La CABA tiene un singular número de víctimas del
coronavirus desde que se inició la cuarentena dispuesta por el gobierno
nacional. Cuba lanzó las medidas de protección en la misma fecha. Tiene 93
muertos. Lo decía Víctor Hugo Morales poniendo en cuadro lo dramático de la
situación en la ciudad.
El jefe de gobierno, doble apellido Rodríguez Larreta, hace
oídos sordos a la realidad que plantean los científicos, epidemiólogos,
médicos, infectólogos, los que saben. Sus cifras difieren de las oficiales para
sostener poco menos que los habitantes de la ciudad de mayor presupuesto
nacional, tienen leyes que la justicia no entiende. Si están escritas, bien. Y
si no, qué me importa.
Ahora Rodríguez Larreta, en línea a los contagios, quiere
abrir las clases a niños de sectores vulnerables porque la justicia social no
les llega y carecen de computadores u otros elementos para poder recibir
educación. Molesto porque sale a la luz que hay niños sin educación en la
ciudad de los grandes presupuestos, y los enormes sobreprecios, los quieren
arrojar al riesgo del virus. Algo insólito, carente de humanidad.
Macri parece ser el inspirador de estos movimientos en falso.
Fue él quien le dijo a Alberto Fernández: “quien tenga que morir que muera”
(siempre que fueran los otros). El fugado de la FIFA se inspira en su aliento a
la muerte, en las políticas del FMI en el que mandaba Christine Lagarde, que le
dio más de 50 mil millones de dólares no para quebrar el límite de enfermedades
sino para ganar una elección que perdió.
El ministro de salud de la ciudad alienta las salidas, niega
el estado de cosas, al parecer cambian las cifras sobre la situación de sus
hospitales, y no les interesa demasiado la sobrecarga de trabajo que tienen los
trabajadores del sistema sanitario. Encima, da como un elemento de aporte a la
cura del mal, a la instalación de un callcenter. Un aparato que simula
humanidad. Ahí parece darse la lógica macrista de que el que cae, pierde. “Las
medidas que vamos liberando generan un descenso de la curva”, llegó a afirmar
Quirós mientras que la curva aumentaba. Es decir, en lugar de basarse en la
ciencia, se basa en la militancia macrista. No es Einstein, es Macri. “El peor
momento ya ha pasado, que fue en agosto…”, dijo también fuera de todo rigor.
Rodríguez Larreta quiere distanciarse de Macri. Va con el
Presidente a anunciar medidas, se reúne con Kicillof pero tiene un problema. Es
Macri. Con los labios pintados pero es su continuidad y nunca rompió con esa
pesada herencia. Nunca criticó la fuga de capitales ni el saqueo del país.
Ahora que la autómata dispara un rebrote de infecciones y muertes, hay que
esperar a que las provincias se expresen.
Claudio Belocopitt, dueño de Swiss Medical (empresa que vende
salud pagando antes y no puede) y presidente de la Unión Argentina de Entidades
de Salud (usureros de la medicina), reconoce que la situación está en un
momento más difícil y cuestiona el “viva la pepa” del gobierno CABA. “… si
creemos que todo está bien colaboramos a que la gente se relaje más y está
demostrado que así los contagios suben”. Y por si eso fuera poco, está de
acuerdo con cobrar un impuesto a los fortunas más poderosas del país: “es
correcto que en una situación de extrema crisis sean los que más tengan los que
deban hacer el mayor sacrificio” dijo, una vez cuestionando al macrismo. Es
curioso y válido.
“El aumento de casos en la provincia tiene mucha correlación con
ir a CABA a trabajar, vender, comprar y luego volver”, dijo en mayo el
viceministro de Salud provincial Nicolás Kreplak. Y Mario Secco, intendente de
Ensenada, advertía que la apertura en el distrito que gobierna Rodríguez
Larreta “es una locura”. Explicó que si sus medidas eran adoptadas en la
provincia “terminamos con un montón de muertos”. Varios intendentes “están
pidiendo que no se sigan flexibilizando actividades que impacten en el
conurbano”, decía María Teresa García, desde el gobierno de Kicillof y que, si
bien “hay algunos intendentes que tienen otras posibilidades, como el corredor
norte”, es necesaria «una mirada regional» del conurbano. “Las aperturas
comerciales en Capital complican al conurbano”, apuntó. Kreplak destacó que si
en la ciudad de Rodríguez Larreta se permitieran sólo actividades esenciales
caería la circulación humana y del virus. Martín Insaurralde fue más severo al
plantear que “Hay que ser muy cínico o muy canalla, o las dos cosas, para
criticar el aislamiento, que es la única vacuna para minimizar el contagio”.
Víctor Hugo Morales se horrorizaba en la radio al recorrer las
cifras de la ciudad de Buenos Aires, que tiene un número impactante de muertos
promedio en el mundo y casi 100 mil contagios. Los diputados del macrismo
pretenden ahora ir al Congreso personalmente y pueden contagiar a los empleados
para continuar el incumplimiento de las normas que pide el gobierno nacional.
En tierras de Rodríguez Larreta hay a la fecha, 2.290
fallecidos, 94.331 infectados y 29.916 recuperados. En cuanto a disponibilidad
en hospitales, hay controversias con las cifras. Al parecer, las desinflan. A
su vez, la ciudad es responsable de expandir el virus al país y por eso, hay
quejas en provincias. En Suiza, en tanto, el fugado decía a lo canalla hacia el
10 de agosto, que “el modelo de cuarentena sin salida del gobierno no va más”.
Quirós, es triste, lo sigue. Y viene la apertura de bares, las marchas de la
histeria, los parlamentarios que quieren romper las normativas, etc.
Infabaires24 informó que el delegado de ATE en
los Hospitales Durand y Pedro Elizalde (Casa Cuna), Héctor Ortiz, denunció que
el gobierno de Rodríguez Larreta realiza menos testeos y es por ello que el
aumento de los contagios parece haberse estabilizado (Ver: “Enfermero desnuda
la macabra maniobra de Larreta para ocultar contagiados de coronavirus”).
Mayra Mendoza, desde Quilmes, ya lo había advertido al
señalar que la apertura de Larreta es “un acto de irresponsabilidad por parte
del gobierno de la CABA” y Juan José Mussi, desde Berazategui, decía que “si
las cosas siguen así” habría que cerrar accesos a la Capital. Para algunos
gobernadores, se trata simplemente de cambiar el estatus de la capital que fue
pensada como espacio de todas las provincias y hoy es una suerte de coto
cerrado de experimentación frente a un país que precisa respuestas, no
privilegios.
Comentarios
Publicar un comentario