Escuela rural del tiempo y de caminos construidos
con huellas de los piecitos de niños de aquí y de allá:
Tu voz de sabiduría es un pan de libertad,
mojón de conocimiento erguido “por donde vaya”
con el andar del silencio del agua de un manantial…
Escuela, que te conoces la historia que no se cuenta,
y guardas en tu memoria preguntas sin contestar…
Tus aulas son como un vientre henchido de risa y llanto
que guardas cuando aparecen, que sueltas cuando se van,
porque sabes que allá afuera golpea la realidad.
¿O es que acaso tenes miedo
de que estos niños que albergas
no puedan cumplir sus sueños, que no puedan progresar?
Ya no estarán sus pinceles dibujando en tus paredes,
ni escardillos de deditos que cosechan en tu huerta
los frutos que en otras partes nadie se anima a sembrar.
No tienes que parecerte a otras escuelas de allá…
porque les diste la fuerza que puede superar todo:
espíritu solidario, enfrentar la adversidad,
y hacer desde lo profundo de la tierra y la cultura
un mundo de crecimiento con total identidad.
Tus maestros y maestras, artesanos de la ciencia,
seguidores de la vida, soñadores de su pueblo…
A veces son cocineros, costureras, canoeros,
artistas de brocha gorda, futbolistas,
motoqueros, flor y espina,
leñadores, que con dolor y sonrisas
van imprimiendo su sello.
Entre las pircas y escarchas, el corazón y estandarte,
en picadas o en llanuras, en montañas o arenales
entregas palas mecánicas que sirven en cualquier parte
sin distinciones, ni escudos, sin discursos rimbombantes
cobrizos, andinos, blancos, donde todos son iguales…
Desde tu raíz eterna saldrán pronto los que escriban
con cucharas de albañiles la otra historia de mi pueblo.
¡Bastión que resiste todo! Olla que hierve en silencio…
¡Cómo quisiera que un día se sienten en tus asientos
los soberbios que avasallan los derechos de los pueblos
y escriban, dedos sangrantes: perdón, niños y maestros!
*Poeta,
escritora, Licenciada en Educación
Carlos Pellegrini 1062. El Colorado,
Formosa
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