La declaración
temprana del Aislamiento Social Preventivo Obligatorio (ASPO) en Argentina
logró resultados positivos: no solo permitió multiplicar la capacidad de
atención del sistema de salud y avanzar en la provisión de los tests necesarios
para el diagnóstico de COVID-19, sino que además, redujo los casos diarios a
prácticamente cero en 21 de las 24 divisiones territoriales del país, logrando
que un altísimo porcentaje de nuestro territorio nacional hoy esté iniciando
una reactivación administrada de actividades.
En comparación con
los demás países latinoamericanos con grandes metrópolis, Argentina es el que
obtuvo mejores resultados en el control de la pandemia de COVID-19. Como lo
muestran las estadísticas de todo el mundo, disminuir la movilidad de la población
funciona.
No debería llamar la
atención, entonces, que el aumento de la movilidad que se viene observando en
el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA) desde mediados de abril haya
tenido un efecto drástico en el aumento de casos en las últimas semanas. Son
objeto de particular preocupación algunos barrios de CABA, del centro y el sur
de la Ciudad, con tiempos de duplicación inferiores a los 6 días. Estos datos
indican que, si no logramos disminuir la velocidad de contagio de manera
urgente, es inminente la
saturación de las camas de terapia intensiva (es decir, que las/los
profesionales de la salud se verían en la dramática situación de elegir quiénes
recibirán la atención necesaria y quiénes no). El primer impactado sería el
sistema de salud de CABA. Se trata de una saturación inminente porque, con una
duplicación de casos menor a 15 días, esto ocurriría antes de fines de julio.
Prolongar una
cuarentena solo parcialmente efectiva en el AMBA conduce a que una parte de la
sociedad dude de su utilidad y reclame su fin. Sin embargo, la cuarentena es
una medida excepcional que, no habiendo vacunas ni tratamientos efectivos para
covid19, se vuelve una herramienta clave cuando la situación así lo requiere.
Todos los países del hemisferio norte que cuentan los muertos por miles
hicieron uso de ella, algunos de ellos tarde, para lograr una disminución
drástica y veloz del contagio. Los países que se negaron a utilizar esta
herramienta cuando era aconsejable, como Brasil, hoy viven una realidad
dramática y las muertes parecen no tener fin. Por otro lado, todos los países
del mundo que están flexibilizando sus cuarentenas lo hacen en una situación
donde la transmisión del virus está bajo control y los casos en franca
disminución. Asimismo, corren el riesgo de sufrir segundas olas de contagios
debido a que en la mayoría de los países la población infectada es del 5-10%
del total. En este momento Irán e Irak están con segundas olas de contagio
peores que la primera, y hubo un brote también en Corea del Sur. Por todo esto
consideramos que no es el momento de relajar el aislamiento en el AMBA y el
Gran Resistencia, donde los casos, lejos de estar controlados, están en
crecimiento. No hablamos de números, sino de miles de vidas que se perderían,
pero que estamos a tiempo de salvar.
Pensamos que hoy, más que nunca, es necesario maximizar la efectividad de
la cuarentena en el AMBA y el Gran Resistencia. Si esta cuarentena se respeta y
resulta efectiva, los casos activos circulantes serán inferiores a los
actuales, el rastreo de contactos será más simple y el riesgo de colapso del
sistema de salud, casi nulo. En esas condiciones, será razonable comenzar la
flexibilización de las medidas. Para que la nueva etapa de la cuarentena sea
efectiva, es necesario que se conjuguen tres responsabilidades: política, civil
y periodística.
Responsabilidad política. Es preciso fortalecer de manera urgente los sistemas de monitoreo,
la vigilancia activa de casos y multiplicar los esfuerzos de rastreo de contactos
estrechos en los focos ya identificados en AMBA y el Gran Resistencia. Las
provincias que mayor esfuerzo pusieron en el rastreo de contactos hoy tienen la
situación controlada. Solo así podremos cortar las cadenas de contagio del
virus. A su vez, es de vital importancia garantizar a los infectados la
posibilidad de aislarse con las necesidades básicas cubiertas. Se deben diseñar
estrategias específicas, estrictas y segmentadas para distintos sectores de la
economía y para los trabajadores esenciales. El impacto de la propagación viral
se vio intensificado en los barrios populares, pero no se halla confinado a los
mismos sino que hay circulación en todo el AMBA. Es de vital importancia un
accionar unificado de todos los distritos del país, puesto que el virus no
reconoce ni respeta límites políticos ni geográficos.
Responsabilidad civil. Todos debemos hacernos cargo de que somos potenciales portadores y
propagadores del virus, aun cuando no tengamos signos ni síntomas, y
comportarnos como tales, sin salir de nuestras viviendas excepto en casos
absolutamente necesarios, extremando el lavado de manos, distanciamiento
social, utilización de barbijo para cubrir la nariz, boca y mentón, y
respetando a rajatabla las recomendaciones del Ministerio de Salud de la
Nación. Vimos en varias jurisdicciones en los últimos días cómo una sola
conducta irresponsable puede conducir a que se tengan que retrotraer las
medidas de apertura.
Responsabilidad periodística. Resulta indispensable que los medios de comunicación asuman su rol
entendiendo que, aun con sus imperfecciones y efectos colaterales negativos, la
cuarentena continúa siendo la mejor herramienta que tenemos para controlar la
propagación del virus y evitar miles de muertes. Cuanto mejor se explique desde
los medios masivos que si se respeta el aislamiento necesitaremos menos tiempo
de cuarentena, más posibilidades de éxito tendremos.
Convivir con COVID-19
en Argentina será un proceso largo que requerirá de esfuerzos permanentes por
parte de todas y todos, y de la aplicación de estrategias inteligentes y
cambiantes. Esto es contrario a “sentarse a esperar que pase el pico”, como si
fuese un fenómeno estacional ante el cual nada puede hacerse, un discurso que
puede tener consecuencias graves e irreparables.
El pico se habrá
producido cuando, a través de acciones coordinadas, logremos comenzar a bajar
el número de nuevos casos. Como decíamos al principio, 21 de nuestros 24
distritos ya están cerca de “aplastar” la curva de contagios.
Si actuamos en conjunto con una fuerte responsabilidad política, civil y
periodística podemos lograrlo en todo el país, es cuestión de no bajar los
brazos y actuar con decisión y urgencia. Evitar contagios y muertes sigue
estando en nuestras manos.
Firman: Jorge Aliaga, Valeria Levi, Adrián Paenza, Irina Izaguire, Bernardo
Kornblihtt, y 15 mil adhesiones.
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