España había firmado en 1986 su adhesión a la
Prohibición Mundial del Comercio de Ballenas, pero el rey no estaba dispuesto a
que una norma le prohibiera hacer un buen negocio. En Argentina, los medios no
prestaron atención. El 9 de Julio de 2016, otro fugador compulsivo, Mauricio
Macri, le pidió perdón en Tucumán por la independencia que establecieron los
patriotas de las Provincia Unidas en 1816.
Macri, que se dice ingeniero y confunde las
fechas históricas, le explicó que los patriotas estaban angustiados al romper
con España. Poco después, en Mar del Plata, caían en manos de los cómplices
grandes del ex presidente, negocios en esa plaza que incluían los de los
carteles que señalaban otra vez a Galicia. Al rey emérito las cosas no le iban
muy bien pero contaba con estrechas complicidades para eludir el peso de la
justicia.
Esta es una pequeña parte de los hechos que
llevaron a que Juan Carlos de Borbón, siguiendo acaso los pasos de Macri,
decidiera fugar fuera de España en una negociación en la que el principal actor
es su hijo, el rey de España, Felipe VI. La democracia española tiene las otras
llaves porque fue un acuerdo entre Franco, que lo escribió, la corona y todas
las fuerzas políticas, incluidos socialistas y comunistas. El sello del mismo,
fue la ley de amnistía que cerró todos los juicios por crímenes de guerra.
Juan Carlos I, con 38 años de reinado a sus
espaldas, se excluyó con una carta enviada a Felipe VI con fecha 3 de agosto en
el Palacio de la Zarzuela. Con una redacción cuidada le informaba que iba a
“trasladarse fuera de España”, debido a razones de “repercusión pública” clave
del mensaje. Califica a los hechos ilegales en que se lo involucra como
“acontecimientos pasados” de su “vida privada”. No cuenta dónde va a instalarse
ni habla de las investigaciones sobre sus oscuros y fuertes intereses
económicos, que lo llevan a decidir la fuga. Agregó el rey emérito, que está “a
disposición del Ministerio Fiscal para cualquier trámite o actuación que se
considere oportuna”. En Buenos Aires se bromea que iría a vivir en París
en el mismo hotel donde reposa Mauricio Macri con su afortunada familia.
La Fiscalía del Supremo español, comenzó a averiguar una vez
conocida la noticia, la relación entre la fuga no explícita con presuntos
delitos fiscales a raíz de supuestas comisiones de la monarquía saudí que
habría embolsado en la construcción de la línea ferroviaria de la empresa AVE
que va de Medina a La Meca. El escándalo estalló cuando en 2018 una grabación
expuso los hechos en boca de Corinna zu Sayn-Wittgenstein, empresaria alemana
de origen danés que habría sido amante del rey emérito. Así a esta historia no
le falta nada.
Lo que está claro, es que a Juan Carlos le cuesta hoy llegar
a su meca. Precisamente, se lo investiga por el caso de que se registraran
comisiones y blanqueo de capitales por ese y otros hechos. A todo esto, queda
claro para la opinión pública española, que el ex rey es un gran pirata de mar
y tierra firme.
Es
así que le escribió a su hijo: “Con el mismo afán de servicio a España que inspiró mi reinado y
ante la repercusión pública que están generando ciertos acontecimientos pasados
de mi vida privada, deseo manifestarte mi más absoluta disponibilidad para
contribuir a facilitar el ejercicio de tus funciones, desde la tranquilidad y
el sosiego que requiere tu alta responsabilidad. Mi legado, y mi propia
dignidad como persona, así me lo exigen”. En ningún momento
explica razones específicas de su decisión de huir al desierto. En el
neoliberalismo también las monarquías solo atienden sus intereses. Qué joder.
La
historia española tiene antecedentes en materia de reyes que parten al
destierro en condiciones de no poder explicar sus negocios.
En
1925, cuando Chaplin estrenaba “La quimera del oro”, Vicente Blasco Ibañez publicó “Por
España y contra el Rey” en París cuando regía la dictadura de Primo de Rivera.
Llamaba a Alfonso XIII “el rey de las comisiones” por intentar instalar
monopolios en Madrid a cambio de comisiones. Alfonso se iría a París en 1931,
luego de que la República lo echara del trono y acabara con la monarquía.
Medios
españoles, citan que Pablo Iglesias, vicepresidente del gobierno de Pedro
Sánchez, califica de “indigna” la huida y con eso soslaya su vínculo con el rey
vigente. La democracia española es hija de Juan Carlos de Borbón y Francisco
Franco. La indignación moral sustituye con esmero las parálisis virtuales que
exigen ser parte de la cortesanía feliz que suceda a otras y otras, hasta el
fin de los tiempos. Reyes hay uno, cortesanos, los que Ud. Disponga.
¿Es
posible creer que Felipe y su hermana, la Infanta Cristina, sumida en el
escándalo Urdangarín, no conocieran las acciones del rey emérito? Algunos
medios españoles serios, caso “La Marea”, sugieren que es poco creíble que
luego de ver a Juan Carlos contando billetes en cantidades considerables a
máquina en La Zarzuela, sin que nadie dijera nada. Por eso esos medios, exigen
el fin de la monarquía y la instalación de una República, clamor que escucha
Felipe VI. En tanto, los acuerdos políticos por arriba, que sostienen la
monarquía desde la muerte de Franco, son sólidos y no siempre visibles. La
izquierda en forma mayoritaria es parte de esos acuerdos y por lo tanto, se
corre el riesgo de llevar a gran parte de la población a un camino de fracasos.
En
la novela “Los santos inocentes”, traza un cuadro de lo que podría aplicarse al
poder en la España de estos días. En eso va el talento sin par de un escritor
notable como Miguel Delibes: “Paco, digo, gracias,
señorito Iván, o por muchas veces, señorito Iván, otro respeto, que se diría
que hoy a los jóvenes les molesta aceptar una jerarquía, pero es lo que yo
digo, Ministro, que a lo mejor estoy equivocado, pero el que más y el que menos
todos tenemos que acatar una jerarquía, unos debajo y otros arriba, es ley de
vida, ¿no”.
Lo saben desde el rey Felipe VI, Felipe, Pedro
Sánchez, Iglesias, Casado y los comunistas, todos hijos del entramado
franquista que los protege. La reina Sofía guarda para sí otro de los grandes
secretos no revelados de la corona, que es la vida de Constantino II, príncipe
de Dinamarca, tío de Felipe de Edimburgo, el rey de Grecia que se sometió a los
militares en 1967 por una acción dirigida desde el norte americano para que los
militares detuvieran la insurgencia popular a sangre y fuego.
El rey títere fue echado definitivamente en
1973. Dado que las monarquías viven de fiesta, al celebrar el cumpleaños número
60 del griego, la reina Isabel II aceptó compartir el evento de Constantino con
su futura nuera, Camila Parker Bowles. Este año cumplió 80 años y la pandemia
le quebró el festejo en Grecia, donde ya ha vuelto y aguarda que la sucesión de
crisis permita restituir la monarquía. De ser así, la vía de los parentescos,
puede ser una ruta en el camino de fuga de Juan Carlos.
Las familias en la realeza lucen un entramado
que bien puede resistir a comparaciones con las comisiones y los resguardos en
paraísos fiscales. A veces las cosas no salen a pedir de rey. Es de imaginar
que Macri debe seguir estos hechos con preocupación en su residencia de París. Y
desconoce que si la avaricia no mide las consecuencias, el rey sin mérito
podría recordarle que Isaac Babel narra en sus cuentos que en Odessa se
dice que “una billetera gorda está
cocida con sangre”.
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