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SPUTNIK V Y LA LIGA PATRIÓTICA: SUBJETIVACIÓN HISTÓRICA, por PAUL MARTÍNEZ*


          Es entendible que surjan preguntas sobre qué podría hacer la vacuna contra el Covid-19 en el cuerpo, a corto, mediano ó largo plazo. Sin embargo, después de una extensa búsqueda de fuentes fidedignas, puedo decir que no se encuentran respuestas concretas a la incertidumbre, más allá de las dadas por científicos del Conicet y aquellos que la han desarrollado. ¿Y cuál es su declaración al respecto? Daniela Hozbor, doctora en Bioquímica del Instituto de Biotecnología y Biología Molecular (Conicet), explica que “en los ensayos de vacunas, los primeros controles sobre posibles efectos adversos se realizan inmediatamente después de la inmunización y hasta 72 horas después de la segunda dosis, sin embargo, los individuos que participan de los ensayos siguen con su vida normal”. Cuando se le pregunta puntualmente sobre la posibilidad de la aparición tardía de efectos adversos, Hozbor dice: "Es raro que aparezcan. Podrían enfrentarse a una reacción adversa, por una combinación de factores no esperada. Eso, en líneas generales, no se vio con los candidatos a vacunas contra el Covid-19. De todos modos, la vigilancia sobre las vacunas continúa cuando ya fueron introducidas en la "población real". Es allí donde la sustancia inmunizadora entra en contacto con toda la diversidad humana en cuanto a etnias, factores ambientales y patologías posibles".

Entonces, ¿dónde se originan estas particulares teorías sobre efectos secundarios de la vacuna? Nombremos algunas de las más “populares”:

• La vacuna modifica el ADN.

•Te introducen un chip para saber todo lo que hacés.

• Modifica tu pensamiento/conciencia. Y mi favorita…

• ¡Te vuelve COMUNISTA!

Existe un anacronismo conceptual equívoco, que refiere a todo lo procedente de Rusia, una memoria colectiva de antecedentes sobre hechos ficticios impulsados por los medios de comunicación afines a los intereses de grupos conservadores, una característica de las costumbres del pasado, del presente y del futuro.

En el año 1919, luego de una protesta de obreros de la empresa metalúrgica Vasena, en la provincia de Buenos Aires, se desencadena una serie de eventos que resulta en una matanza a estos trabajadores. El hecho es más conocido como La Semana Trágica, aunque es más apropiado llamarlo por lo que fue: La Masacre de Enero. Bajo el gobierno del presidente radical Hipólito Yrigoyen, y con su consentimiento, grupos policiales y civiles pagados por los dueños de la empresa, a los que llamaban rompehuelguistas, abren fuego y una lluvia de disparos termina con la vida de quienes reclamaban un sueldo justo y la disminución de las 12 horas de labor. Este sería solo el inicio de una campaña “antihuelga”, que terminaría con la vida de miles trabajadores.

Con los medios de comunicación como aliados, se creó una fuerte paranoia en la conciencia colectiva, a través de comunicados enmascarados de informes, donde convertían a las víctimas en victimarios, los trabajadores en huelga fueron nombrados “rusos”. Esto se debe a que hacía alrededor de dos años de la Revolución Bolchevique, y los soviets obreros y campesinos decidían el destino de uno de los países más grandes del mundo, un destino inaceptable para la oligarquía de nuestro país. Esta paranoica imaginación oligárquica se salió de control, al punto que algunos civiles “patriotas fanáticos”, salieron a las calles en busca de cualquier persona sospechosa, golpearon a ancianos, mujeres y niños de diferentes nacionalidades, entre ellos judíos, de los que fueron incendiadas la sinagoga y bibliotecas en el barrio de Once, Villa Crespo y Caballito. Sobre este pensamiento extremista, además de los medios de comunicación como La Prensa, Clarín y La Nación, también influyó la Liga Patriótica Argentina, un grupo que se había conformado con hijos de la oligarquía más acérrima de la época, con el objetivo de mantener el orden para la “gente de bien”, incluso habían reclutado a civiles para su “lucha”, sumando alrededor de 1.000 personas dispuestas a apalear a los “rusos”.

La Liga Patriótica Argentina, pronunciaba los elementos fundamentales de nacionalismo elitista argentino: autoritarismo, rechazo a la inmigración extranjera, antisemitismo, admiración por las fuerzas armadas, patriotismo fanatizado, anticomunismo. Entre sus actividades más conocidas se encuentran: ataques a barrios de obreros, quema de bibliotecas populares, sindicatos e imprentas. Y la masacre antisemita más grande de la historia argentina y latinoamericana, el asesinato de cientos de judíos, entre 600 y 1300, un acontecimiento que pasó desapercibido ya que los medios y el gobierno yrigoyenista ocultaron el hecho de la noche de terror. El parte policial informaba la muerte de solo 3 personas, que eran policías y se arrestó a 6 judíos que fueron acusados de ocasionar disturbios y de formar parte del soviet argentino. Cabe aclarar que estos civiles en busca de sangre y muerte fueron armados por el Ejército y acompañados por la policía de Buenos Aires, motivados por lo que solamente se puede explicar como odio xenófobo y racista.

Me parece importante desarrollar brevemente este acontecimiento y estos actores, porque de alguna manera explican el actual pensamiento de los autodenominados apolíticos… y otros (entre otras cosas). Detrás de todo ese nacionalismo farsante de la derecha, oligarquía, conservadores, terratenientes, se esconden intereses económicos que trascienden en el tiempo, intereses que están por encima del bienestar del común de la gente. La batalla actual que debemos dar y ganar es cultural, siendo menester la incorporación de conocimientos sobre los orígenes de nuestro país y la divulgación de los mismos. Debe asumirse un compromiso social en pos de la verdad histórica, no solo para conocer nuestro pasado como acontecimientos lejanos, sino para comprender quiénes manejan los hilos y cómo lo hacen, quiénes se esconden detrás del telón y se movilizan por una desmesurada ambición.

La Argentina colonial, es un sueño cipayo e imperial vigente, que reaparece con frecuencia en la vida política del país, cumpliendo un ciclo que parece interminable, a veces con democracia y otras veces con golpes de Estado, pero siempre con ayuda de los medios hegemónicos de comunicación.

Debe reivindicarse la política como herramienta transformadora, en ventura de un pueblo que a pesar de su corta edad ha atravesado los peores males de parte de propios y extranjeros por un afán egoísta; debe reivindicarse la lucha social y sus conquistas sociales que tantas víctimas y mártires nos han dejado, junto con un legado de conciencia nacional y lucha digna; debe combatirse toda acción sistemática de intenciones divisorias, enajenadoras de la realidad y de propósitos foráneos a los intereses de un pueblo trabajador.

 

La oligarquía se inventa un enemigo comunista

para aplastarnos a nosotros, que somos el enemigo real”.

John William Cooke.

 

* Estudiante de Historia, Facultad de Humanidades. UNaF.

 Militante político.

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