Llevaba
una lágrima en su mano
Horacio,
maestro de amaneceres
y
guardaba en ella, las otras
las
de las desaparecidas y los desaparecidos,
las
de las derrotas y los encuentros
y
hurgaba en las palabras
para
el reencuentro y la esperanza,
era
un hombre de caminos,
de
sonrisas en el dolor;
descansaba
en los sueños
y
guardaba en el misterio
su
hacer flores de los libros;
y
conversaba con Hernández, Mansilla,
Juanamanuela,
Federico o Alejandra
mientras
ella le cantaba
canciones
del olvido y el presente.
Cuando
partió nos dejó su lágrima en muchas lágrimas
y
ahora las llevamos cada una, cada uno
entre
heridas porque él nos dejó su palabra,
nos
dijo que de allí recogeremos una vez más
la
esquiva esperanza.
Barracas,
22 de junio de 2021
* Escritor, Periodista, Historiador
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