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UN 17 DE ESPERANZA Y DE DOLOR (POEMA), por ALEJANDRO C. TARRUELLA*


                                          La Patria es un dolor que aún no sabe su nombre”.

Leopoldo Marechal

I

Podremos vivir este día,

un 17 silencioso y dolido,

como si sufriésemos una herida

y la Patria

estuviese a punto de parir.

 

II

El fragor del capital nos apesta

hiere sobre nuestros cuerpos

su avaricia cuando arrecia la historia,

las hijas de las muchachas

de Ensenada haciendo temblar

los frigoríficos, tomando la calle

para descubrir una flor.

 

II

Un eco resonaba en el país Tucumán,

en el país Patagonia, Tafí Viejo,

Caspi Corral, Basavilvaso o Posadas,

la canción se canta con guitarra

y la síncopa es piedra del Ande,

empedrado, cuero de bombo o palma.

 

III

El coronel era el hombre que aguarda.

Baqueano en el sur,

caminante del litoral y el norte,

conocía las calladas mesetas

de la resonancia.

 

IV

Evita se forjaba. Su corazón, una hoja.

El viento abrupto de la llanura y el río

la hacían abierta al amor,

plena de rabia y sus ojos

avistaban el misterio, lo desollaban.

 

V

Trabajadores por Avellaneda, Alsina, Barracas,

pájaros que descubrían el camino y cantaban.

La historia decía: Plaza de Mayo,

caballos, camiones, colectivos,

tranvías que ardían en rumores y quejas

como un bandoneón que alistó la madrugada

en el subsuelo mismo

y en ese diecisiete,

era la voz de los ranchos y las casas,

del sueño que había que atrapar

en un rincón del alba.

 

VI

Es curioso que en ese despertar

el pueblo fuera por la historia

y no pidiera nada.

 

VII

En la plaza, tendida ya

la manta alunada de la noche,

la multitud era una voluntad,

pura unidad como un plato de sopa

y todas y todos, solidaria razón

de hornero en la brega del barro,

exigían que se traiga a su coronel

porque el pueblo lo nombró

y no cabía otro sueño.

 

VII

Difícil resulta comprender al pueblo

que no anticipa su juego,

tan solo se trata de jugar las cartas

de desandar el polvo

y cabalgar sin razón y sin tiempo;

cuando quiera saber de qué se trata

deténgase, pida un vino:

y beba un trago de viento.

 

VIII

Hubo razones que fueron razones

como las que se dicen en el puro silencio.

¿Quién lo llamó, quién lo trajo?

Todos nuestros caminos conducen al pueblo.

 

IX

El sol que salió después de los sucesos

fue diferente según cada uno.

.

Una mujer fue entonces a su rancho

recortó su foto en el balcón,

la pegó en un fondo de madera tierna

le puso una vela

y se propuso esperar

porque a la esperanza siempre

se la siente en el fuego.

 

X

Cuando lo revivimos en el descorrer

ajeno de los años

olvidamos que aún hay un secreto

porque hay raptos de la historia

inapresable

que en una mujer arde en regresos.

 

XII

Néstor y Cristina, digo,

como digo Perón y Evita, digo compañeros,

y si los tiempos se revuelven

como arenas de los médanos del sur

cuando se detienen dejan ver un reflejo.

 

La historia va a vuelve, casquivana y fértil,

y por eso, yo sé que son ellos.

 

XII

Néstor fue un diecisiete alucinado,

un resplandor, un recobrar

trajó la dignidad, el trabajo

y en su rumbo

todos fuimos mejores

en su galopar sin sosiego.

 

Estará esta vez en la Plaza.

Habrá que tener coraje

para verlo.

 

XIV

Cristina emergió del dolor,

de la diatriba, del despojo,

de las palabras ingratas de los torturadores

como cuando con Juana,

avivaban el fuego.

 

Cristina se ve en las villas,

en barrios desolados es esperanza

de los niños sin cuadernos,

de los obreros y los ancianos,

su voz es estridente, se hace sentir

como un canto bueno.

 

XV

Regresó el general

de su odisea,

Cristina de la insidia

el despojo y el miedo;

estamos al regreso del desierto

en las arenas donde el sol y la sed

nos unen en la mirada de los niños nuevos.

 

XVI

Hay un país de ultramar, uno de tierra adentro

y el que amanece niño del desastre

hace Patria de la enfermedad,

la siembra porque a la hora

la anuncia un arco iris

sobre el gris del cielo.

 

XVII

En la ronda de la Plaza hay un árbol,

luz del amanecer desde el subsuelo,

donde alguien que llega desde lejos

avista en el fondo el río

y al frente, a sus hermanos,

se enreda entonces en un abrazo

y las chispas encienden el fogón

donde otra vez seremos encuentro.

           *Poeta, periodista, historiador.

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