcuénaga, de Rosario, y lo paró uno de los peores, esos que pretenden hacerse de oro y diamantes. Quiso robarle, y paliza mediante, lo golpeó mucho en su cabeza. Después de dos días graves, el Trinche, falleció a los 74 años de edad. Y dejó una historia de oro y diamantes, que nunca llevarán. Ha quedado mucho. Además, se escribió un libro sobre su vida, una obra de teatro, y ahora el escritor y periodista Alejandro C Tarruella, escribe para CULTURA Y REGIÓN, esta fabulosa poesía, tan justa y oportuna.






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