CULTURA Y
REGION reproduce un discurso de Evita, al cumplirse 68 años de su paso a la
inmortalidad. Se trata de un discurso de Eva Perón del 11 de septiembre de
1947, que pronunció en la Secretaría de Trabajo y Previsión, con motivo de
rendir homenaje a los maestros y maestras argentinos, frete al Sindicato de
Maestros Argentinos. Recordemos que durante ese año 1947, Evita realizó una
gira por Europa desde el 6 de Junio hasta el 23 de Agosto, con el objeto de
conocer las formas de ayuda social europeas. Al año siguiente, nacería la “Fundación
Eva Perón”. Después de su regreso de Europa, el 9 de Septiembre de 1947, el Congreso
aprobó la ley de sufragio universal que Evita había impulsado desde el año
anterior. Finalmente, días más tarde, el 23 de septiembre, en la Plaza de Mayo,
se promulgó la ley 13.010, que permitía votar a las mujeres argentinas. En
medio de esos días de expectativas, tiene lugar el discurso que sigue:
“Profundamente
emocionada, como mujer de pueblo y como mujer argentina, me acerco a ustedes en
el día del maestro, para rendir un merecido homenaje a esos anegados maestros
que, repartidos en todos los rincones del país, están plasmando los nuevos
hombres, a los ciudadanos del futuro, y sembrando la espiritualidad diariamente
en esos niños que van a las escuelas y que van a constituir los futuros
patriotas de las nuevas generaciones.
Les traigo un
cariñoso abrazo de ese líder y también
patriota que, desde la Casa Rosada, piensa siempre en la posibilidad de
transformar nuestra patria en otra que sea más justa; un abrazo del General
Perón, ese viejo amigo de los maestros y que, como ustedes lo saben, tiene dos
motivos para brindarles su amistad: el primero, porque son ustedes quienes
están forjando los futuros hombres de la Patria; el segundo, porque el General
Perón ha tenido siempre un inmenso cariño por la niñez argentina, y ha sido
siempre su mayor deseo que todos esos niños aprendan a sonreir desde la
infancia.
Les traigo
también un gran abrazo de esta mujer argentina que el destino puso al lado de
ese soñador y que no omite esfuerzo alguno por ayudar, por colaborar y por
tratar de hacer todo el bien posible en esta vida que resultaría tan mísera si
no se hiciera bien y si no se viviera un poco espiritualmente.
Yo que he
recorrido el Viejo Mundo y he podido contemplar la desolación, las dificultades
y el empobrecimiento que ofrece la vieja Europa, dentro de un verdadero cuadro
de terror, he apreciado también como miran todos hacia la Argentina, hacia
nuestra Patria. Y al verlo, he pensado también que
los que no sean vendepatrias deben apoyar a ese soñador que trabaja para todos,
poniéndole su hombro para que triunfe en sus propósitos; porque creo
sinceramente que las futuras generaciones no nos perdonarían jamás que, habiendo
tenido a nuestro lado un idealista patriota como el General Perón, no lo
hayamos apoyado como se merece.
Pero el mundo no solamente mira a la Argentina por el hecho de que al frente de sus destinos
esté ese patriota soñador, sino también porque ve que aquí existe un pueblo sincero, ese
pueblo que forman los descamisados y que es más inteligente que otros que han recibido
más cultura, porque saben ver en el General Perón a un verdadero defensor de la justicia
social.
Nada importa ni las diatribas ni las calumnias ni las injurias. Yo, como mujer de pueblo que
tiene el insigne honor de contar con la plenipotencia espiritual de mis descamisados, he de
seguir a su frente luchando con ellos y contra todos, caiga quien caiga, aunque caiga yo.
En este memorable día del maestro, tengo una enorme satisfacción que todas las maestras
argentinas deben compartir conmigo: la de que se haya conquistado, gracias a nuestro jefe y
líder, el General Perón, el derecho al voto femenino, a pesar de que la oposición de la Cámara
de diputados puso todos los obstáculos posibles, para nosotras las mujeres argentinas, los
tres millones y medio de argentinas que debemos y sabemos votar, no pudiéramos hacerlo.
Pero a pesar suyo, todas esas mujeres, todas las maestras de la Patria, deben sentir la
misma satisfacción que yo siento al comprobar que, también en este aspecto, la revolución
ha triunfado, al obtener esa importante reforma de nuestros derechos cívicos.
Les agradezco mucho todos los homenajes que me han brindado y quiero, en el día del
maestro, repetir que tanto el General Perón como yo estaremos siempre al lado de ustedes,
tratando de obtener para los maestros todas las mejoras que puedan dignificarlos más aún,
dentro de la verdadera justicia social que soñamos para todo el pueblo argentino.”
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