Hace apenas unos días, Alberto Fernández regresó de una gira
europea con buenos resultados. Se diría que Argentina, tiene un buen marco
internacional para salir de la encerrona que le trazan los herederos de Videla
y Martínez de Hoz, encarnados en el neoliberalismo Pro y algunos traidores que
hacen época, nada más. Esa herencia es la que hoy enmarca a la herramienta
Estado a la hora de precisarla para la eficiencia de las medidas que deben
adoptarse. Si Christine Lagarde habló sin pelos en la lengua, de eliminar
población porque así lo requerían los intereses de la globalización, es posible
deducir por qué el rejuntado que los representa en la Argentina, pro de aquí
juntos por el cambio por allá y aliados, se resiste a las vacunas, a contar con
más hospitales (lo expresó a saco – a lo bestia en castellano clásico-, María
Eugenia Vidal), por qué condenan al hambre a médicos, enfermeros, científicos,
etc. Cuando Macri cerró el Instituto Malbrán y puso en la calle a sus
investigadores formados en universidades nacionales, estaba trabajando para que
hoy, el país alcanzara las presentes cifras del desastre. Y esto ocurría con la
globalización en un punto de poder casi inalcanzable.
Recordaba la notable Klein que el sur de Europa fue la “zona
cero de las políticas de austeridad más sádicas” luego de la crisis financiera
de 2008. Se preguntó entonces: “¿Sorprende que sus hospitales, a pesar de tener
atención médica pública, se encuentren tan mal equipados para enfrentar esta
crisis?”. La globalización exigía víctimas. Del mismo modo, Trump designó a su
vicepresidente Mike Pence, Klein lo sindica como artífice del saqueo de Nueva
Orleans después del Huracán Katrina, para atender la crisis del coronavirus. Es
decir, llamó al jefe de los ladrones para atender el banco. En este caso, debía
entregar víctimas cosa que hizo. Estima Klein que el sistema capitalista
“siempre ha estado dispuesto a sacrificar la vida a gran escala en aras de la
ganancia”. Cortito y al pie.
Y ahí están los términos del diferendo. Los neoliberales de
2016 a 2019, precisan mostrar caídos ante el poder mundial. El presidente está
en las antípodas de ese planteo, pero no cuenta con lo que necesita. Avanza en
obtener vacunas, dotar de más hospitales, respiradores, pero la oposición dispara
con una de las armas más seguras de los globalizadores, la irresponsabilidad
como gestión de desgobierno.
Hoy las cosas en América Latina trajinan un horizonte
diferente. Colombia, Ecuador, Perú, Chile, incluso Brasil, expresan el fin del
sistema corporativo político de sometimiento que generaban los Estados Unidos.
En la gira europea de Alberto Fernández, los mandatarios europeos destacaron
que en esa crisis, Argentina aparece dentro de un panorama diferente sin
conflictos sociales pronunciados. En el norte, destacan los mismo y unos y
otros, se preocupan ahora por ayudar a Argentina para que lo social no se
desmadre. Consideran, como en 2001, que, si aquí se pasan a vivir rebeliones
del tipo de Colombia o Chile, el arrastre sobre Sudamérica, puede ser altamente
riesgoso. Argentina tiene una suerte de liderazgo cultural-político en la
región, que incide de modo inmediato y contundente. De manera que hay una idea
común de EE.UU y Europa en torno en que el país debe mejorar sus condiciones.
Esa es una oportunidad para el país.
Llamen a Gildo
Ese país se acabó y hay que tomar nota
para realizar las tareas necesarias y así transformarlos. Se hace necesario un
verdadero federalismo con participación de las provincias no solo en los
discursos, sino en la formulación de las grandes decisiones. Si Insfrán ha
logrado un sistema que tiene efectividad frente al covid, hay que convocarlo
junto a sus colaboradores para que aporten de modo activo sus propuestas para
compartirlas. Así, se iniciará el camino de formular una propuesta de traslado
de la capital, analizar si debe ir a la Patagonia, y generar ámbitos de trabajo
para la recuperación y así, establecer el horizonte federal nacional ya. Ese es
el camino a salir de la crisis del covid y es el mismo, que se necesita para
acabar con las diferencias económicas y sociales, el privilegio de los poderos
y el lujo. Es lujo es la jactancia de los poderosos y un país con justicia
social no lo resiste.
Entonces, federalismo, reforma del Estado, participación del
movimiento obrero organizado, las organizaciones sociales, recuperación de la
salud, la educación, la producción, la cultura, es un asunto que precisa
protagonismos que van desde Río Grande, Río Gallegos, Camarones, Uspallata,
Villa María, Chilecito, Cafayate, Apóstoles, el Impenetrable, Santa Victoria
Este, Abra Pampa y cada lugar del país. No es un asunto del centro para el
centro. El rumbo es de la periferia al centro, como dice el Papa Francisco. Es
imposible hacer el estado del siglo 21 con las formas del que destrozó Videla
en 1976 y retomó Macri en 2016 que pretende dejarnos a Rodríguez Larreta, que
huele a 1930. Hay una crisis, pues entonces vayamos a la oportunidad y
comencemos por erradicar privilegios y tomar decisiones claras en su dirección.
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