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CAYÓ RODRÍGUEZ DE BLACKROCK, QUIEN AMENAZÓ A MARTÍN GUZMÁN, Y SE ACERCA EL ACUERDO POR LA DEUDA, por ALEJANDRO C. TARRUELLA*


Guzmán no recordaba un trazo de diálogo semejante desde aquellos días cuando por sus manos pasaba alguna novela policial negra en la que un matón acosaba a su víctima. El espacio del suceso era otro, la negociación del pago de la deuda externa argentina, en medio de un intercambio de un país con un jefe buitre.

En un instante, pudo pasar por su cabeza lo que había expresado J.G.Ballard en su novela “Noches de cocaína” cuando dejó escrito que “Los únicos filósofos auténticos que hoy quedan son los policías”. Pero, de ser así, desechó de inmediato esa posibilidad y siguió poniendo su atención en la negociación virtual. Rodríguez Regordosa no era un policía, era el negociaciador de BlackRock que estaba exponiendo su debilidad en un momento histórico en el que los buitres se sentían heridos. Habían perdido la plaza de Londres en octubre de 2018, su posición en la Reserva Federal en marzo de este año y recientemente Hong Kong, y ahora se veían ante una Argentina herida pero de pie, con un equipo de primera en juego hacia una transformación.

Guzmán es un hoy un tipo sereno en su sensibilidad y Rodríguez Regordosa, un ex negociador de la deuda argentina para BlackRock que acaba de ser reemplazado por Jennifer O’Neill, economista graduada en Boston de buen vínculo con la titular del FMI. Rodríguez Regordosa cayó porque no había comprendido que las cosas en el mundo están mutando en el vértigo de la pandemia. Había sido subsecretario de Hacienda del presidente liberal de México Felipe Calderón y amigo de Macri a la hora de endeudar al país.

En términos de novela policial, tal vez Rodríguez Regordosa habrá recordado al momento de partir de su función de negociador, a Arthur Conan Doyle, quien escribió que “Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad”. Y la verdad, a veces, es una partida sin pena ni gloria. O una negociación por la deuda externa de un país que va a sorprender a muchos en un mundo convulsionado, en cambio profundo.

BlackRock lidera una negociación agresiva en la que pretenden embolsar poco más de 62 mil millones de dólares. Argentina debía pagar poco más de 500 millones el 22 de mayo pero pidió tiempo y avanzar en los acuerdos antes de pagar. La amenaza estaba latente pero nadie pidió declarar al país en default. Al parecer, hubo una presión internacional favorable a los intereses de la Argentina, y David Martínez, titular de Fintech Advisor, mexicano como Rodríguez, con buenos vínculos en el país, habría sido decisivo a la hora de poner las cosas en su lugar.

El embajador argentino en Estados Unidos, Jorge Arguello, habría llevado las cosas a buen término con instrucciones precisas del presidente Alberto Fernández. Los apoyos del FMI, su titular Kristalina Georgieva, el Banco Mundial, Joseph Stiglitz, el Vaticano y otros, son hoy un puente principal para un acuerdo que permita pasar la deuda a 2023 y así amparar la transformación del país sobre bases sólidas. Los principales líderes europeos, Angela Merkel, Emmanuel Macron, Marcelo Rebelo de Souza, Giuseppe Conti y Pedro Sánchez, apoyan el camino argentino a la recuperación.

El líder de BlackRock, Larry Fink, tiene a sus personeros en la negociación y se ha mostrado de modo reciente, proclive al menos a observar la nueva realidad mundial que hoy dirime una de sus controversias más severas, en las calles de muchas ciudades de los Estados Unidos.

Será con serena seguridad alrededor del 10 de junio sin dejar de recordar que el gobierno argentino se puso un límite, el 12. Será un buen modo de comenzar a plantar el plan económico que Alberto Fernández tiene entre manos, y que podría cerrar en días de adversidad, un renacer que va a ser compartido por el conjunto de los argentinos y los americanos del sur para avizorar por fin el horizonte nacional y continental en el marco mundial.

Al negociador Rodríguez habrá que recordarle que en materia de diálogos en serio, cuando se trata de apurar a alguien en términos de novela policial, no hay más alternativa que recurrir a los clásicos. Mario Puzzo escribió en “El Padrino”, con el filo de su pluma: “Muéstrame un jugador y yo te mostraré un perdedor, muéstrame un héroe y te mostraré un cadáver”. Con la novela policial no se juega. Menos en una conferencia virtual. Puede ser un mal anticipo, y en este caso solo sirvió para mostrar una debilidad cuando muchos presuponían que el débil estaba en el otro lado. La Argentina, después de todo, es siempre un territorio de sorpresas.

     *Escritor, periodista.                   



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