1. La producción eficiente de miseria social
La sociedad
de mercado que organiza el derroche de minorías poderosas, es impotente e
inservible para afrontar los dramas humanos fundamentales. Se despedaza y
desordena frente al coronavirus y sus consecuencias. Las economías exprimidas
por la ola neoliberal exhiben sistemas de salud debilitados por su
mercantilización, tabicados, organizados por la lógica de la ganancia y por una
“disciplina” fiscal que solo se aplica a los bienes públicos, al estado y su
acción social y se olvida cuando se trata de favorecer negocios. La desigualdad
obscena se exhibe sin tapujos, hasta lo insoportable. Las diferencias entre
clases sociales, entre el pueblo y los poderosos, entre distintas fracciones de
la sociedad, entre las masas vulnerables carentes de todo y las castas que
desbordan en consumos, están a la vista de cualquiera. La crisis humanitaria de
la pandemia expresa la decadencia de esta Humanidad, sometida al despotismo del
capitalismo real del presente. El reino del "Dios mercado" despoja de
derechos al pueblo. La salud, la educación, la vivienda son ofrecidas a un
universo de “consumidores clientes”, mientras que miles de millones de
excluidos son desprovistos de esos bienes, violando sus derechos, recibiéndolos
sólo en condiciones de deterioro indignos de la condición de personas, o
privados directamente de ellos.
¿La época de
la democracia liberal llegó a su fin? La invocación de derechos civiles, al
amparo de los cuales se edifica la imponencia de un sistema de inhumanidad
flagrante, permite hundir en el despojo a las mayorías a las que incluye
formalmente, para transformarlas en rebaño de una fenomenal concentración
económica. El capitalismo de la financiarización es un régimen de ciudadanía
política vacío de democracia. Un sistema de producción eficiente de miseria
social. Un modo de expropiación moral que surge ahora ante un universo absorto
que contempla como muchas corporaciones y algunas insólitas políticas estatales
se embarcan en un nuevo darwinismo social. Y en nombre de la escasez, que ellos
solos determinan cuando se hace presente, deciden cuántos y quiénes van a
morir.
2. Las vidas desnudas
Del mismo
modo, en relación a la escasez ya no de insumos médicos, sino de lo que juzgan
las grandes empresas que sería la baja de sus ganancias y el deseo de golpear a
una decisión estatal basada en el último eslabón de lo que, si no se protegiera
nada de lo demás, es lo que sobre todo importaría -la vida-, despiden miles de
trabajadores. Un signo funesto, una advertencia al gobierno, un rechazo a la
cuestión moral -el sentimiento último de solicitud, rescate y altruismo sin el
cual la sociedad no existiría-, que dejan de lado con una brutalidad propia de
sociedades sacrificiales, las que inmolan al trabajador, la trabajadora o a las
y los longevos, a los que consideran un detritus. El señor Rocca será muy
culto, tendrá pinacoteca, pero su mirada de desprecio a las vidas desnudas,
traduce el ultraje acostumbrado a todo lo que ponga en peligro la racionalidad
vacía del beneficio corporativo. Queremos una razón vitalista en una economía
social de patrimonialismo público, con un peso decisivo de la intervención
del estado, también en la disposición de sus recursos y empresas estratégicas.
Que en ella se inserten las empresas del porte que sean y con directorios que
tengan respeto a la condición humana. Pues esas serían empresas de otro
carácter. No las dirigirían “muchachos” a los que alguna vez se los debería
intentar convencer tocándoles el corazón. Y si esto no resultara
para devolverlos a la generosidad perdida, hablándoles de antiguas
hidalguías que hubieran podido tener antes del momento en que flaquearon ante
la banca de Luxemburgo. Por eso resulta correcto el rumbo elegido por el
gobierno al disponer la suspensión de los despidos por 60 días para los
trabajadores y trabajadoras de todo el país.
Frente a los
esfuerzos para conjurar la expansión mundial del virus, el gobierno de Alberto
Fernández y Cristina Fernández ha elegido la salud pública como prioridad. Se
la abordó con la decisión de defensa de un bien comunitario. Se decidió su
preeminencia frente al objetivo del crecimiento económico. La vida precede a la
ganancia. La “soberanía del consumidor” no preside la política, sino
la solidaridad social. Mientras la oferta de productos esenciales sigue la
lógica de la decisión estatal, también se subsidia a la población cuyos
ingresos han sido afectados por la cuarentena. Ningún plan de ajuste, ni
compromiso de deuda han constituido una restricción frente a la evidencia del
riesgo sanitario. “Primero la salud”, es una consigna para esta
emergencia, pero debe transformarse en la meta para la Argentina futura. Leamos
estas líneas “Esa salud que, en tiempos de pandemias con ribetes bíblicos,
vuelve a ser un bien comunitario que exige de todos y todas, solidaridad, humanismo
y, sobre todo, compromiso social”. Las escribió Cristina antes de su regreso de
Cuba.
La salud es
importantísima en sí misma, pero también puede ser la síntesis de múltiples
determinaciones, es decir de todos los derechos sociales, a la educación, a la
cultura, a la vivienda, a la alimentación. Derechos que para cumplirse exigirán
cambios de fondo. Los recursos para ello también deberán salir de una necesaria
condonación de deudas soberanas, ya que el poder financiero y los países donde
residen quienes lo detentan, deberán resignar sus acreencias frente a las
calamidades sociales que la pandemia dejará en los países periféricos, siempre
deudores. Así lo han comenzado a reclamar diversos actores de nuestra América
Latina y nosotros sumamos nuestra voluntad y acción a la
iniciativa. La crisis civilizatoria que se ha puesto de manifiesto
con el coronavirus nos acerca la posibilidad de una ruptura definitiva con el
proyecto de “miseria planificada” que denunció Rodolfo Walsh como objetivo de
la dictadura, y cuya herencia cultural y de estructura económica todavía marcan
el presente argentino. La miseria puede ser planificada por los que eligen
quienes tienen que morir, quienes tienen que vivir con limitados recursos,
quienes en condiciones habitacionales degradadas, quienes haciendo de la
colecta de desechos urbanos una forma de trabajo, lo cual muchos hacen con más
dignidad que los señores que deciden el Toma y daca en los directorios, como si
estuviesen sentados sobre una indiferente Rocca.
3. Los movimientos populares argentinos
3. Los movimientos populares argentinos
Los
responsables y sus asociados locales de estas desgracias hacen anuncios que
refieren a impedir que “un problema médico, se convierta en un problema
financiero de larga duración”. Se trata de personas que se sienten amenazadas
porque creen que si se opta por la vida se desoyen los reclamos de las fuerzas
económicas. Al contrario, es en estos momentos en que se debe pensar una
economía al servicio de la sociedad, como tantas veces proclamaron los
movimientos populares argentinos. Solo basta con revisar los orígenes
formativos del peronismo, del yrigoyenismo, del socialismo. De lo contrario
solo expresarían la degradación democrática, de quienes defienden intereses de
los poderes que creen solo suyos, sin comprender la cuestión más profunda,
porque aún el modo exclusivista de la propiedad es un juego social complejo, y
movedizo el que lo otorga. Y las más valiosas formas de propiedad son las que
surgen de las más sensibles consideraciones de la condición humana. Y esta se
revela en el trabajo y el habla, en la creación artística, la vitalidad del
existir y la libertad en toda relación comunitaria. Lo contrario significaría
salir a cualquier costo de la emergencia, restaurando la lógica de la
financiarización y haciendo un pase mágico con el teletrabajo provocando que
millones de personas olviden preciosos legados culturales, y de vida urbana y
social.
El desafío
del gobierno nacional y popular que encabeza Alberto Fernández tiene un decurso
que quedó claramente explicitado en la reciente reunión del G20, que
implicará además una disputa por el futuro de América Latina con quienes en
defensa del statu quo, confunden la disciplina social necesaria para mitigar
los contagios con represión masiva, estableciendo estados de sitio, toques de
queda y orden cerrado. Apelando a las más oscuras reservas de su trágica
memoria de cacerolistas, en los setenta balcones y ninguna flor de la
oligarquía; son el lúgubre recuerdo de la militarización de las ciudades y el
control de fronteras, que no sea el exigido específicamente para preservar del
contagio.
4. Respaldamos al gobierno
democrático y popular
Hacemos un
llamado a respaldar el curso de acción del gobierno argentino, para ayudar a
profundizar su decidido espíritu humanístico y solidario, que
"descuelgue" (como alguien hizo hace años con los cuadros del Colegio
Militar de la Nación) del lugar de lo imposible la ruptura con la
financiarización - el capitalismo de esta época-, y para que se inicie un rumbo
instituyente de radicalidad democrática, igualdad sustantiva y desarrollo
sustentable. En la brega por la participación de nuestra Patria en la
construcción de una Humanidad emancipada del látigo cibernético del reino
financiero.
Es obvio que
la pandemia, es real y su nombre fue emitido desde la terminología oficial de
la Organización Mundial de la Salud que es hoy el único organismo que actúa en
la escala de un universalismo práctico a propósito de una enfermedad a la que
están expuestos altos porcentajes de la población mundial. A partir de aquí,
algunas conclusiones fundamentales. Las marcas anteriores bajo las cuales
vivían las sociedades en su difícil atención a cuestiones básicas de
sobrevivencia, silenciosamente permanecen y hacen su trabajo. Permanece la
distribución desigual de las penurias y las lógicas de la absolutización del
mercado de las grandes empresas. Y estas operan en relación a esos coeficientes
intocados de costo beneficio, sin dejar de pulsar las teclas de las continuas
presiones contra el gobierno de Alberto Fernández.
No dejan de percibirse los indicios de las grandes rutinas de las corporaciones descontentas, pues siguen pensando bajo el esquema rígido de los dividendos extraordinarios. El toc-toc de las cacerolas que ellos instigan contra el Estado no llegará a sus oídos para decirles que bajen sus ganancias extraordinarias y se abstengan de despidos. Son parte -y si no que lo digan- de las derechas mundiales que ven una nueva posibilidad para torcer hacia un militarismo ensoñado, medidas necesariamente rigurosas, que nacen de una autoridad democrática sustentada en un consenso masivo y voluntario. No obstante, aquí reside el problema esencial de la cuarentena: no puede poner entre paréntesis los distintos niveles de desigualdad social. Se evidencian en los lugares ya muy conocidos donde habita la pobreza congénita, los testimonios de vidas vulneradas, donde rigen la desesperación y las economías de la ilegalidad, el hacinamiento sin destino. En estos casos la cuestión requiere una forma de la solidaridad colectiva que tenga en cuenta aspectos de restitución económica con vistas a una futura resolución de la cuestión del trabajo, con el consiguiente desarrollo también de formas cooperativas de la economía popular.
No dejan de percibirse los indicios de las grandes rutinas de las corporaciones descontentas, pues siguen pensando bajo el esquema rígido de los dividendos extraordinarios. El toc-toc de las cacerolas que ellos instigan contra el Estado no llegará a sus oídos para decirles que bajen sus ganancias extraordinarias y se abstengan de despidos. Son parte -y si no que lo digan- de las derechas mundiales que ven una nueva posibilidad para torcer hacia un militarismo ensoñado, medidas necesariamente rigurosas, que nacen de una autoridad democrática sustentada en un consenso masivo y voluntario. No obstante, aquí reside el problema esencial de la cuarentena: no puede poner entre paréntesis los distintos niveles de desigualdad social. Se evidencian en los lugares ya muy conocidos donde habita la pobreza congénita, los testimonios de vidas vulneradas, donde rigen la desesperación y las economías de la ilegalidad, el hacinamiento sin destino. En estos casos la cuestión requiere una forma de la solidaridad colectiva que tenga en cuenta aspectos de restitución económica con vistas a una futura resolución de la cuestión del trabajo, con el consiguiente desarrollo también de formas cooperativas de la economía popular.
Este
capitalismo narcisista, si mira hacia sus espaldas se encontrará en el espejo a
la pandemia; comprenderá que ha caducado. Es la hora de un nuevo humanismo que
dé su grito de nacimiento en medio de la crisis y se disponga a colaborar en su
resolución. Y que en la post pandemia sea un tajo, radical, la despedida audaz
al neoliberalismo depredador , que no está en condiciones de ofrecerle nada
nuevo al mundo.
Entre tanto,
cumplamos ordenadamente las indicaciones de comportamiento social y salud en la
emergencia, dispuestas por el gobierno nacional, orientadas por el mejor deseo
de que la solución nos alcance a todos y todas, no a unos pocos como de
ordinario ha sucedido en situaciones similares.
FIRMANTES POR ORDEN ALFABÉTICO:
Jorge Alemán,
Taty Almeida (Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora), Gustavo Alonso, Alberto
Amato, Leandro Andrini Rocco Carbone, Enrique Arceo, Oscar Balestieri, Jorge
Barbeito, Eduardo Barcesat, Jorge Benedetti, Ana Berezin, Adolfo Bergerot,
Jorge Bernetti, Patricia Berrotarán, Néstor Bolomo, Teodoro Boot, Sergio Boris,
Atilio Borón, Fernando Borroni, Rodolfo Braceli, Diana Braceras, Miguel A.
Brenner, Daniel Mario Brión, Stella Calloni, Estela de Carlotto (Abuelas de
Plaza de Mayo), Víctor Carricarte, Oscar Castellucci, Ana Celentano, Carlos
Cleri, Esther Córdoba, Elena Corvalán, Roberto “Tito” Cossa, Raquel Crespo,
Américo Cristófalo, Rafael Cullen, Pablo Chena, Horacio Chitarroni, Mario A. de
Mendoza Figueroa, David De Vita, Rubén Dri, Marcelo J. Duhalde, Marisa Duarte,
Aldo Duzdevich, Miguel Ángel Estrella, Adolfo Farías, Saúl Feldman, Silvio
Feldman, Abel Fernández, Gabriel Fernández, Gabriela Aurora Fernández, Rodolfo
“Gallego” Fernández, Adriana Fernández Mingrone, Roberto Follari, Walter
Formento, Ricardo Forster, Daniel Freidemberg, Norberto Galasso, Carlos
“Pancho” Gaitán, María Laura Garrigós de Rébori, Ricardo Gené, Horacio Ghilini,
Raquel Gianella, Ricardo Gil, Juan José Giani, Horacio González, Jimmy Herrera,
Liliana Herrero, Lido Iacomini, Cintia Ini, Patricia Isasa, Ernesto Jauretche,
Noé Jitrik, Oliverio Jitrik, Eduardo Jozami, Mauricio Kartun, Alejandro
Kaufman, Paula Klachko, Hugo Kofman, Guillermo Korn, Ecequiel Leder Kremer,
Omar Lobos, Marcelo Lombardero, Ana T. Lorenzo, Damián Loreti, Teresa Lucchini,
Telma Luzzani, Perla Maguid de Carella, Domingo Maio, Elina Malamud, Carla
Maliandi, Juan C. “Koko” Manoukián, Juan Marino, Juliana Marino, Eladio “Tate”
Martínez, Federico Martedí, Tununa Mercado, Renato Miari, Carlos
"Bagual" Molina, Mariano Molina, Víctor Hugo Morales, José Muchnik,
Laura Nasi, Aurelio B. R. Narvaja, Benito Narvaja, Héctor Ariel Olmos, Elvira
Onetto, María Otheguy, Carlos Pafundo, Mónica Peralta Ramos, Justo Pereira,
Pedro Peretti, Tomás Pérez Bodría, Adolfo Pérez Esquivel, Fernando Piana, Mirta
Pipkin, León Pommer, Héctor Poggiesse, Agustín Prospitti, Jorge Rachid, Juan C.
Radovich, Carlos Raimundi, Ana Rameri, Mario Rapoport, Roberto Retamoso, Aritz
Recalde, Néstor Javier Ribotta, Eduardo Rinesi, Alejandro Guillermo Romero,
Eduardo Rosa, Ricardo Rouvier, Oscar Rovito, Carlos Rozansky, Ernesto Salas, Juan
José Salinas, José Sbatella, Silvio Schneck, Verónica Schneck, José Seta,
Alberto Sladogna, Yamila Sladogna, José Slimobich, Ángel Strappazzon, Ester
Szlit, Francisco "Pancho" Talento, Diego Tatián, Jorge CarlosTestero,
Javier Tolcachier, Ramón Torres Molina, Héctor Hugo Trinchero, Santiago Varela,
Ignacio Vélez, Manuel Vicente, Armando Vidal, Carlos Vila, Marcos Alberto Vul,
Claudia Sofía Weiner, Guillermo Wierzba, Daniel Yépez, Elena Zambonini, Vicente
Zito Lema.
ADHESIONES A: humanismoobarbarie@gmail.com
Fuente:
http://www.agenciapacourondo.com.ar/opinion/manifiesto-humanismo-o-barbarie