Aguardan con inesperada paciencia para
presentar su contraoferta. Ahora, amablemente, piden que no tenga vigencia una
quita de capital del 5,4% y que el gobierno estudie un cupón del PBI. Ya saben
y tendrán que ajustarse, que el gobierno posterga la respuesta prevista para el
8 de mayo. Luego de esa instancia, ellos presentarán una vez que Alberto
Fernández, con imagen que crece en el mundo (algo inesperado para los usureros
de los bonos), plantee su “qué hacer” junto a Martín Guzmán, el ministro de
economía que no se inmuta ante las amenazas.
El ministro argentino es el único que
puede intervenir en carácter de interlocutor directo entre los buitres, el agente
asesor Banco Lazard y los abogados de Cleary Gottlieb Steeen y Hamilton (siglas
CGS&H). En ese trío residen las claves de la negociación. Hay diferencias
pero Alberto Fernández, con firmeza y decisión de negociar, amplió el campo de
“la buena fe” necesaria para estos casos. Los buitres tienen una seguridad: los
cambios en el planeta indican que hay que procurar tener a mano una determinada
cantidad de dólares ahora.
La negociación dentro de tres años,
cuando rijan los años de espera, será con un mercado de divisas donde el dólar
no será el dólar y las deudas no serán las mismas. Los interlocutores serán
otros como lo será el mundo. De manera que la negociación que propone la
Argentina es inteligente si se observan los intereses del pueblo argentino y sus
demandas actuales en medio de la pandemia. Se trata de manejar los tiempos.
EL APOYO MUNDIAL
No en vano, trabajan mancomunadamente
en favor de los intereses nacionales, el Papa Francisco, figuras de peso global
como es el caso de Stiglitz, el maestro de Guzmán en la economía, y quienes han
llegado a apoyar la posición nacional. Stigliz movió en estos días un apoyo
explícito de varias figuras mundiales que se sumaron a un pedido de comprensión
de la postura que elaboró Alberto Fernández.
El presidente cuenta con su acción
ante la pandemia como carta de presentación. Y esa carta se sustenta en la
unidad y la aprobación del pueblo argentino. Eso explica las acciones que se
iniciaron con la solicitada que encabezó el conde Vargas Llosa, con piso en los
Estados Unidos, que se continuaron con la histeria de los cacerolazos, que
fracasaron en su segundo acto –la histeria es un arranque que no resiste
segundas partes- y ahora vienen, en lenguaje gringo, a acusar a Alberto de
comunista, cosa que no se cree ni en la Casa Cuna.
El lunes 4 de mayo los buitres
movieron piezas y expusieron que ellos “no son buitres” para la oreja del
presidente Fernández. Son buitres pero en este acto usarán otro disfraz. Ese es
el mensaje: “nos bajamos porque como buitres hoy no vamos a ninguna parte,
estamos perdidos”. Sabían en esas horas que Stigliz preparaba una respuesta
contundente, que los dejaba sin habla danzando en el silencio y sin destino
como las polillas, que saben que sus horas están contadas.
Alberto había tenido en estos días una
conversación telefónica con Jeffrey Sachs, uno de los firmantes del apoyo que
reunió Stiglitz, y reveló que le dijo: “Alberto,
no te preocupes tanto por el default porque el mundo va a estar en default…”,
y agregó, en conocimiento de lo que sucede en el planeta: “va a haber más de 40 países en default” al finalizar la pandemia.
De manera que lo que sucede, es que la propia realidad mundial, el mercado,
digamos, para hacer sonreír a los buitres que ahora no son buitres, el precio
del default se devaluó.
De ser una afrenta en la cara de quien
mira a los otros en soledad, pasó a ser un elemento devaluado que puede tener a
muchos exponentes exigiendo justicia. Esto discrepa con el discurso incendiario
de algunos servidores con pantalla: Jorge Asís y Luis Novaresio están entre
ellos al borde de la histeria en favor de un neomacrismo, aunque se deslice en
caída libre.
En la lista de países emergentes en
riesgo financiero que presentó “The Economist”, entre 66 países Argentina fue
ubicada en el puesto 10, de manera que incluso para los británicos de mercado
no está tan mal en esa mirada.
Cuando Joseph Stiglitz presentó días
atrás un apoyo de economistas reconocidos a la Argentina, buitres y mercaderes
quedaron mudos. El país tiene problemas pero no está solo, parecían clamar.
Exigían a los acreedores de la usura que operen “de buena fe” y acepten la
propuesta de Alberto Fernández porque será “un precedente positivo” ya que va a
favorecer también al “sistema financiero internacional”.
Firmaban Mariana Mazzucato, Carmen
Reinhart, Thomas Piketty, Edmund Phelps, Jeffrey Sachs, Dani Rodrik,
Kenneth Rogoff, Brad Setser y Ricardo Hausmann, en un grupo de 130
personalidades destacadas. Los economistas repararon en el hecho de que la
posición que expresa el presidente Alberto Fernández, va a negociar “de manera
constructiva y con el apoyo de todos los sectores políticos nacionales” y el
pueblo.
Por lo tanto, expresiones como las del
buitre interno Prat Gay, acerca de que la “cuarentena destrozó a la economía”
se encuadran en cierto modo, en “el dolor de ya no ser”. La cuarentena y el
valor de enfrentarla desde el vamos, decisión política que adoptó Alberto, es
lo que le duele y quiere romper Prat Gay. Saben con sus amigos y mandantes, que
el país está de pie detrás de su Presidente, que la fuerza de su propuesta una
vez superada la etapa más difícil del virus, va a ser mayor.
Lo saben los buitres que retroceden y
hasta son capaces de vestirse con otras ropas para encarar una vuelta atrás con
cierta dignidad. La Argentina, entonces, se pone de pie y exige que ciertos
asuntos se discutan sobre las reglas que impone.
El heroísmo de su pueblo, que lleva
adelante las normativas que propone su Presidente, es lo que se impone. Y
hace que en el mundo, el apoyo a su lucha contra la deuda externa brutal que
dejó Macri, sea casi unánime.
*Escritor,
periodista, historiador.
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