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RODRÍGUEZ LARRETA NIEGA A GUEMES EN LA RECONQUISTA, por ALEJANDRO C. TARRUELLA*


 El 12 de agosto de 1806 se produjo la Reconquista de Buenos Aires, al vencer las milicias patriotas al invasor inglés. La fecha no es muy afín a cierto porteñaje de inspiración británica, a los unitarios residuales y a quienes tienen una inspiración mitrista que persiste. Tuve ocasión de rever esa parte de la historia a raíz de mi libro más reciente, “Güemes, el héroe postergado” (Marea editorial con prólogo de Hernán Brienza y Martín Güemes Arruabarrena) para recordar que Santiago de Liniers determinó que Juan Martín de Pueyrredón fuera comandante de voluntario de Caballerías, donde estaba Martín Miguel de Güemes.

 

Los que vibran y los que niegan

Ese día, el oficial salteño haría su bautismo de fuego en una tarea singular. A la caída de la tarde, el salteño de 21 años comandando a un grupo de jinetes, sintió que el agua le llegaba al cuello cuando llegó montado a tomar la fragata inglesa Justina, paralizada por una bajante del Río de la Plata. Diarios británicos y europeos darían cuenta de la hazaña, inédita entre marinos y, al mismo tiempo, se ganaría el escaso fervor con el que algunos tomaron su carrera. La Buenos Aires que mira a Londres, lo niega aún hoy.

El capitán inglés, Alejandro Gillespie, lo dejaría impreso para la posteridad en su diario personal, que se conoció en el país en 1921, “Buenos Aires y el interior”. Sin embargo, en el libro oficial del gobierno de la CABA, gestión del tránsfuga Jorge Telerman y la ministra de Cultura, no secretaria, Silvia Fajre, negó el hecho. Se recomienda recorrer “1806-1807 Invasiones Inglesas al Río de la Plata”, Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires (directora Liliana Barela), gobierno de la ciudad de Buenos Aires.

En ese libro oficial porteño, Güemes no aparece siquiera nombrado. Oculta su participación en la batalla final por lo tanto, conformándose una expulsión de la historia. Sin embargo el hecho está ampliamente documentado, incluso H.S. Ferns, vuelve a citar el hecho en su conocido libro: “Gran Bretaña y Argentina en El Siglo XIX”. La omisión en la city porteña no es deliberada, es ideológica.

Gillespie contaba en su obra escrita en Londres luego de ser liberado en 1818, que Pophan pasa por Santa Elena hacia Buenos Aires y suma a su tropa, el destacamento del cuerpo de Santa Elena. Sus hombres, en su mayoría  “artilleros y tiradores excelentes”.se embarcaron en el “Justina”, barco mercante con 26 cañones. La tarde del 12 de agosto no registrado en Buenos Aires, el “Justina” fue tomado a la altura del ferrocarril Mitre de Retiro, Buenos Aires. “El día de nuestra rendición peleó bien y con sus cañones impidieron, todos los movimientos de los españoles no solamente por la playa sino en las diferentes calles que ocupaban, también expuestas a su fuego. Este barco ofrece un “fenómeno en los acontecimientos militares”, el haber sido abordado y tomado por caballería al terminar el 12 de agosto de 1806, a causa de una bajante súbita del río”. El propio Mitre reconocería el hecho al describir que Güemes “se había batido con honor contra los ingleses en las jornadas de la Reconquista y la defensa de Buenos Aires en los años 1806 1807”. A raíz de los hechos, Güemes fue condecorado por España, ascendió a Alférez graduado, y luego a Teniente de Milicias de Granaderos del Virrey Liniers (“Estudios Históricos sobre la Revolución Argentina, Belgrano y Güemes”, Edic. 1864, pág. 85, en http://www.portaldesalta.gov.ar/justina11.html ).

Pastor S. Obligado, corroboraría en el diario “La Razón”, de Buenos Aires, del 12 de agosto de 1920, en la nota “Güemes en Buenos Aires”, el papel del militar salteño que haría junto a San Martín la estrategia de la llegada a Lima en la Campaña de los Andes. “Antes de ser general fue soldado, como ante todo Salteño, y sobre todo, patriota de nacimiento”, explicaba Obligado.

“El combate había terminado después de dos horas de rápida acción (12 de agosto de 1806)llevada con toda energía por soldados bisoños que el amor a la tierra improvisó, doblando expertos veteranos que venían de vencer soldados de Napoleón en San Juan de Arce. Pueyrredón acababa de arrebatarles su estandarte (regimiento número 71) colgado en la basílica de Santo Domingo, y el general Beresford, tirado su espada desde el Fuerte, conservada en el Museo Histórico”. “Usted que siempre anda bien montado, galope por la alameda”… dice Liniers a Güemes. Este estaba montado porque acababa de llegar de la Candelaria, como se colige de lo que ya se ha dicho, mientras que los demás oficiales que rodeaban a Liniers carecían de cabalgaduras. Veamos dos pruebas de esto: “Apenas tuve los caballos y mulas necesarias para arrastrar la artillería y carros de municiones: mis oficiales mismos casi todos a pié…Liniers hablando de los instantes previos a su triunfo”, (B., de Mayo, tomo I, pág. 144, llamada 11, Edición de la Cámara de Diputados de la Nación, Buenos Aires, 1961).

La única tropa montada consistía en un colectivo de 40 y 60 gauchos a cargo de Pueyrredón, a quién Liniers orden presentarse en la playa y aproximarse al “Justina”.  “Desde allí hasta el día de la toma de la Plaza fue continuado estos auxilios y además el importantísimo que hacía la caballería de su mando, en partidas avanzadas hasta la ciudad”. Eso lo decía Liniers dirigiéndose a Pueyrredón. Güemes tomará entonces la Justina y su bandera, conocida como del Retiro. Juan Bautista Alberdi reconocería subrayaría su papel: “Güemes bajo las órdenes de Liniers pelea en las jornadas de 1806 1807 en Buenos Aires, contra los ingleses y contribuye a arrancar las banderas que decoran hoy los templos de la orgullosa Buenos Aires” (“Proceso a Mitre”, “Calden”, Buenos Aires, 1967, pág. 147).

Las Invasiones Inglesas son el punto de partida de la independencia nacional, y aún hoy, un capítulo negado como su valor histórico, por la Buenos Aires de inspiración colonial. Por eso, el historiador Martín Güemes Arruabarrena sostiene que fue “un caudillo militar de la Patria Grande, un militar de carrera que en guerra de milicias gauchas de guerrilla derrotó cinco invasiones realistas de ejércitos poderosos que habían combatido a Napoleón en Europa y a Simón Bolívar en América”.

Al cumplirse un año más de la recuperación de la ciudad de aquel intento, es hora de comenzar a repudiar ese ocultamiento y acabar con el Pacto de Madrid, otra de las invasiones que tiene a sus personeros entre nosotros, en procura de arrodillar una vez más al país que tenemos que poner de pie de forma definitiva.

 *Periodista, historiador, escritor.

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