“F.
Dostoievsky, escribe: "Si Dios no
existiera, todo estaría permitido". Este es el punto de partida del
existencialismo. En efecto, todo está permitido si Dios no existe y, en
consecuencia, el hombre está abandonado, porque no encuentra ni en sí ni fuera
de sí una posibilidad de aferrarse. No encuentra ante todo excusas. Si, en
efecto, la existencia precede a la esencia, no se podrá jamás explicar la
referencia a una naturaleza humana dada y fija; dicho de otro modo, no hay
determinismo, el hombre es libre, el hombre es libertad. El hombre es libertad
Si, por otra parte, Dios no existe, no encontramos frente a nosotros valores u
órdenes que legitimen nuestra conducta. Así, no tenemos ni detrás ni delante de
nosotros, en el dominio luminoso de los valores, justificaciones o excusas.
Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está
condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin
embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable
de todo lo que hace. El existencialista no cree en el poder de la pasión. No
pensará nunca que una bella pasión es un torrente devastador que conduce
fatalmente al hombre a ciertos actos y que por consecuencia es una excusa;
piensa que el hombre es responsable de su pasión. El existencialista tampoco
pensará que el hombre puede encontrar socorro en un signo dado sobre la tierra
que lo oriente; porque piensa que el hombre descifra por sí mismo el signo como
prefiere.”
De J. P.
Sartre, “El existencialismo es un
humanismo”, 1946.