¿Tiene mucho trabajo?
Sí,
contestó molesto, como si la pregunta le hiciera perder
tiempo.
¿Y es difícil hilvanar?
Sí, no es para cualquiera… no es para
novatos, ni iniciados. Sonrió socarronamente.
Pero, yo no podría aprender?
No, esto no es para pendejos y menos para
petisos…
Hundió la lezna curva con fuerza,
traspasó el cuero y la plantilla de cuero fino…
Volvió a hundir dos veces más la
lezna y luego hábilmente pasó la aguja (también curva) con el hilo enrecinado.
Ves, una costura de cirujano. No hay dudas: soy el mejor….
En dos meses juntó la plata para comprar la
bicicleta ¿qué color te gusta?
Blanca, bien blanca.
Al día siguiente, correría en el
Óvalo, el circuito de mayor trascendencia. La Blanca lucía esbelta. La había
alivianado cambiando piezas de hierro por otras de aluminio.
Ah… ¡La Blanca! Es francesa…
¿De qué te reís, incrédulo? Sí, francesa
nacionalizada, con doble nacionalidad… Hasta tiene un escudo: marca Rubis made
in france...
Pero, ese escudito no era de otra bici?...
¡¡ Ay !! Petiso sos incurable, por eso sos
cabezón; almacenás demasiado en ese “zapallo”.
Tres veces más hundió la lezna. No más de
tres veces le había enseñado, Riquelme.
Bahh, Riquelme es de esos maestros
superados por sus alumnos. Yo soy el mejor hilvanador, o lo ponés en duda?
Riquelme era bruto. No había más bruto que
él. Te doy un ejemplo: antes de bañarse, meaba el piso de la ducha para
purificarlo… bruto y nada más.
Sabe Don Cacho? Yo también lo conocí al
Riquelme…. Qué manos más grandes y sus dedos, gruesos como chorizos…. Y a pesar
de ello, el cuero se deslizaba por esas manazas….. suavemente manso,
irresistible…. Y no meaba en la ducha por bruto. Ese baño era un asco. Riquelme
sabía que el orín humano contiene amoníaco, que es un poderoso destructor y/o
neutralizante de bacterias…
Acá tenemos al Petiso “bueno”, magnánimo,
siempre buscando y encontrando lo positivo de las cosas… Ja Ja Ja. Vos vivís un
mundo irreal. Fijate, Riquelme era un cagón, huyó de su país, eso no se hace.
Si es necesario uno tiene que dejar los huesos en su tierra…
El petiso lo miró
serio. Su voz sonó trémula: Don Honorio Riquelme emigró compulsivamente de
Paraguay. Un golpe militar con fachada nacionalista pudo engañar a una parte de
pueblo. Honorio fue perseguido… como muchos miles de paraguayos. Él, construyó
dignamente su familia en la Argentina. No bajó los brazos, continuó su lucha.
*Profesor de Letras.
Universidad Nacional de Formosa.
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