Querido pueblo argentino:
Por eso
este 1 de marzo vengo no sólo en cumplimiento de mis responsabilidades
constitucionales, sino también a proponerles que nos tomemos un momento de
reflexión colectiva. Reflexión con las distintas fuerzas políticas aquí
presentes y reflexión con la sociedad argentina toda en circunstancias tan excepcionales
como las que nos tocan vivir.
Hace un
año vine a este Honorable Congreso de la Nación para hablar frente a ustedes y
frente a todo el pueblo argentino. Aquel día, como hoy también, traía la
voluntad inquebrantable de poner de pie un país que había quedado de rodillas y
sumido en el pozo de la desigualdad y la pobreza por las políticas que en los
años previos se habían practicado.
Sólo diez días después de aquel discurso, la Organización
Mundial de la Salud declaró la pandemia del COVID-19, un virus desconocido para
el ser humano, impiadoso para su salud, para el que no teníamos ni vacunas para
prevenirlo, ni remedios para eliminarlo cuando nos atacaba.
En los
días subsiguientes imágenes aterradoras recorrieron el planeta. Europa, Estados
Unidos, el mundo central en pleno, era atacado por ese virus sobre el que nadie
sabía y que era capaz de hacer estallar los sistemas sanitarios y, de ese modo,
entregar a la muerte a cientos de miles de seres humanos.
Se inició
así una crisis global, donde el mundo entero debió aprender sobre la marcha a
enfrentar una situación inesperada y caótica.
Crisis en
la cual el conocimiento científico para abordarla evolucionó y continúa
modificándose.
Crisis que
contó con muy escasos mecanismos de coordinación entre los países.
Crisis
sanitaria que, en el caso argentino, coincidía con un escenario de extrema
debilidad económica y social.
No
estábamos en una situación cómoda. Arrastrábamos una sociedad debilitada por el
hambre y la pobreza, una economía escuálida y endeudada como nunca antes lo
había estado, un sistema de salud quebrado que mantenía cerrado hospitales,
dejaba vencer vacunas y permitía pasivamente la diseminación de enfermedades
que creíamos desterradas. Debíamos enfrentar el incendio sabiendo que otros
habían acabado con el agua.
A pesar de
este panorama vertiginoso y grave, y gracias al aporte solidario de millones de
argentinas y argentinos, pudimos desplegar medidas sanitarias, económicas y
sociales para mitigar el impacto de la inédita calamidad planetaria. Invito a
todas y todos para sentirnos colectivamente reconocidos como sociedad.
La
Argentina pertenece a los numerosos países donde los gobiernos hicieron todo lo
que estaba a su alcance para mitigar la enfermedad y la muerte. Con el trabajo
de la sociedad, de diversas organizaciones e instituciones y del Estado en
todos sus niveles, hemos tenido un logro inmenso en 2020: evitamos que saturara
el sistema de salud. Gracias a ese trabajo colectivo cada persona que lo
necesitó tuvo atención sanitaria.
Tal vez el
espanto de lo que veíamos y el tomar conciencia de lo débiles que éramos, nos
dieron la energía necesaria para hacer frente a tanta tragedia. Desde el primer
día tomamos decisiones y desde el primer día enfrentamos críticas. Primero los
que reclamaban cuidar la rentabilidad antes que la salud. Más tarde los que
negaban la existencia de la pandemia y nos acusaban de ser parte de un complot
universal para mantener encerrada a la gente. Cualquier razón se volvió válida
para incitar banderazos y romper los protocolos impuestos con la sola idea de
deteriorar la credibilidad de un gobierno que convencido buscaba preservar la
salud de su pueblo.
Nuestra
voluntad inquebrantable la tuvimos entonces y también la mantenemos ahora. La
lucha contra las consecuencias del coronavirus ha sido en todo el planeta más
extensa de lo que inicialmente se pensó. Ni un solo día bajamos los brazos. Ni
ante la inclemencia del contagio, ni ante la crítica injusta.
Sin
aislamiento y distanciamiento hubiera habido mayor la velocidad en los
contagios y un sistema de salud que estaba en condiciones de abandono hubiera
colapsado. Cuando los sistemas colapsan, la mortalidad aumenta de manera
significativa.
Este no es
el logro de un Gobierno sino el de una Nación puesta de pie para superar
adversidades.
Trabajamos
en cada decisión con las gobernadoras y los gobernadores de las 24
jurisdicciones, a quienes aprovecho esta oportunidad para brindarles mi más
sincero reconocimiento.
Incorporamos
más de 4.000 unidades de terapia intensiva, lo que implicó un aumento del 47 %
en la capacidad instalada. Construimos 12 hospitales modulares en tiempo
récord.
Nuestros
trabajadores y trabajadoras de la salud dieron un ejemplo en la frontera más
expuesta de la pandemia.
Nuestros empresarios
se movilizaron para brindar asistencia alimentaria de emergencia junto al
Estado, organizaciones gremiales, iglesias y movimientos populares, y para
impulsar la producción argentina de 3.300 respiradores.
Nuestros
científicos se unieron en redes de investigación para producir kits de
detección temprana, barbijos, tratamientos de la enfermedad como es el caso del
suero equino hiperinmune, e innumerables aportes de todas las disciplinas.
Nuestras
Fuerzas Armadas protagonizaron el operativo militar más importante desde la
gesta de Malvinas, para acercar apoyo logístico, humanitario y social en los
barrios más populares.
Las
fuerzas de seguridad federales trabajaron articuladamente con todas las
provincias y jurisdicciones, con niveles de exposición muy elevados.
Nuestros
diplomáticos cooperaron para repatriar a 205 mil personas en los primeros meses
de la pandemia, en el operativo de asistencia consular más grande de la
historia argentina.
Las
universidades hicieron una veloz transición hacia la enseñanza virtual,
organizaron el voluntariado en diferentes zonas del país, contribuyeron a
procesar tests y, articulando con el CONICET, produjeron contribuciones
científicas muy relevantes.
Ante la
necesidad de suspender las clases presenciales –situación que también se
verificó en 190 países- el gobierno nacional y las 24 jurisdicciones
desplegaron recursos educativos en soporte digital, papel, televisivo y radial,
para estudiantes, familias y docentes.
Se
implementaron medidas para acompañar a quienes contaban con tecnología y
conectividad, así como a quienes, en contextos de vulnerabilidad o aislamiento
geográfico, necesitaban otras opciones.
Así, el
compromiso de los equipos docentes y directivos, el esfuerzo de estudiantes y
la dedicación de las familias, fue inmenso.
Sé muy
bien que puede resultar difícil valorar aquello que no sucedió. Es difícil
porque las consecuencias más graves que evitamos obviamente no se ven. Salvo
que hagamos memoria y comparemos nuestra experiencia con las imágenes
tenebrosas que llegaron desde otros países.
Para todas
estas argentinas y estos argentinos que han desplegado su corazón al servicio
de los demás, les pido por favor que brindemos un sentido aplauso, para que se
sienta nuestro reconocimiento a lo largo y ancho del país.
En este
tiempo, personalmente, he sufrido con cada fallecimiento. Para mí quienes
perdieron la vida en la pandemia nunca fueron números o estadísticas. Siempre
fueron seres humanos, con historias personales y afectos. Otra vez, manifiesto
aquí mi acompañamiento para quienes han perdido un ser querido.
Mientras
el trabajo común nos convocaba a millones, debimos enfrentar a esos mismos
sectores que pretendieron desmoralizar al ciudadano medio hablando también de
la ausencia de una estrategia económica.
Aquel
reproche fue y es definitivamente inmerecido. Junto al cúmulo de medidas
sanitarias, fuimos también capaces de impulsar medidas económicas y de
protección social para paliar los efectos de la inédita calamidad que
atravesábamos.
Dispusimos
en marzo el congelamiento de los precios de alimentos, bebidas, productos de
limpieza e higiene personal.
Decretamos
la creación del Ingreso Familiar de Emergencia que consistió en tres pagos de
$10.000 que alcanzó a más de 9 millones de personas. Nunca en la historia
argentina se había creado una política de ese alcance.
Suspendimos
los cortes de los servicios públicos por falta de pago en los segmentos
vulnerables de la población.
Prohibimos
los despidos sin causa o por fuerza mayor. La doble indemnización ya regía
desde el 13 de diciembre de 2019.
Creamos el
programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción. El 70 % de
quienes son empleadores en Argentina recibieron asistencia del Estado a través
del pago del salario complementario a sus trabajadoras y trabajadores,
préstamos subsidiados y/o reducción o postergación de las cargas patronales. El
99,5 % de las empresas asistidas fueron PyMES.
En el marco del ATP también creamos
una línea de crédito a tasa cero por hasta $150.000 para las y los trabajadores
independientes formales (monotributistas y autónomos). A las y los trabajadores
del sector cultura, les dimos un plazo de gracia de 12 meses.
Para
atender la demanda alimentaria de la población más vulnerable multiplicamos el
suministro de alimentos en la red de comedores comunitarios y escolares, en
articulación con las provincias, los municipios y las organizaciones sociales.
Se dieron refuerzos de la Tarjeta Alimentar, la AUH y la jubilación mínima.
Creció más del 400 % el crédito inicial programado destinado a políticas
alimentarias.
Además,
con el programa ProHuerta apoyamos a 610 mil huertas familiares, escolares y
comunitarias.
En agosto
decidimos ampliar el alcance de la moratoria establecida por la Ley de
Solidaridad Social y Reactivación Productiva.
Pusimos en
marcha el Plan Argentina contra el Hambre, con el despliegue de la Tarjeta
Alimentar que a fines de 2020, alcanzó a más de 1,5 millón de familias con
niñas y niños de hasta 6 años o con discapacidad. Además, concretamos la
entrega de medicamentos gratuitos a las y los jubilados del PAMI, que alcanzó a
un universo de más de 2,6 millones de personas que, en promedio, tuvieron un
ahorro mensual de $3.500 per cápita.
Preservamos el ingreso de jubiladas y
jubilados aumentando sus haberes y otorgándoles bonos adicionales. Lo mismo
hicimos con titulares de asignaciones y asalariados de menores ingresos en
relación de dependencia. A todos ellos se les congelaron las tarifas de los
servicios públicos.
El fluido
diálogo social entre las organizaciones sindicales y empresariales permitió el
año pasado que casi la totalidad del empleo asalariado encuadrado en convenios
tuviera los aumentos salariales establecidos por la paritaria 2020.
Después de
los tres pagos, el IFE fue reemplazado por un conjunto de políticas sostenidas
en el tiempo más focalizadas en la población más afectada. Ampliamos la AUH a
una parte importante de las niñas y los niños; reforzamos la Tarjeta Alimentar,
la AUH y la jubilación mínima; con la Ley de los 1.000 días incrementaremos la
asistencia durante el embarazo y la primera infancia.
Estas
políticas amortiguaron una parte del impacto de la pandemia. Sin embargo,
durante el segundo trimestre de 2020 se registró la menor circulación y así
asomó el impacto más severo sobre el nivel de actividad económica.
Durante el
primer semestre del 2020 la pobreza aumentó 5,4 puntos porcentuales (de 35,5% a
40,9%). Es una situación grave, que vamos a revertir. En esta crisis inmensa la
pobreza creció menos que entre 2017 y 2019, cuando subió de 25,7% a 35,5%.
Reducir el impacto en todo lo que
fuera posible fue nuestra decisión política. Las políticas sociales aplicadas
han evitado que 2,7 millones de personas cayeran en la pobreza y que 4,6
millones quedaran atrapadas en la indigencia.
La
enumeración de todo lo anterior de ninguna manera expresa un sentimiento
triunfalista. Somos conscientes de que esta batalla aún no terminó. Entre fines
del año pasado e inicios de este, diversos países experimentaron el impacto de
una segunda y tercera ola de la enfermedad, con distintas mutaciones del virus.
Por eso, insisto: el problema no está resuelto. Nos hemos cuidado y debemos
seguir cuidándonos colectivamente.
Nada es
sencillo en un mundo con tanta incertidumbre y con escasez de insumos críticos.
El
gobierno argentino dialogó y dialoga con diferentes empresas y países que
fabrican vacunas. Facilitamos la realización de ensayos clínicos de gran
envergadura en nuestro territorio.
Argentina
y México, producimos juntos la vacuna de Oxford/AstraZéneca para todo el
continente latinoamericano.
Participamos
en COVAX, el fondo para la provisión organizada y solidaria de vacunas
promovido por la Organización Mundial de la Salud.
Desde
fines de diciembre estamos recibiendo, a un ritmo menor al que acordamos
contractualmente, dosis de la vacuna SPUTNIK V. En febrero recibimos vacunas de
AztraZéneca y en los últimos días un millón de dosis de la vacuna Sinopharm, de
China.
Sabemos
que hay dificultades en la producción de vacunas. Pero conocemos muy bien las
dificultades que atraviesa el mundo por la escasez y por el egoísmo.
Lamentablemente, hay una realidad. Hoy el 10 % de los países acapara el 90 % de
las vacunas existentes.
Seguiremos
trabajando incansablemente y seguiremos consiguiendo las vacunas para cumplir
nuestros objetivos.
Hemos
iniciado el mayor operativo de vacunación de la historia argentina. Vamos a
avanzar semana a semana en nuestro plan de vacunación.
En ese
Plan hay prioridades muy claras. Las reglas se deben cumplir. Si se cometen
errores, la voluntad de este Presidente es reconocerlos y corregirlos de
inmediato. Cuando se dijo que aquellas reglas habían sido transgredidas, me he
encargado de recabar la información pertinente. Aún cuando en lo personal me
causaran mucho dolor, tomé las decisiones que correspondían.
Ningún
gobierno de la tierra se puede arrogar el privilegio de no cometer errores,
pero todo gobierno sensible sí tiene la obligación de corregir esos errores
para desterrar cualquier indicio de privilegio o falta de solidaridad.
Sobre esto deseo ser claro: no llegué
a la Presidencia para ser sordo a las críticas bien intencionadas. Como tampoco
llegué a la Presidencia para dejarme aturdir por críticas maliciosas que
responden a intereses inconfesables de poderes económicos concentrados, que en
ocasiones buscan sembrar la fractura, la polarización y discordia entre el
Pueblo Argentino, profundizando las heridas que como sociedad cargamos.
Para que
tanto esfuerzo no haya sido en vano, es imperioso que todos hagamos un análisis
introspectivo de lo que hasta aquí nos ha ocurrido. Debemos ser capaces de
contemplar la dimensión real de esta crisis para poder construir el futuro a
través del diálogo y el acuerdo.
Los
acuerdos exigen respetarnos. La pirotecnia verbal solo nos aturde y nos
confunde. A lo largo de este año algunos sectores se han esforzado por generar
incertidumbre y desánimo lanzando petardos cargados de falacias.
Cuando
debimos aislarnos en nuestras casas para recuperar los hospitales públicos que
habían sido abandonados, firmaban solicitadas acusándonos de haber impuesto una
“infectadura”. Muchos circularon incansables por medios y redes sociales
blasfemando contra la vacuna elaborada por el Instituto Gamaleia. “Que se la
apliquen a sus votantes”, bramaba alguno de ellos. Otros fueron más allá y nos
acusaron penalmente por envenenar a la población cuando dispusimos la
aplicación de la vacuna. Todos ellos, poco tiempo después y para el asombro
colectivo, alzaron sus dedos acusadores reclamando que el supuesto “veneno” que
suministrábamos era insuficiente.
El primer
análisis introspectivo que esos sectores deberían hacer, tendría que pasar por
una cuidada observación del tiempo en que tuvieron en sus manos la gestión del
gobierno. Verán así, como todas sus políticas condujeron inexorablemente a
estrepitosos fracasos. Yo aún guardo la esperanza de que algún día hagan un mea
culpa, entierren el odio que cargan y ayuden a levantar los cimientos del país
que han derrumbado.
También
albergo el deseo que, como antes dije, quienes tras el disfraz de la
objetividad preservan intereses de poderes económicos concentrados, adviertan
el daño que están haciendo en la misma sociedad en la que dicen querer
desarrollarse.
Quiero
decirles sinceramente que no habrá campaña o presión que me haga claudicar en
mi empeño por otorgarle racionalidad y sensatez al debate de los problemas
argentinos.
A quienes
señalan errores de buena fe, les agradezco de corazón la oportunidad que nos
brindan de hacer mejor nuestro gobierno. No somos infalibles.
A quienes
sistemáticamente bombardean a esta gestión sin la mínima objetividad, les
reconozco la perseverancia, pero les recuerdo que por ese camino no van a
lograr su propósito.
No dejaré
por un instante de trabajar para ser el Presidente de una Argentina unida, sin
dejarme arrastrar por ningún tipo de provocación, provenga de donde provenga.
Una
Argentina unida no es una utopía inalcanzable.
Dios me ha
dado la fortaleza suficiente, como para que esas acciones y palabras no me
desalienten. Cuando más profunda fue la crisis y cuando más arreciaron las
críticas arteras, más se templó mi espíritu. Se muy bien que la inmensa mayoría
de nuestro pueblo sabe que vamos en camino de recuperarnos y de reconstruir
este país. Con diversidad, con más y mejor democracia, con participación social
y ciudadana, vamos a lograr nuestros objetivos.
El año
2020 constituyó el periodo de menor circulación global de personas, con una
caída significativa del comercio mundial, una contracción muy pocas veces vista
del Producto Interno Bruto en casi todos los países y un aumento de la pobreza
global. El Banco Mundial sostiene que como consecuencia del COVID-19 la pobreza
extrema aumentará en el planeta por primera vez en más de dos décadas.
En el
mundo, políticas fiscales expansivas y merma de los ingresos tributarios, han
provocado un fuerte incremento de los déficits fiscales y de la deuda pública.
El FMI prevé un aumento promedio del déficit fiscal global de 8 puntos
porcentuales del PIB con respecto a 2019 y un aumento de la deuda pública
global a un nivel récord cercano a 100 % del PIB.
Uno de los
desafíos que tenemos en Argentina es poder distinguir, por un lado, aquellos
fenómenos económicos y sociales que son el resultado de procesos globales, como
la pandemia, de aquellos otros que son el resultado de decisiones de política
económica que se han tomado aquí.
Ya en 2018
la Argentina fue sumergida en una nueva y profunda crisis en la balanza de
pagos, en una grave recesión, en una caída de los niveles de actividad y de los
ingresos reales y en un aumento notorio del desempleo, la pobreza y la
indigencia. Como si esto fuera poco, cuando el país perdió el acceso al
financiamiento internacional, el gobierno anterior solicitó el préstamo más
grande de la historia del Fondo Monetario Internacional. Los U$S 44.000
millones de dólares recibidos por Argentina se esfumaron antes que asumamos
nuestras funciones en diciembre de 2019.
Permítanme
reflexionar junto a ustedes sobre este tema puntualmente.
Con
firmeza y esfuerzo, hemos logrado la renegociación de la tóxica deuda externa
privada. La estrategia fue aprobada por este Congreso de la Nación, acompañada por
el conjunto de los gobernadores, y respaldada en su negociación por los
empresarios, representantes sindicales y la mayor parte de los movimientos
sociales.
Este
logro, permitió que Argentina se vea favorecida con un ahorro de 34.800
millones de dólares entre el período 2020-2030.
La
voluntad del país en su conjunto ha sido terminante. Es imperioso que todos
afirmemos nuestro compromiso de no permitir nunca más que se genere un
endeudamiento asfixiante a partir de la toma de crédito irresponsable.
Quiero
agradecer muy especialmente el apoyo que recibí de líderes y lideresas del
mundo para lograr ese objetivo. Y el apoyo que continúan dando para resolver
otros desafíos pendientes.
Sin
embargo, el problema no ha concluido. Aún nos queda por resolver nuestra deuda
con el Fondo Monetario Internacional.
Se trata
de un endeudamiento singular por los montos y por los plazos de repago.
A una
Argentina en absoluto default, el Fondo Monetario Internacional le adjudicó un
préstamo de 55.000 millones de dólares. De esa cifra se desembolsaron 44.000
millones de dólares que solo sirvieron para facilitar la salida del mercado
financiero argentino de capitales especulativos con la absoluta anuencia de las
autoridades de entonces.
Ese monto
adeudado, según lo acordado por el gobierno que nos precedió, debe ser pagado
en cuatro años. Este año, la deuda a pagar es de 3.826 millones de dólares. En 2022
esa cifra aumenta a 18.092 millones de dólares. El año subsiguiente el monto
asciende a 19.186 millones de dólares. Recién en 2024 el pago de la deuda se
cancela abonando 4.921 millones de dólares.
Me he
permitido remarcar estas cifras para que cada argentino y cada argentina
comprenda la magnitud del problema que han creado quienes nos precedieron en el
gobierno.
Ahora
sabemos también, por boca del mismísimo presidente del Banco Interamericano de
Desarrollo, que en sus días de director del Fondo Monetario Internacional en
representación de la administración Trump, impulsó el otorgamiento de semejante
préstamo para favorecer al entonces presidente Macri en la búsqueda de su
reelección.
Endeudar
al país de ese modo, permitir que los recursos que ingresaron solo hayan
posibilitado la más asombrosa fuga de divisas que nuestra historia registra y
que la toma de semejante crédito haya sido resuelta entre gallos y media noche,
sin intervenciones jurídicas y técnicas previas, con total irresponsabilidad y
a espaldas de este Congreso Nacional, no puede ser visto de otro modo que no
sea una administración fraudulenta y una malversación de caudales públicos como
nunca antes habíamos registrado.
Nuestro
país ya conoce lo que es estar endeudado. Conoce lo que nos costó “ser parte
del primer mundo”. Conoce también que fue el “blindaje” y que fue el
“megacanje”. En todos los casos aparecen los mismos actores que se repiten con
el correr de los años. En todos los casos, los mismos privilegiados que medran
con la crisis. En todos los casos las mismas victimas, argentinas y argentinos
expulsados a la marginalidad de la miseria.
Para que
pongamos fin a las aventuras de hipotecar al país, es necesario que endeudarse
no sea gratis y que los responsables rindan cuentas de sus actos y dejen de
circular impunes dando clases de economía en el país y en el mundo.
Por eso,
he instruido a las autoridades pertinentes para que formalmente inicien
querella criminal tendiente a determinar quienes han sido los autores y partícipes
de la mayor administración fraudulenta y de la mayor malversación de caudales
que nuestra memoria registra.
La inquietud que aquí nos planteamos
también parece ser compartida en el seno del mismo Fondo Monetario
Internacional. Hemos sabido que la Oficina de Evaluación Independiente del
organismo, identificó nueve propuestas de investigación entre las cuales está
la “política de acceso excepcional” a créditos, destacando un “caso
particularmente difícil como la Argentina”.
Por ese
motivo, instruí que todo lo que sea objeto de denuncia e investigación en
nuestro país sea puesto en conocimiento de la Oficina de Evaluación antes
mencionada.
La
historia da cuenta de que hemos sido nosotros los que desendeudamos a nuestra
Patria y en esta hora somos nosotros los que queremos liberarnos de la deuda
que otros han tomado. No elegimos el camino de incumplir. Preferimos plantear
con firmeza esta realidad que responsabiliza a quienes fueron nuestros
gobernantes pero que ha tenido responsables también en el mismo organismo
internacional de crédito.
Menciono
todo lo anterior con espíritu tan constructivo como realista. Sería importante
que quienes han sido responsables en el pasado reciente de sumir a la Argentina
en esta tragedia de endeudamiento brutal, reconozcan sus errores y, al menos,
tengan sobriedad a la hora de pontificar sobre los diferentes temas económicos
y sociales que aquejan al país.
Una deuda
tomada por un gobierno irresponsable que obtuvo un crédito otorgado en su favor
por motivos absolutamente políticos, merece una revisión y un tratamiento
adecuado a la hora de su renegociación.
Tanta mala
fe de los tomadores del crédito y tanto desdén de funcionarios políticos de un
organismo multilateral por privilegiar a un gobierno en la coyuntura, no puede
ser visto como un caso más. Quiero advertir a todos que el acuerdo al que
finalmente lleguemos con el Fondo Monetario Internacional será el resultado
también del análisis de todos los tópicos que aquí se han mencionado.
Seguiremos
nuestras negociaciones con total conciencia y con la firmeza que siempre hemos
demostrado. No queremos apresurarnos. Apuro por acordar tienen los pícaros de
siempre. Nuestro gobierno el único apuro que tiene es el de poner de pie a la
producción y al trabajo para poder mejorar la situación de millones de familias
argentinas que han quedado sumidas en el pozo de la pobreza.
Dije al
asumir, que en mis prioridades antes que nada estaban los últimos. Nada ha
cambiado en mi. No va a haber ningún ajuste que otra vez recaiga sobre las
espaldas de nuestro pueblo. Gracias al acuerdo logrado con los acreedores
privados, este año la Argentina se liberó de pagar 12.500 millones de dólares.
Si quieren buscar quien paga el costo de ordenar la economía, encuentren allí
la respuesta.
Nuestras
negociaciones con el Fondo Monetario Internacional seguirán adelante, en un
marco de respeto y tratando de arribar a buen puerto. El diálogo ha sido hasta
aquí muy constructivo. Hemos recibido muestras de apoyo tanto de la comunidad
internacional como de los miembros del G-20.
La
renegociación de las condiciones del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional
incorporará nuevas perspectivas macroeconómicas y un entendimiento común de las
necesidades específicas de la economía local.
No hay más
lugar para ajustes recesivos. El programa que se acuerde con el Fondo será
enviado al Congreso Nacional para garantizar la sostenibilidad y la
transparencia como políticas de Estado.
Hemos
aprobado la Ley que establece que todo endeudamiento en moneda extranjera, bajo
ley externa y con prórroga de las jurisdicciones deberá tener el aval del Poder
Legislativo. Esto permitirá que nunca más el Poder Ejecutivo pueda endeudar al
país de espaldas a la sociedad y sin consultar al Congreso de la Nación.
Todo el
trabajo hecho por tranquilizar y ordenar nuestra economía, nos permite liberar
recursos del Presupuesto Nacional 2021 para poder financiar las políticas
públicas que pongan a la Argentina de pie.
Este es un
punto de partida fundamental para alcanzar el objetivo primordial de
tranquilizar a la economía e impulsar la producción y el empleo.
La Obra
Pública ha sido prioritaria y lo será más aún en 2021. Al inicio de nuestra
gestión encontramos el 70 % de las obras paralizadas. Reactivamos 270 obras
públicas sin favoritismos ni exclusiones porque creemos en la Argentina Unida.
Hoy
tenemos más de 1.000 obras en ejecución en las 24 jurisdicciones y llevamos el
Plan Argentina Hace a cada rincón del país con el que alcanzaremos los 2300
municipios con obras de ejecución rápida y de mano de obra local.
Hay obras
en ejecución viales, hídricas, de agua potable y saneamiento, de
infraestructura social, patrimoniales, sanitarias y de seguridad.
Estas
obras pueden observarse y controlarse en la web porque llevamos adelante una
gestión de cara a la gente y abierta a la participación ciudadana.
Con el
Plan de Modernización del Transporte Ferroviario estamos reconstruyendo el
sistema de pasajeros en distintos lugares del país. El ferrocarril es una
herramienta extraordinaria para acercar comunidades.
Hemos
impulsado acuerdos internacionales por un financiamiento de 4.695 millones de
dólares, destinados a la reactivación de las líneas de carga Belgrano, San
Martín y Tren Norpatagónico. Esto generará 28.500 puestos de trabajo
distribuidos en 14 provincias.
El tiempo
personal de los argentinos es un patrimonio que queremos defender. Lograremos mejorar la infraestructura del
transporte para reducir la espera de los pasajeros. Nuestro plan contempla la
construcción, refacción o ampliación de decenas de terminales de ómnibus en 17
provincias. También incluye obras en 37 aeropuertos de las 24 jurisdicciones
que conforman la Argentina.
Con el
propósito de coordinar el uso estratégico de nuestros ríos creamos el Consejo
Federal de la Hidrovía, y vamos a instituir una agencia nacional en la que
estén representadas todas las provincias del litoral para participar primero
del proceso licitatorio y para controlar después el efectivo cumplimiento de
las obligaciones del nuevo concesionario de la Hidrovía Paraná-Paraguay, algo
que nunca ocurrió hasta aquí.
Que cada
familia tenga un techo sigue siendo un objetivo a cumplir. Por eso lanzamos el
Plan Casa Propia-Construir futuro, cuya finalidad es alcanzar a fin del año
2023, 264.000 soluciones habitacionales en todo el territorio nacional.
La
vivienda construida por el Estado, es básicamente un acto de reparación y
justicia social, no solo por su calidad constructiva si no a través de cuotas
accesibles en el marco de un sistema solidario, que garantice el recupero de la
inversión estatal a la vez que genere un fondo que lo haga sustentable.
Un
problema estructural de la Argentina que debemos reparar es la falta de
federalismo. Una prioridad del gobierno nacional ha sido, desde el inicio de la
gestión, gobernar junto a quienes gobiernan nuestras provincias y trazar
lineamientos para un federalismo que genere un territorio y un país más
igualitarios. Un país central opulento que contrasta con un norte empobrecido y
una Patagonia postergada no es definitivamente un país justo. Debemos poner
todos nuestros esfuerzos para eliminar las asimetrías que esta realidad exhibe.
Ese equilibrio territorial es
fundamental para una agenda de desarrollo, con más producción y empleo.
Nuestro
enfoque federal de las políticas públicas se estableció a través de tres
orientaciones que guían la relación entre el gobierno nacional y las
provincias. Previsibilidad y coordinación, trato igualitario, y apoyo a las
áreas geográficas y los sectores sociales más postergados.
En enero
de 2020 se sancionó un nuevo Consenso Federal que inició el camino para la
recuperación fiscal de los gobiernos provinciales. En ese marco, las
transferencias a través de los Aportes del Tesoro Nacional aumentaron 400 %
respecto del año 2019.
Aprobamos
la Ley de Capitales Alternas y la consiguiente creación del Programa Gabinete
Federal. Es decir, la obligación de que miembros del gabinete nacional se
reúnan una vez por mes fuera de la Ciudad de Buenos Aires en alguna de estas
capitales alternas, pudiendo atender in situ los problemas de cada lugar.
Con
perspectiva federal también se impulsaron el programa de infraestructura
turística “50 Destinos” y el programa “Clubes en Obra” que alcanzó a más de
1.000 clubes de barrio en todo el país.
Todas
nuestras políticas están definidas por este enfoque federal.
Para superar el desequilibrio
territorial es necesario rediseñar la concentración que existe. La próxima
etapa de avance económico tiene que potenciar más polos productivos y llevar el
dinamismo a todas las regiones. Aún anhelo que cada argentino y cada argentina
encuentre en la tierra en la que nace todas las condiciones necesarias para
poder desarrollarse y ser feliz.
Esto es
parte del Plan de Desarrollo Federal que hemos trabajado con gobernadoras y
gobernadores, incluyendo medidas que interesan a más de un gobierno provincial.
Estas diez
iniciativas son:
1)
la extensión universal de la conectividad digital,
2)
la promoción de la inversión privada;
3)
las obras que faciliten la salida de la producción argentina a
través de puertos chilenos sobre el Océano Pacífico, en particular las
vinculadas con el corredor bioceánico Noa-Centro,
4)
la actualización del Acuerdo Federal Minero,
5)
la solución de los problemas de infraestructura y regulatorios que
impiden la explotación de tierras aptas para el cultivo en distintas zonas del
país,
6)
la extensión de la red de gas natural en zonas del norte y del sur
en las que la dificultad de acceso a este recurso detiene la actividad
productiva,
7)
el impulso a la extracción y transporte de los recursos
hidrocarburíferos del yacimiento de Vaca Muerta,
8)
la continuidad del Plan Gas que lanzamos en 2020,
9)
el desarrollo de fuentes de energía hídrica, eólica y solar y
10)
el impulso a la construcción de puertos tanto fluviales como
marítimos.
Para que
todas esas iniciativas se hagan realidad, es imperioso que la Obra Pública tome
un impulso que en los años previos no tuvo.
La inversión pública se redujo desde el 2,7 % del PIB en el año 2015 al
1,1 % en el año 2019. En 2020 comenzó una recuperación que en 2021 alcanzará el
2,2 % del PIB.
Creemos en
una economía con ética, al servicio del desarrollo humano integral. Ninguna
sociedad se desarrolla en un ámbito en el que unos pocos progresan mientras
millones quedan postergados por la falta de infraestructura social. Así se
desequilibró esta Argentina en la que el centro despliega su riqueza mientras
el norte y el sur solo lo observan a la distancia.
El
fortalecimiento del mercado interno constituye un eje clave para acelerar la
recuperación de la producción y el empleo.
Para
estimular la reactivación del consumo el gobierno nacional amplió el Programa
Ahora12 —creado en 2014 para fomentar el consumo de artículos de fabricación
nacional— y se generaron nuevos beneficios.
El impulso
al consumo no solo revitaliza la actividad comercial, sino que también estimula
a la industria nacional que fabrica los bienes y el empleo asociado a la misma.
Para
apoyar la actividad turística afectada por la pandemia realizamos el programa
PreViaje, estímulo a la demanda para reactivar el turismo nacional. Esto generó
un fuerte incentivo a la demanda y permitió motorizar la facturación de un
sector que tuvo paralizada por la pandemia su actividad durante prácticamente
todo el año 2020.
Con la
misma lógica promovemos el financiamiento productivo y la inclusión financiera
de las PyMEs.
Las tasas
de interés, que eran impagables en 2019, las redujimos para que fueran
accesibles. Es imposible crecer sin créditos razonables a la Pymes. Aumentamos
el crédito a la producción un 73 % en 2020.
Para que
la economía crezca sostenidamente y se eviten crisis en el sector externo por
falta de divisas, es fundamental exportar más y producir en la Argentina bienes
y servicios que hoy se importan. Aprovecharemos al máximo nuestra capacidad
instalada para favorecer la producción local de los mismos y promoveremos
nuevas instalaciones si con eso logramos sustituir importaciones.
Estamos potenciando particularmente
las exportaciones de mayor valor agregado. Por eso, redujimos los derechos de
exportación a la producción industrial. El nuevo diseño de retenciones premia
el agregar valor. Menos retenciones para mayor elaboración del producto. En el
caso de la economía del conocimiento, se eliminaron totalmente las retenciones
a las exportaciones.
También
redujimos las retenciones a las exportaciones de las economías regionales para
impulsar el desarrollo federal exportador.
Incluso en
pandemia, dimos pasos que vamos a redoblar para enfrentar los desafíos
estructurales de la economía argentina.
La
inflación es la principal evidencia de nuestras deficiencias.
La
inflación es un problema multicausal. Debemos abordarlo de modo integral, con
políticas macroeconómicas consistentes y sostenibles. Y con diálogo social que
permita estructurar acuerdos de mayor alcance.
Durante
2020 pudimos reducir en 18 puntos la inflación que heredamos en 2019.
Fue un
primer paso para revertir la tendencia ascendente que se había registrado en
2018 y 2019.
Hemos recuperado las capacidades de
fiscalización, que habían mermado durante la gestión que nos precedió. Pusimos
en marcha una normativa destinada a aplicar la Ley de Abastecimiento, porque no
podíamos permitir que faltaran los alimentos y los artículos esenciales en la
mesa de las argentinas y los argentinos. Se realizaron 35.000 inspecciones en
todo el país y se aplicaron multas por $ 125 millones.
En enero
de este año, en cuanto se detectaron algunos faltantes, tuvimos una rápida
reacción que llevó a la imputación de 11 empresas en el marco de la Ley y
respetando los procedimientos administrativos vigentes.
Nuestro gobierno cuida y seguirá cuidando la
mesa de las familias argentinas. No es posible que como sociedad caigamos una y
otra vez en el viejo sistema donde algunos amasan fortunas especulando con los
precios y los consumidores retroceden en su capacidad de comprar.
Debemos
hacer que los salarios crezcan y los precios se estabilicen. El sistema
capitalista fracasa en el mismo instante en que los que consumen son expulsados
del mercado. Ninguna sociedad crece empobreciendo a los que viven de un
salario.
Hemos
iniciado una mesa de concertación de precios y salarios junto al sector
empresario y sindical. El diálogo va a contribuir en el proceso de
desinflación.
Planteamos
un debate abierto donde cada sector esté dispuesto a contribuir en beneficio
del conjunto. Porque nadie se salva solo. Y porque en este contexto, es central
coordinar esfuerzos para que el salario le gane a la inflación.
Estamos
proponiendo un abordaje integral para resolver el problema. Ello incluye el
programa macroeconómico plasmado en el Presupuesto 2021, la coordinación de
precios y salarios y los programas específicos como Precios Cuidados.
Creemos en
el diálogo, pero quiero dejar en claro que el diálogo de ninguna manera
significa que el Estado resigne sus potestades legales, menos cuando hablamos
nada más y nada menos que de cuidar el alimento y el desarrollo de nuestro
pueblo.
Para que
el desarrollo social ocurra, es necesario que la generación de trabajo sea la
principal política social.
Para
nosotros la recuperación de los ingresos reales constituye un elemento
fundamental para el crecimiento. Esa recuperación es un objetivo prioritario
para 2021.
El nuevo
plan Potenciar Trabajo hoy alcanza a 820 mil titulares. Los beneficiarios
cobran la mitad del salario mínimo y se vinculan con el mercado laboral formal.
Sólo con ese programa generaremos otros 300.000 puestos de trabajo en los
sectores de mano de obra intensivos.
Crearemos
un Programa para acercar al sector productivo a las y los jóvenes de 18 a 24
años que terminaron sus estudios básicos y necesitan insertarse en el mundo del
trabajo.
Vamos a sumar 30.000 jóvenes para que
se capaciten y lleven adelante prácticas laborales en 10.000 PyMEs de todo el
país. Vamos a dar asistencia técnica e incentivos a las empresas para impulsar
la contratación formal de esos jóvenes.
También
avanzaremos con la urbanización de barrios populares. En 2021 serán 400
barrios. Necesitamos que esa acción se mantenga a lo largo de por los menos una
década. Estamos frente a la posibilidad real de tener una política de Estado,
como ya lo es la Asignación Universal por Hijo, que se puso en marcha bajo la
presidencia de Cristina Fernández de Kirchner.
Las
políticas de cuidado de la primera infancia son una prioridad. Es una necesidad
de las familias de los sectores populares y, especialmente, de las mujeres.
Vamos a generar 800 jardines en todo el territorio nacional.
Vamos a
intensificar la articulación de todas las políticas sociales para reconstruir
la movilidad social ascendente y generar un nuevo horizonte de ciudadanía.
Honorable Congreso:
Nuestro
compromiso es irrenunciable: comenzar por las últimas y los últimos, para
llegar a todas y todos.
Todas las
medidas adoptadas que hemos reseñado, han sido fundamentales para iniciar una
recuperación, que está siendo más veloz de lo que pensábamos hace unos meses.
Gracias a
esas políticas y a esta creciente capacidad de producir con Covid-19, nuestro
sector industrial viene teniendo una recuperación notable. El último diciembre
de 2020 estaba un 4,5 % por encima del mismo mes de 2019. La construcción
creció en el mismo período el 6,3 % y el comercio 10,7 %.
En enero
de 2021 se consolidó esa tendencia. Esto impacta en el empleo formal. La
industria ya recuperó todos los empleos perdidos por la pandemia y ya estamos
por encima de diciembre de 2019. Por eso, la recaudación tributaria nacional
comenzó a mejorar en términos reales significativamente en los últimos 5 meses.
Antes
hablé de mi vocación por hacer que los ingresos de los que trabajan crezcan y
rindan más. Por eso proponemos incrementar los montos del mínimo no imponible
para el impuesto a las ganancias.
Recuperar
el salario medio en la Argentina es un desafío que debemos asumir en este
tiempo de recuperación económica. Por eso quiero pedirle a este Honorable
cuerpo legislativo que apure el tratamiento de la ley que facilita la reducción
del impuesto a las ganancias en los salarios. Si lo hacemos, mas de un millón
doscientos mil argentinos quedaran liberados de pagar ese tributo. Quienes
trabajan y quienes se han jubilado se beneficiarán con ello recuperando así su
capacidad de compra.
También sé que muchos trabajadores y
trabajadoras monotributistas se han perjudicado por el parate que significó la
pandemia después de los años recesivos que la precedieron. Es necesario que
este Congreso se avoque a tratar la ley que re categoriza y otorga moratorias a
más de trescientos cincuenta mil monotributistas. Eso es darle mejores
condiciones para reponerse y seguir con sus tareas.
En este
camino, deseo destacar especialmente otro logro colectivo.
Tenemos una
ley de economía del conocimiento aprobada con amplio consenso, como eficaz
política de Estado. Esto también demuestra que no es una utopía ingenua pensar
en acuerdos de largo plazo, perdurables, entre todos los sectores del país.
Es
prioritario para la Argentina integrarse a las cadenas globales de valor a
través de la tecnología 4.0.
Este año
presentaremos 6 proyectos de ley destinados a dinamizar la estructura de
crecimiento que abordan nuevos desafíos tecnológicos y productivos. También son
una convocatoria a la unidad nacional y productiva, para establecer los pilares
de un gran Proyecto Nacional de Desarrollo e Inclusión Social.
Los
proyectos de Ley son los siguientes:
1.
El mundo avanza hacia vehículos eléctricos con baterías de litio o
el uso del hidrógeno verde. Argentina debe ingresar paulatinamente en este
sendero. Implementaremos incentivos tanto en la incorporación de movilidad
sustentable como de la producción en el país de ese tipo de vehículos y su
cadena de valor, que comienza en el litio.
2.
Luego de un año de trabajo con los actores de la cadena
automotriz, empresarios fabricantes de autos y autopartes, trabajadores y el
gobierno, llegamos a un acuerdo para este proyecto de ley que incluye dos
grandes capítulos: a) incentivos fiscales para la inversión; b) la creación del
Instituto de la Movilidad. La ley facilitará la realización de inversiones por
más de US$ 5.000 millones de dólares.
3.
El cannabis tiene propiedades de gran utilidad con fines
medicinales e industriales. La industria mundial del cannabis medicinal
triplicará su volumen de negocios en los próximos 5 años. El proyecto prevé la
utilización del cultivo exclusivamente con fines de industrialización para uso
medicinal e industrial.
4.
Vamos a proponer mejoras para fortalecer las compras nacionales de
medicamentos; la elevación de márgenes de preferencia para empresas nacionales,
hasta 20% para el caso de PYMES; y promover nuevas herramientas como las compras
públicas para la innovación, estimulando al sector privado para proveer
soluciones creativas a problemas de gestión pública.
5.
Hemos trabajado durante 2020 con el Consejo Agroindustrial
Argentino en iniciativas destinadas a fortalecer la inversión para agregar
valor, aumentar la producción y las exportaciones. Vamos a promover la
inversión agroindustrial con incentivos impositivos y previsibilidad para
estimular las inversiones en el sector, generando más empleo y valor agregado.
6.
Vamos a promover la industria hidrocarburífera mediante el envío
de una ley que aborde en forma integral al sector, desde su extracción hasta su
industrialización, y genere las condiciones para el desarrollo de los recursos
energéticos que tiene el país en beneficio de los argentinos y las argentinas.
La
política energética es clave para asegurar el desarrollo del país. Tenemos que
trabajar para recuperar el autoabastecimiento y generar las condiciones para
que todos los argentinos y todas las argentinas tengan acceso a la energía en
forma eficiente. Podemos convertirnos en un exportador de energía a nivel
regional y mundial. Nuestros países vecinos son demandantes de energía que
nosotros podemos abastecer en forma competitiva.
Tenemos
los recursos: Vaca Muerta es la segunda reserva de gas del mundo, un
combustible clave en el marco de la transición energética que los países
impulsan para minimizar los efectos del cambio climático.
Sabemos
cómo hacerlo. YPF lidera del desarrollo de la producción hidrocarburífera en el
país y hoy sus proyectos son competitivos a nivel mundial.
De esta
manera, vamos a agregar más valor en la cadena y favorecer un mejor balance de
divisas.
El
desarrollo energético queremos que favorezca a los usuarios de energía.
Entre 2016
y 2019 el aumento de las tarifas de luz y de gas se convirtieron en un
verdadero martirio para los argentinos. Las empresas productoras,
transportadoras y distribuidoras obtuvieron cuantiosas ganancias que en muchos
casos acabaron en el bolsillo de los accionistas sin que el Estado les exigiera
un plan de inversiones para sostener la calidad de los servicios.
Si
siguiéramos con el sistema de Revisión Integral Vigente que heredamos del
anterior gobierno, el gas debería haber aumentado un 80 % en octubre de 2019 y
debería aumentar un 130 % en abril de este año. La electricidad, por su parte,
debería aumentar un 168 % en el próximo mes de abril.
Particularmente
me comprometí en campaña a poner fin a semejante despropósito. Desde el día que
llegué y hasta hoy mismo, he ordenado el congelamiento de tarifas. He cumplido
mi palabra. Ahora llega el momento de regularizar el sistema tarifario que
estuvo congelado todo este tiempo.
He dicho
una y mil veces que las tarifas deben corresponderse con las necesidades y
capacidades de nuestra gente. Mi objetivo final es poder lograr tarifas
diferenciales según la capacidad patrimonial de quien recibe el servicio. El
propósito último es que los subsidios del Estado solo amparen a los que lo
requieren.
Las
tarifas deben ser justas, razonables y asequibles, permitir la sustentabilidad
productiva y la justicia distributiva. La pesadilla de tener que decidir entre
alimentarse o pagar los servicios públicos, la incertidumbre permanente de no
saber cuánto “iba a venir de luz y gas” ha llegado a su fin.
La
conformación de ese nuevo cuadro tarifario va a demandar meses. Hasta tanto
podamos formular una nueva Revisión Tarifaria Integral creo importante marcar
un sendero en el precio de las tarifas de luz, gas y otros servicios para el
próximo año.
A tal fin,
enviaré al Congreso Nacional un proyecto de ley que declare la emergencia de
servicios públicos y regulados con el objetivo de desdolarizarlos
definitivamente y adecuarlos a una economía en la que los ingresos son en
pesos.
Queremos
que los costos fijos que representan esas tarifas en millones de familias
argentinas, repercutan cada vez menos en el poder adquisitivo de cada una de
ellas.
De ese
modo, lograremos que los servicios no se vuelvan un problema para argentinos y
argentinas y que se preserve la sustentabilidad macroeconómica que hemos
delineado en el presupuesto nacional que ustedes han aprobado.
Hay otro
tipo de sostenibilidad que también nos importa mucho: es la climática. Por eso
estamos absolutamente comprometidos con los principios establecidos en el
acuerdo de París.
Estamos
seguros que el desarrollo del futuro será verde o no va a ser.
Asumimos una política activa de
promoción de la economía circular que incluye un plan de inversiones para
erradicar basurales a cielo abierto, mejorar la disposición final de los
Residuos Sólidos Urbanos y las condiciones de trabajo de los recuperadores urbanos.
Consensuamos
con todas las provincias mecanismos de gestión que permitan movilizar los
recursos económicos del Fondo Nacional para el Enriquecimiento y la
Conservación de los Bosques Nativos.
Se
impulsará la creación de nuevos parques nacionales en seis provincias para
preservar la biodiversidad.
Todo lo
anterior será posible si y solo si ponemos a la educación como una gran
prioridad de la Argentina Unida.
Recibimos
un país que, en cuatro años, había desinvertido de manera sistemática en la
educación, con una caída de más del 30 % del presupuesto educativo nacional. A
finales de 2015, alcanzamos el 6,1 % del PIB en inversión educativa de la
Nación y de las 24 jurisdicciones. Al concluir 2019, dicha inversión descendió
a 4,9 %.
Con
semejantes políticas, perdieron las familias argentinas, perdieron nuestras
niñas y nuestros niños, perdieron nuestros docentes. Perdimos todos y todas.
Porque es el diálogo y los grandes acuerdos nacionales los que permiten hacer
de la educación una política de Estado y no solo una acción de gobierno.
Restituimos
la Paritaria Nacional Docente para avanzar en la recuperación del salario.
Se había abandonado la política de
modernización digital de nuestras escuelas. Una acción que había logrado el
reconocimiento internacional con la entrega de más de 5 millones de
computadoras.
Sabemos
que este año nos esperan grandes desafíos. Y estamos preparados para
enfrentarlos.
Sin salud
no hay presente y sin educación no hay futuro. Garantizar el futuro de justicia
social, de oportunidades, bienestar y dignidad que nuestro pueblo merece,
requiere de fuertes decisiones en la educación.
Quiero
convocarlas y convocarlos a la construcción de un gran Acuerdo Federal por la
Igualdad Educativa. Para mejorar nuestro futuro es condición sine qua non
mejorar nuestra educación.
Iniciamos
este año con uno de los más significativos incrementos presupuestarios de la
educación argentina en estos casi 40 años de vida democrática. Mi objetivo es
recomponer al final de mi período presidencial el cumplimiento de la meta de la
Ley de Financiamiento Educativo.
Este
presupuesto educativo tiene un incremento del 672 % en infraestructura y
equipamiento; del 571 % en el Plan de inclusión digital; del 230 % en formación
y capacitación docente; del 130 % en Educación Técnica; de más del 173 % en las
Becas ProgresAR, con las que ampliaremos más del 50 % el número de estudiantes
beneficiados.
Ampliaremos
exponencialmente la inversión y la distribución de netbooks llegando a más de
500 mil computadoras. Del mismo modo, desarrollaremos un ambicioso programa de
formación docente que permitirá ampliar las oportunidades de actualización y,
especialmente, mejorar las competencias digitales de nuestras y nuestros
docentes.
Avanzaremos,
además, en la creación de una nueva Ley de Financiamiento Educativo,
recuperando la importante experiencia de la Ley creada durante el gobierno de
mi siempre recordado Néstor Kirchner.
Retomaremos
la convocatoria a debatir una nueva Ley de Educación Superior.
En estos
días ha recomenzado o recomienza el ciclo escolar en todo el país. Abren nuestras
escuelas. Vuelven las clases presenciales que hacían tanta falta. Más un 1
millón 400 mil docentes se reencuentran con más de 14 millones de alumnas y
alumnos en los casi 60 mil establecimientos educativos de todo el país. Sepan
que yo estaré con cada una y con cada uno de ustedes, trabajando por la
Argentina que soñamos. Una Argentina que hace de la educación la plataforma de
su futuro de justicia e igualdad.
Otro tema
clave para un desarrollo integral es la conectividad. La pandemia mostró más aún
su relevancia. Establecimos el carácter de servicios públicos esenciales en
competencia de los Servicios de las Tecnologías de la Información y las
Comunicaciones y suspendimos los incrementos de precios hasta el 31 de
diciembre de 2020. Ahora, el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM) debe
autorizar cualquier aumento. Creamos la Prestación Básica Universal ampliando
derechos para que todos y todas puedan acceder a estos servicios esenciales.
No voy a
permitir que el negocio de unos pocos sea a costa de postergar a millones de
argentinos. Nunca debemos permitir que eso ocurra.
En
articulación con la empresa ARSAT, en el mes de septiembre se lanzó el plan
nacional “Conectar”. Estamos trabajando para reducir la brecha digital y
universalizar el acceso a los servicios en tecnologías de la información y la
comunicación y a las conexiones de banda ancha en todo el territorio nacional.
Retomamos
nuestro plan satelital, que fue abandonado durante la gestión de anterior, para
conectar más a los argentinos y a las argentinas.
Seguiremos
desarrollando la red federal de fibra óptica, que es la red pública más
importante de América Latina. Ya estamos trabajando para multiplicar por 10 la
potencia de nuestra red para que los argentinos y las argentinas estén más y
mejores conectados.
Cada vez
son más los gobiernos provinciales y municipales que se digitalizan.
Apoyamos
el desarrollo de registros civiles digitales, accediendo en línea a la
información y documentación registral, la expedición de partidas y constancias
de hechos vitales digitales, y esperamos este año que más de 100 trámites de
diferentes organismos sean 100% digitales.
Vamos a
implementar el DNI electrónico a través de un nuevo documento tarjeta con chip
favoreciendo su tramitación (al igual que el pasaporte) en forma remota. Al
mismo tiempo, seguiremos mejorando el otorgamiento de certificados de
pre-identificación para facilitar el acceso al DNI en los sectores más
vulnerables.
La
inversión en ciencia, innovación y desarrollo, es crucial para la recuperación
del crecimiento y su sostenibilidad. Este año más que duplicamos los recursos
destinados en 2019.
Aumentamos
el número de ingresos de investigadoras e investigadores y personal técnico al
CONICET, el número de becas doctorales y postdoctorales, y recompusimos los
estipendios de las becas.
Promulgaré
la Ley de Financiamiento del Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación que
garantiza el incremento progresivo y sostenido de su presupuesto en la próxima
década.
La
Comisión Nacional de Actividades Espaciales puso exitosamente en órbita el
“SAOCOM 1B”, el segundo satélite argentino de observación de la tierra que se
lanza al espacio. Junto al “SAOCOM 1A” permitirá prevenir, monitorear, mitigar
y evaluar catástrofes naturales o antrópicas.
Continuaremos
priorizando el Plan Satelital e impulsaremos el Plan Espacial Nacional
2021-2030
Relanzamos la iniciativa Pampa Azul
para promover el conocimiento científico, el desarrollo tecnológico y la
innovación productiva en el Atlántico Sur, ejercer de modo efectivo la
soberanía nacional en los espacios marítimos argentinos.
Querido Pueblo Argentino:
La seguridad
es un derecho democrático y el Estado tiene la obligación de trabajar
incansablemente para garantizarlo.
Le hemos
devuelto al Estado nacional su función primordial en la investigación criminal
como respuesta ante el delito complejo y como política de prevención. Las
grandes organizaciones criminales terminan resquebrajando el tejido social. Por
eso, perseguir con firmeza al crimen organizado es la mejor forma de atacar la
inseguridad que sufre la población.
Estas
políticas han dado resultados significativos: se detectaron más delitos que
causan daños directos en la economía, a través de su impacto en la
alimentación, la producción, la exportación y la importación. Y se han logrado
reducir.
En la
política de drogas priorizamos la desarticulación de las organizaciones
criminales dedicadas al narcotráfico y no la política de persecución del
consumo que regía previamente. Incrementamos un 40 % el decomiso de kilos de
marihuana respecto de 2019.
Con el Programa de Fortalecimiento de
la Seguridad aportamos Fuerzas Federales en Buenos Aires e invertimos $3.000
millones de pesos para trabajar conjuntamente con la Provincia de Santa Fe en
la prevención y reducción del delito.
El trabajo
de seguridad resulta impracticable bajo las condiciones de abandono y maltrato
que recibieron las y los trabajadores de las fuerzas federales. Decidí revertir
la deuda salarial histórica de esas fuerzas. Además, dispuse una inversión
material y humana en la reparación y compra de herramientas de trabajo
modernas, en la puesta en valor de lo recuperable y en el trabajo para el
bienestar y protección de las y los trabajadores de la seguridad.
Por otro
lado, hemos sido inflexibles ante los casos de violencia institucional y hemos
devuelto a las fuerzas federales al paradigma de derechos que le corresponde a
nuestra democracia.
Seguimos
trabajando para una seguridad democrática y una seguridad moderna. Las fuerzas
federales tienen funciones muy claras. No serán utilizadas para carreras
políticas ni para espectáculos mediáticos. Las fuerzas federales son auxiliares
del Poder Judicial. Las fuerzas de seguridad no son juezas de la sociedad.
En todo el
proceso de ampliación de derechos hemos dado prioridad a los derechos de las
mujeres y las diversidades. Para reducir desigualdades económicas y salariales,
hemos impulsado distintas iniciativas para el desarrollo profesional de las
mujeres y diversidades apuntando a la igualdad en el ámbito productivo.
Por
primera vez, elaboramos un presupuesto nacional con perspectiva de género.
Además, establecimos el cupo laboral travesti trans en la Administración
Pública Nacional.
Avanzamos
en la implementación de la Ley Micaela en toda la Administración Pública
Nacional.
Aprobamos
por ley la ratificación del Convenio 190 de la OIT contra la Violencia Laboral.
Cumpliendo
con la palabra que empeñé, promulgué la Ley que autoriza la Interrupción
Voluntaria del Embarazo y la Ley de los 1.000 días.
La
Argentina logró el primer puesto en el ranking mundial de la ONU de países con
políticas de género en el contexto de la pandemia COVID-19.
Quiero
detenerme un momento en la cuestión de la violencia de género, un delito
intolerable que afecta a las mujeres y las diversidades.
Quiero
proponerles que convirtamos a la lucha contra la violencia de género en una
política de Estado y una política de la sociedad. Lo hicimos con “Memoria,
verdad y justicia”. Ahora vamos a hacerlo también con la intolerancia a estas
violencias.
Por eso,
decidimos acciones muy concretas dentro del Plan contra las Violencias por
motivos de Género 2020-2022:
Pusimos en
marcha el Programa AcompañAR para la asistencia integral a mujeres en riesgo
por situaciones de violencias de género.
Ampliamos
las capacidades y modernización de la Línea 144.
Creamos el
Consejo para la Prevención y el Abordaje de femicidios, travesticidios y
transfemicidios.
Continuaremos
por este camino en 2021 con el Plan Nacional de Igualdad en la Diversidad para
reducir las brechas de género.
Iniciaremos
la construcción de 14 Centros Territoriales en distintas provincias del país
para abordaje integral de las violencias por motivos de género.
Ya
incrementamos un 50 % la entrega de dispositivos duales de supervisión,
monitoreo y rastreo de víctimas y agresores de violencia de género.
Presentamos
al Congreso Nacional el Proyecto para la creación de un Sistema Integral de
Cuidados y consolidación del Mapa Federal de cuidados.
Pondremos
en marcha el Programa de Acceso a Derechos para personas en situación de
violencia, que contará con equipos interdisciplinarios que asistan y acompañen
a mujeres y diversidades en todo el territorio nacional.
Vengo a
proponerles construir un gran consenso en la sociedad argentina contra la
violencia de género, por una sociedad más igualitaria.
La
práctica judicial ha sido deficitaria en los procesos relacionados con
violencia de género. Esta realidad implica la necesidad de modificar aspectos
estructurales del sistema de justicia actual que han demostrado ser ineficaces
para atender a las mujeres que se acercan a él en pedido de ayuda.
La reforma
del Poder Judicial en su más amplia dimensión también es una demanda
impostergable de la sociedad en su conjunto.
Quisiera
que en mis críticas al sistema judicial nadie vea rencor ni voluntad de
favorecer a alguien. Hablo como lo que soy. Un hombre que se ha criado en el
mundo del derecho, que enseña a respetar la institucionalidad de la República y
la vigencia de los valores democráticos.
Yo anuncié
mi convicción de la necesidad de cambiar el funcionamiento del sistema judicial
el mismo día en que asumí mi cargo.
Empecé mi
presidencia interviniendo la Agencia Federal de Inteligencia y prohibiendo que
cualquier agente del organismo se vincule a cuestiones de seguridad interna o
estrictamente judiciales.
Esperaba
que con eso se iniciara un derrotero que echara luz en los sótanos de la
democracia de los que entonces hablé. Pero lamentablemente no fue así.
El Poder
Judicial de la Nación está en crisis. Es el único poder que parece vivir en las
márgenes del sistema republicano. Sus miembros (jueces, fiscales, defensores y
demás funcionarios) disfrutan de privilegios de los que no gozan ningún miembro
de la sociedad.
Ningún
magistrado ni funcionario judicial paga hoy el impuesto a las ganancias que si
tributan millones de trabajadores y funcionarios del sector público y privado.
En el caso
de los miembros de la Corte Suprema, acceder a la declaración jurada de sus
bienes es virtualmente imposible.
La relación
corporativa que los vincula, ha permitido que muchos de ellos permanezcan en
sus cargos más allá del tope de edad que la Constitución impone.
Admito que
lo dicho me genera un espontáneo malestar. Pero se vuelve casi un tema
secundario ante el tenor de los hechos llamativos que día a día asoman en el
mundo judicial y que de modo muy cuidadoso los grandes medios de comunicación
ocultan.
En la Argentina
de hoy, hay un fiscal procesado por delitos tan severos como el espionaje
ilegal de ciudadanos o el de extorsión que sigue en funciones como si nada de
esto lo afectara. A él no se le aplica aquella doctrina que recomendaba la
detención preventiva de personas cuando su “poder residual” pudiera afectar la
investigación. Es cierto. Su poder no es residual. Está vigente.
También
observamos como sale a la luz un perverso sistema en el que se entremezclan
jueces, fiscales, pretensos espías y reconocidos periodistas para hacer un
seguimiento ilegal de personas detenidas y para montar extorsiones judiciales.
Todo se sabe y todo sigue transcurriendo como si nada pasara.
Algún
miembro de este Congreso Nacional detectó la visita de jueces de la casación al
entonces Presidente Macri, justamente días antes de dictar sentencias contra
sus opositores políticos y solo una voz aislada de ese tribunal se alzó
reclamando explicaciones. El resto lo amparó bajo el manto del silencio.
En este
año también hubo decisiones judiciales llamativas. Como un per saltum que le
asignó extrema gravedad al traslado de dos jueces ignotos.
Todas
estas dudas, que se mezclan con otras en las que se confunden arrepentidos bien
pagos con fiscales y jueces que los avalaron, me obligan a reflexionar sin
tapujos sobre el modo como hoy está funcionando la institución judicial en el
marco de nuestro Estado de Derecho.
Viendo
todo esto, y con el solo propósito de mejorar la calidad institucional de la
República, quiero pedirle al Congreso con muchísimo respeto que asuma su rol de
control cruzado sobre el Poder Judicial. Así lo prevé nuestra Constitución
Nacional. Institucionalmente, alguien debe ocuparse de ver lo que ha ocurrido y
ver lo que está ocurriendo en la administración de justicia de nuestra
república. No para interferir en sus decisiones, si no para que sirva
cumpliendo el rol que el Estado de Derecho le ha asignado.
Hace años,
mucho antes de ser Presidente, que vengo advirtiendo estos desvíos en la
Justicia que no acaban en los hechos de mayor trascendencia pública. Se
extienden a amparos que duran años antes de ser resueltos. En concursos
comerciales que demoran décadas. En eternos reclamos laborales o previsionales.
En detenciones preventivas innecesarias y en excarcelaciones improcedentes. En
femicidios que se consuman sin que muchos jueces y fiscales hagan lo necesario
para impedirlos.
Vivimos
tiempos de judicialización de la política y politización de la justicia, que
terminan dañando a la democracia y a la confianza ciudadana porque todo se
trastoca. Asistimos a condenas mediáticas instantáneas y sin posibilidades
serias de revisión. Sufrimos la discrecionalidad de los jueces expresada en
demoras inadmisibles de procesos judiciales que afianzan el clima de impunidad.
Padecemos la manipulación de decisiones jurisdiccionales en función de
intereses económicos o partidarios que conducen a medir los hechos con
distintas varas.
Con el
propósito de comenzar a revertir esta situación, elevé hace un año un proyecto
de ley que reformula el funcionamiento del fuero federal. La medida obtuvo
media sanción por parte del Senado. Aspiro a que la Honorable Cámara de
Diputados aborde el tema, lo debata y lo apruebe. Con eso estaríamos dando un
primer paso en favor de mejorar la administración de justicia.
También la
Cámara baja tiene para su tratamiento una reforma a la ley que reglamenta
aspectos vinculados a la selección del titular del Ministerio Público. Sería
muy importante que ese proyecto se trate para regularizar de una vez por todas
ese órgano que la constitución instituye.
Fuera de
ello, en ocasión de presentar aquellas reformas al fuero federal, convoqué a
una Comisión de Juristas de las más diversas procedencias, solicitándoles una
serie de recomendaciones acerca de posibles transformaciones del poder
judicial. Recibí un informe extenso y diverso, con múltiples análisis y aportes
más que constructivos, que agradezco profundamente.
De todas
esas propuestas quiero expresarles hoy que en el curso de este año legislativo
propondré algunos proyectos que emanan de se magnífico aporte.
El primero
de ellos tiene que ver con el funcionamiento del recurso extraordinario ante la
Corte Suprema de Justicia da la Nación.
Propondremos
reformas a efectos de establecer la exacta competencia del máximo tribunal
consistente en la revisión de la constitucionalidad de las normas aplicadas en
sentencias. Propiciaremos también que las cuestiones vinculadas a lo que
jurisprudencialmente se ha denominado “arbitrariedad” sean exactamente
definidas para acabar con la discrecionalidad que hoy se observa.
Con el
mismo fin, elevaremos un proyecto de ley que reglamente adecuadamente el
artículo 280 del Código de Procedimientos Civil y Comercial.
En segundo
término, enviaré a este Honorable cuerpo legislativo un proyecto de ley que
reformule el funcionamiento del Consejo de la Magistratura, como órgano
constitucional que debe optimizar todo el proceso de selección y capacitación
de los jueces en la Argentina. Este es un reclamo que la Corte Suprema de
Justicia viene sosteniendo hace años.
Debemos
despolitizar ese ámbito, para que los mejores y más capaces magistrados,
lleguen a ocupar sus funciones sin condicionamientos, sin favores a devolver y
sin la contaminación con los poderes corporativos o políticos.
Quiero
anunciarles también que consultaré con los señores gobernadores de nuestras
queridas provincias, en aplicación del artículo 125 de la Constitución
Nacional, nuestra idea de promover la creación de un Tribunal Federal de
Garantías que tendrá competencia exclusivamente en cuestiones de arbitrariedad
y al que se podrá llegar por vía del recurso extraordinario. De ese modo, la
Corte Suprema de Justicia de la Nación podría circunscribir su competencia a
aquella temática que la Constitución Nacional expresamente le ha dado.
Finalmente,
propiciaremos el establecimiento del juicio por jurados para la sanción de
aquellos delitos graves que se cometan en el ámbito federal. Estaremos
cumpliendo así con una cláusula de la Constitución Nacional de 1853 que nunca
se hizo operativa a nivel federal.
De lograr
avanzar en esa idea, será el pueblo, constituido en jurado popular, quien con
todas las garantías constitucionales podrá dictar su veredicto de inocencia o
culpabilidad ante las conductas criminales que se sometan a su consideración.
Vengo a
decirle al país con firmeza y convicción, que en esta hora histórica, urge
reinstalar la confianza en nuestras instituciones.
Garanticemos
el acceso a la justicia de cualquier ciudadano.
Terminemos
con las condenas o absoluciones en función de una preferencia o presión de
factores de poder.
Digamos
basta a la dilación de causas en función de conductas extorsivas.
Pongamos
fin al laberinto de procesos opacos tramitados a espaldas de la sociedad.
El Pueblo
Argentino, a través del juicio por jurados, tendrá en sus manos la inmensa
tarea de contribuir a recuperar la credibilidad en una real Justicia.
Toda
reforma en este ámbito en la Argentina debe verificarse a través del pleno
respeto a los derechos humanos, como pilar central de nuestra identidad como
Nación.
En 2020
recuperamos el rol del Estado en las políticas de Memoria, Verdad, Justicia y
las Políticas Reparatorias.
Se
triplicó en un año la presentación de querellas de todo el período 2015 –
2019.
Se
reestableció la entrega del premio anual “Azucena Villaflor de Devincenti”,
instituido en el año 2003 por el expresidente Néstor Kirchner.
La
Constitución de 1994 estableció derechos claros para los pueblos originarios.
En 2020 hemos avanzado en resolver más de 50 situación de reconocimiento de
posesión que establece la ley 26.160. Este año enviaremos el proyecto de
renovación de esa ley e iniciaremos la reparación histórica que establece la
manda constitucional. Reconocemos a todas las voces e identidades que
convivimos en Argentina.
Una
Argentina soberana necesita cuidar su espacio marítimo, aéreo y terrestre.
Requiere proteger sus recursos naturales y estratégicos. Potenciar sus
desarrollos científicos y tecnológicos. Debe contar con Fuerzas Armadas al
servicio de la Patria, consustanciadas con la democracia, instruidas,
solidarias y con vocación de servicio.
Hemos
incorporado al salario del personal militar, en actividad y retirado, la
totalidad de los suplementos no remunerativos que estaban judicializados y
solucionamos un problema que existía desde hacía más de 30 años.
Mantenemos
viva la memoria y el honor de la y los 44 tripulantes del submarino ARA San
Juan. Otorgamos el ascenso post mortem al grado inmediato superior para toda la
tripulación del submarino ARA San Juan y se envió al Congreso un proyecto de
ley indemnizatorio.
La ley del
Fondo Nacional de la Defensa promulgada en 2020 prevé por primera vez un Fondo
específico para financiar el reequipamiento de las FFAA que impulsa el desarrollo
de la industria nacional de la defensa con creación de puestos de trabajo. Este
Fondo permitirá la sustitución de importaciones, el desarrollo de proveedores y
la inserción internacional de la producción local de bienes y servicios
orientados a la defensa.
La
industria para la defensa es estratégica para el desarrollo del país y
fuertemente multiplicadora de la actividad económica.
Argentina
es el país que mayor presencia ininterrumpida tiene en la Antártida y el que
más bases posee. Con protocolos ante la pandemia se está cumpliendo la
operación logística y de apoyo para la permanencia efectiva en territorio
antártico en la Campaña Antártica de Verano 2020-2021 para abastecer y relevar
las dotaciones.
Las
políticas de Estado rinden sus frutos. El Mercosur es un ejemplo de ello. El 26
de marzo, bajo la Presidencia Pro Tempore de la Argentina, festejaremos los 30
años del Tratado de Asunción, que fue la piedra basal para nuestra integración,
la que permite una convivencia cordial y productiva con los vecinos y permite
que, juntos, podamos negociar mejor en el mundo.
En la
apertura de sesiones del año pasado he planteado que es prioridad de nuestro
gobierno reivindicar la recuperación de la soberanía en las Islas Malvinas,
Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes, como
así también la defensa de los recursos naturales en el Atlántico Sur.
Quiero
agradecer a este Congreso la aprobación por unanimidad de los tres proyectos de
ley que enviamos para avanzar en la defensa de nuestra soberanía.
Con la
ampliación de la Plataforma Continental, resultado de otra verdadera política
de Estado llevada adelante durante más de 20 años, dejamos en evidencia la real
extensión de la soberanía argentina en el Atlántico Sur. Ahora podemos ser más
estrictos en la persecución de la pesca ilegal.
De aquí en
más, un Consejo Nacional sobre las Islas Malvinas plural e interdisciplinario,
permitirá delinear estrategias de mediano y largo plazo.
Esto nuevamente demuestra que un país unido no
es una utopía inalcanzable.
Nuestra
estrategia de desarrollo concibe una Argentina bicontinental que va de La
Quiaca al Polo Sur. Una Argentina que está dispuesta, de la mano de América
Latina y de la gran mayoría de los países del mundo que en el 2020 han vuelto a
apoyar nuestra posición en todos los organismos multilaterales, a mantener
nuestro firme reclamo al Reino Unido para la reapertura del diálogo bilateral
por la soberanía en los términos que plantean las Naciones Unidas.
Reiteramos:
no hay lugar para el colonialismo en el Siglo XXI. Las Malvinas fueron, son y
serán argentinas.
Con
nosotros, en el plano internacional, los derechos humanos también volvieron a
ser política de Estado. Estamos orgullosos de nuestra política fraterna hacia
el Estado Plurinacional de Bolivia. Jamás reconocimos al régimen ilegal surgido
de un golpe de Estado contra Evo Morales. Le dimos cobijo al presidente
constitucional derrocado, y a otros hermanos y hermanas que corrían peligro de
muerte. Hoy vemos con mucha alegría que Bolivia recuperó su vida democrática.
Somos un
país solidario. Con México dimos impulso a la Comunidad de Estados de
Latinoamérica y el Caribe, la CELAC, que será el marco para la distribución de
vacunas a precio accesible. Nuestro presente y nuestro futuro es con la Patria
Grande. Queremos una América Latina unida.
Dos veces
propuse en las cumbres del G-20 un Pacto de Solidaridad Global y un Fondo
Humanitario para hacer frente al impacto del coronavirus. Cuando nuestro
gobierno reclama más multilateralismo, piensa en nuestro pueblo y en los otros
pueblos.
Un mundo
con vacunas para pocos será un mundo más injusto y más violento.
He tenido
la oportunidad de dialogar con las máximas autoridades de muchos países.
Necesitamos aunar voluntades para comprender que ningún país se salvará solo de
la pandemia.
Construimos
relaciones serias con las grandes potencias y los grandes bloques, como los
Estados Unidos, China, Rusia, Medio Oriente y la Unión Europea. Dejamos atrás la política de sumisión y
fotos. Consolidamos un idealismo realista y un pragmatismo que no olvida los
valores. Buscamos resultados que se noten en la vida cotidiana.
Aumentar
las exportaciones es vital para obtener más divisas y generar la
descentralización equilibrada de la Argentina.
Ya creamos
en la Cancillería el Consejo Público Privado para la Promoción de
Exportaciones, con funcionarios que trabajan con 247 cámaras sectoriales que
representan a 18 mil empresas para estimular las ventas y las inversiones.
Ante
nuestra historia económica pendular que ha terminado en repetidas crisis, ante
la dolorosa experiencia de la pandemia, la Argentina enfrenta un desafío
histórico.
Es
imprescindible que el país tenga objetivos claros más allá de la diversidad
política que caracteriza a la vida democrática.
La
dirigencia política, social, empresaria, debe emprender conjuntamente el camino
de la reconstrucción argentina. Ese objetivo requiere, como condición
indispensable, recorrer un camino de acuerdos. Acuerdos que nos permitan lograr
un desarrollo integral y sostenible del país.
Todos
sabemos que hay intereses que siguen privilegiando la especulación financiera y
minorías que quedan aferradas a la especulación política. Todos percibimos que
minorías ultra-recalcitrantes agitan el odio como negocio personal y con
mezquindades que no trepidan en emplear los más bajos medios de actuación. Los
mismos que producen esas situaciones también son fabricantes del desánimo y del
escepticismo. Son quienes pretenden instalar la idea de que la Argentina no
tiene salida.
Pero vamos
a lograr acuerdos que representen a las inmensas mayorías para, de esa forma,
dar pasos sólidos en la dirección del país que soñamos.
La salida
de la Argentina es muy clara. Es este camino de construcción de acuerdos para
el desarrollo integral que estamos planteando frente a ustedes.
Siempre
con pluralidad.
La falta
de respeto a la pluralidad es un signo de debilidad.
Hay
quienes se sorprenden de que haya diferentes opiniones dentro de nuestro
gobierno o de nuestra fuerza política. Cuanta mayor unidad haya en pos de
la reconstrucción argentina que lleve a
un desarrollo integral, mayor diversidad habrá en esa unidad. La unidad es
sinfónica.
Con
prioridades claras, con fuertes convicciones democráticas e igualitarias, el
diálogo con todos los sectores es el modo en el cual construiremos la Argentina
con justicia social que soñamos.
Aprendamos
de nuestra experiencia histórica y de la pandemia. Salgamos de esa historia
pendular y no repitamos endeudamientos, desregulaciones o aperturas que
destruyen el trabajo argentino y nuestro tejido productivo.
Vengo a
proponerles que construyamos juntos un nuevo acuerdo para que la Argentina no
recaiga más en un estado ausente. Aquello que las argentinas y los argentinos
esperamos, un país justo, que crezca y distribuya la riqueza, donde haya
trabajo y lugar para todas y todos, es posible. No sólo es posible. Vamos a
construirlo.
Una economía inclusiva, productivamente dinámica,
macroeconómicamente estable, federal y soberana.
Por eso
convocamos a empresarios, empresarias, trabajadores y trabajadoras,
universidades, sociedad civil, y científicos, para integrar el Consejo
Económico y Social que lanzamos recientemente con sentido plural.
Se trata
de un paso histórico, largamente reclamado por todos los sectores.
Será el
ámbito para desplegar toda la energía creativa de la sociedad pensando en
construir un futuro que comienza hoy mismo. Se trabajará en 25 metas de
transformación en áreas tan importantes como la productividad con cohesión
social, la comunidad del cuidado, la ecología integral, la educación y los
trabajos del futuro y la innovación democrática.
Convocamos
a todos los actores del país a consolidar rumbos previsibles de mediano y largo
plazo.
A fines de
enero fui a San Juan horas después de que sufriera un importante terremoto. La
ciudad y la sociedad pudieron resistir. Después de aquel terremoto dramático de
1944, San Juan construyó una ciudad antisísmica.
Los
argentinos y argentinas necesitamos construir un país antisísmico. Que supere
los cimientos de barro que el odio, la división y los fanatismos provocan.
Un país
que de seguridad económica y social a todos y todas. Seguridad a las empresas y
a los ingresos de los hogares. Seguridad de inclusión social, antes que nada, a
los descartados, los invisibles, los olvidados.
La semana
pasada, primero en México y después en Yapeyú, Corrientes, con los gobernadores
del Norte Grande, recordé que cuando cada uno de nuestros países se independizó
y pudo comenzar a soñar con la igualdad, la soberanía, la libertad y la
justicia, fue necesario que hubiera hombres y mujeres con fuerte decisión para
enfrentar a quienes querían dominarnos.
Quienes
independizaron este país no tuvieron angustia, tuvieron coraje. Ese coraje es
el que hizo y hace posibles los cambios históricos.
A nosotros
nos toca enfrentar un mundo muy egoísta y desigual. Ahora, la pandemia plantea
la responsabilidad de aprender de esta experiencia. Cuanto más podamos aprender
como sociedad y como Estado, se generarán mejores políticas y condiciones para
afrontar los desafíos del futuro.
La
pandemia nos deja fuertes lecciones en los valores básicos de una comunidad
nacional. Nos obliga a poner en valor “lo común”, “lo compartido”, saber que
“todos habitamos la misma casa”, que todos somos sujetos y sujetas de la
solidaridad, del cuidado hacia el otro y la otra.
La
pandemia nos enseñó los peligros de las visiones mezquinas e individualistas.
Aprendimos
que todos y todas somos vulnerables.
Sabemos
que el cuidado individual es cuidado colectivo. Cuidarse es cuidar a otro.
Y el
Estado presente tiene un rol indelegable. Un estado que también tiene la
obligación ética de analizarse críticamente, de sistematizar las propuestas y
de reconstruirse para resolver problemas, garantizar derechos e impulsar el
desarrollo.
Podemos elegir ser meros observadores de un mundo de
lento crecimiento y creciente desigualdad, despreocupado del medio ambiente, o
podemos optar por actuar con valentía y decidir ser protagonistas en la tarea
de sentar las nuevas bases para un enfoque innovador.
De esta
pandemia debe nacer un mundo mejor.
Mi querido
Papa Francisco siempre nos ha convocado a hacerlo. Es ahora o nunca.
La
Argentina tiene un horizonte. Trabajamos en la reconstrucción que podrá
sentirse plenamente cuando hayamos controlado la pandemia. Nos permitirá generar
empleo, incrementar paulatinamente el salario real, aumentar la producción, el
crédito, las exportaciones. Y también nos permitirá recuperar y mejorar todas
las dimensiones de nuestra vida social.
Quiero
reiterar mi agradecimiento a la sociedad argentina por habernos acompañado
activa y solidariamente en uno de los años más difíciles de nuestra historia.
Nadie se salva solo. En la unidad y la solidaridad están las claves para
construir una Argentina que despliegue todo su potencial económico, social, ambiental,
científico y cultural.
Quiero ser
recordado como un argentino que un día fue elegido como Presidente y fue capaz
de servir a su Pueblo sembrando la mejor de las semillas que un ser humano
puede sembrar: la unidad de su Patria más allá de las diferencias, la unión
nacional más allá de la pluralidad de miradas, la concordia del país más allá
de las razonables críticas.
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