En una sociedad
donde las corporaciones se concentran en maximizar las ganancias y la
productividad, la acción colectiva es, por mucho, la manera más efectiva para
que lxs trabajadorxs consigan que lxs empleadorxs atiendan sus necesidades
urgentes. A la mayoría de lxs ejecutivxs de las empresas no les importa
que lxs empleadxs tengan voz y voto en el trabajo. Depende de lxs
trabajadorxs del país hacer que sus empleadorxs lxs escuchen fuerte y claro.
A mediados de marzo alguien me preguntó si el Covid-19 incitaría a una
ola de sindicalización. Mi primera reacción fue no. ¿Cómo sería
posible para lxs trabajadorxs sindicalizarse con todo este distanciamiento
social y la gente no podía siquiera reunirse en grupos? Además, pensaba
que lxs trabajadorxs estarían tan intimidadxs por los horrores de la pandemia
que no pensarían mucho en sindicalizarse.
Fue una respuesta miope. No me había dado cuenta de los furiosxs
que estarían lxs trabajadorxs por el trato indiferente, incluso insensible, que
han sufrido a manos de sus empresas durante esta crisis, y con lxs muchxs
empleadorxs que no movieron un dedo para proporcionar máscaras o desinfectante
de manos. Muchxs de estxs trabajadorxs enfurecidxs, reconocieron que la
forma más segura de conseguir que sus empleadores les brindaran la protección
que necesitaban, era a través de la acción colectiva.
Hemos visto este tipo de acción por parte de lxs trabajadorxs de Amazon,
McDonald's, Domino's, Instacart, Perdue Farms, Whole Foods, y tiendas de
abarrotes más pequeñas como MOM's Organic Market en Filadelfia. Muchxs han
incorporado el distanciamiento social en sus batallas: parándose a metro y
medio de distancia entre sí durante las huelgas en sus lugares de trabajo, o
usando autos para bloquear el paso en los autoservicios de McDonald's.
Si les fue posible, seguramente muchxs de estxs trabajadorxs votarían
por unirse a un sindicato mañana mismo (aunque a finales de marzo, la Junta
Nacional de Relaciones laborales —NLRB por sus siglas en inglés— antisindical
de la administración Trump, suspendió temporalmente todas las elecciones de
sindicalización).Pero todavía no es claro si toda la ira y activismo impulsados
por el coronavirus resultarán en un aumento de la membresía de los
sindicatos. La razón primordial por la que podría no serlo, no es antigua:
cuando hay elecciones de sindicalización en los Estados Unidos, el campo de
juego está carbonatado inclinado a favor de las corporaciones y en contra de
lxs trabajadorxs que buscan organizarse.
Kate Bronfbrenner, de la Universidad de Cornell, descubrió en un estudio
que las empresas suelen utilizar tácticas de intimidación para frustrar las
campañas de organización. En su análisis, que contempló las elecciones de
sindicalización supervisadas por la NLRB entre 1999 y 2003, el 57% de las
empresas amenazó con cerrar operaciones, si lxs trabajadorxs votaban a favor de
sindicalizarse, mientras que el 47 por ciento dijo que reducirían salarios o
beneficios. Bronfbrenner también encontró que un 34 % despidió ilegalmente
a simpatizantes del sindicato, un 28 % ilegalmente intentó infiltrarse en el
comité de organización sindical, y un 22 % utilizó ilegalmente “sobornos y
favores especiales” para motivar a lxs trabajadorxs a votar en contra del
sindicato.
La inclinación conservadora del poder judicial federal, dificulta aún
más la sindicalización. Gracias a un veredicto de la Corte Suprema de
1992, que exaltaba los derechos de propiedad privada considerablemente por
sobre los derechos y preocupaciones de lxs trabajadorxs, lxs empleadores no
sólo exigen a menudo a sus trabajadores que escuchen a consultores
antisindicales y que miren videos antisindicales, sino que también tienen el
derecho de prohibirle a organizadores sindicales poner un pie en la propiedad
de la empresa. Según ese fallo, lxs empleadorxs pueden incluso prohibirle
a lxs organizadorxs poner volantes bajo los parabrisas en el estacionamiento de
empleadxs.
Durante la pandemia, muchxs empleadorxs siguen siendo tan agresivxs como
siempre en su lucha contra los sindicatos. Amazon parece haber hecho todo
lo posible para señalar que no tolerará esfuerzos de sindicalización. La
empresa despidió a Christian Smalls, quien encabezó una huelga de empleadxs en
su depósito de Staten Island que pensaban que Amazon estaba haciendo muy poco
para protegerlxs del virus. Amazon también despidió a Bashir Mohamed, el
principal trabajador-activista de un depósito en Minnesota, al igual que a dos
trabajadoresxs del área de tecnología en Seattle, que eran prominentes ambientalistas
y han criticado las condiciones de seguridad en los depósitos. Whole
Foods, una subsidiaria de Amazon, ha creado un mapa de calorías que utiliza 25
métricas, incluyendo niveles de diversidad y el número de quejas sobre la
seguridad.
El 31 de marzo, el CEO de Trader Joe's envió una carta antisindical a
todos sus empleadxs, mientras que un trabajador de Trader Joe's en Louisville
afirmó haber sido despedido alrededor del mismo tiempo por expresar
preocupación a través de su página de Facebook acerca de las condiciones de
seguridad frente al Covid-19. Todo esto ocurrió después de que Google
despidiera a cuatro trabajadorxs líderes que estaban promoviendo la acción
colectiva, y después de que la luminaria del mundo de la tecnología, Kickstarter,
despidiera repentinamente a miembros del comité organizador sindical
(Kickstarter dijo que no fueron despedidos por respaldar un sindicato).
Las perspectivas de sindicalización no son del todo sombrías. El
actual estallido de huelgas y bajas médicas masivas como forma de protesta
relacionadas al coronavirus, se produce después de la mayor ola de huelgas
desde la década de 1980: las huelgas #RedforEd de 2018-2019, así como los
considerables ceses de operaciones en General Motors, Marriott y Stop &
Shop. El índice de aprobación pública de los sindicatos ha subido hasta
casi su nivel más alto en cincuenta años. También ha habido un aumento de
sindicalización entre profesorxs adjuntxs, estudiantes de postgrado,
periodistas digitales e impresos, trabajadorxs de museos, enfermerxs,
trabajadorxs de tiendas de cannabis y empleadxs de organizaciones sin fines de
lucro.
Otro avance positivo para lxs trabajadorxs es que la cepa de candidatxs
presidenciales demócratas de este año presentó los planes más ambiciosos en
décadas para reconstruir los sindicatos, quizás poniendo fin a un largo período
en el que el partido dio por sentado a lxs trabajadorxs. Unx tras otrx,
lxs candidatxs pare harían dado cuenta (o actuaban como si recién se hubiesen
dado cuenta) de que, para terminar con el estancamiento salarial, reducir la
desigualdad de ingresos y recuperar Michigan, Pennsylvania y Wisconsin, es
vital fortalecer al trabajador. Es difícil saber si el presunto nominado,
Joe Biden, es honesto cuando habla de dar la lucha para reconstruir los
sindicatos, pero si algo es seguro es que lxs trabajadorxs se beneficiarían de
una mayoría demócrata en el NLRB
En el video de una huelga en un depósito de Amazon en Chicago, una
valiente trabajadora dijo: "Esto no se trata de que los Amazonians seamos
perezosxs. Queremos trabajar. Queremos trabajar en una instalación limpia.
Queremos trabajar en un lugar seguro, donde nuestrxs hijxs estén a salvo y
nuestras familias estén a salvo. ¿Cómo podemos ser trabajadorxs esenciales si
nuestras vidas no son esenciales?”
Expresó un punto esencial: en una sociedad donde las corporaciones se
concentran en maximizar las ganancias y la productividad, la acción colectiva
es, por mucho, la manera más efectiva para que lxs trabajadorxs consigan que
lxs empleadorxs atiendan sus necesidades urgentes. A la mayoría de lxs
ejecutivxs de las empresas no les importa que lxs empleadxs tengan voz y voto
en el trabajo. Depende de lxs trabajadorxs del país hacer que sus
empleadorxs lxs escuchen fuerte y claro. No hay momento más apremiante
para esto que durante una horrible pandemia, cuando muchxs trabajadorxs han
muerto porque sus empresas no tomaron las precauciones de seguridad adecuadas.
14 de Agosto de 2020.
https://progressive.international/wire/2020-08-14-will-covid-19-spur-a-wave-of-unionization/es
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