"La insurrección de 1810 –extendida como un reguero de pólvora por las colonias al sur del rio Bravo-, tomó desde sus primeros años dos caminos divergentes: uno, el de San Martín y Bolívar, que de sur a norte y de norte a sur liberaban pueblos para interconectarlos en un crecimiento hacia adentro que, fiel a su comunidad idiomática, histórica y cultural, los llevase a confluir en una gran nación soberana; el otro, el de las clases sociales de los puertos –Montevideo, Caracas, Buenos Aires, etc.-, que deseaban vincularse cada una de ellas a Europa, creciendo hacia afuera y dando la espalda al interior latinoamericano para convertirse en veinte pequeñas semicolonias de economías monoproductoras y complementarias. Un camino era el de la unión, la soberanía y el crecimiento de las fuerzas productivas. El otro, el de la fragmentación, la dependencia y el atraso." Fuente: Norberto Galasso, 1975. (Fragmento)