En
realidad solo me permito referirme a la cuestión de la pandemia, desde la
Historia y desde mi condición de dirigente gremial. En ese sentido, se
puede decir que la humanidad tiene una larga lista de situaciones que
merecieron la calificación de PANDEMIA.
La definición de
pandemia, según la OMS, incluye a la de epidemia, que es la aparición repentina
de una enfermedad que afecta a gran parte de la población, pero extendida a
muchos países independientemente de la letalidad.
Desde la plaga de Atenas
en el año 430 a. C, hasta el Covid-19 en el siglo XXI, más de 20 pandemias han puesto en riesgo la supervivencia
humana. Cuatro de las más mortíferas han sido la peste negra, la viruela, la
gripe española y el VIH/sida.
Desde el
pensamiento mágico, desde tiempos ancestrales, antiguas sociedades creían
que los dioses, infligían enfermedades cuando ciertos pueblos merecían un
castigo. Una creencia entendida como la ira de los dioses y que sirvió, por
ejemplo, para explicar desde la mitología griega, una epidemia mortífera en el
año 430 antes de Cristo. La diosa Hera, esposa de Zeus, envió una plaga a la
isla de Egina, cuyo nombre proviene de la ninfa con que su marido Zeus le fue
infiel. La explicación mitológica corresponde a un hecho real: la plaga de
Atenas, en la que murieron 150.000 personas. El historiador Tucídides,
en 'La Historia de la guerra del Peloponeso' , la describe como una
enfermedad que se originó en Etiopía, atravesó Egipto y Libia, terminó
impactando Grecia y acabó con la vida de miles de atenienses y espartanos,
entre ellos el gran líder militar Pericles.
Desde
entonces y hasta el siglo XXI, la humanidad ha registrado una veintena de
epidemias y pandemias que han puesto en jaque la supervivencia humana. Cuatro
de ellas se cuentan entre las más mortíferas: la peste negra, la viruela, la
gripe española y el VIH/Sida.
La Peste
Negra en la Edad Media cobró la vida de 200 millones de personas
Esta plaga ha
tenido varios brotes a lo largo de la historia. Entre ellos, el más mortífero y
aterrador ocurrió en la Edad Media. Más de 200 millones de personas en
el mundo, entre 1.347 y 1.351, murieron por la peste negra. Solo en Europa
desapareció un cuarto de su población. Se asoció a la
bacteria Yersinia Pestis, alojada en las ratas
negras provenientes de los barcos de China. Pero fueron las pulgas de
dichas ratas las que transmitieron la bacteria a los humanos. Solo con
grandes incineraciones de ratas, cuerpos infectados y pulgas se logró a duras
penas controlar la pandemia.
Un efecto
colateral también se cuenta como factor del inicio del
quiebre del régimen feudal que imperaba en el Medioevo y surgimiento
del periodo renacentista. El ascenso de la burguesía y el desarrollo
de la técnica, constituyen las señas de identidad del Renacimiento, muy
vinculado al avance paralelo de la ciencia. Las máquinas reducen la cantidad de
fuerza y trabajo necesaria, y aparecen para servir a una clase determinada, la
burguesía, que encuentra en ellas una respuesta concreta a sus necesidades. En
el ascenso técnico impera un cambio esencial de mentalidad, puesto que el trabajo
manual –las artes mecánicas– era despreciado durante la Edad Media. Leonardo da
Vinci lo reivindica cuando asegura: “A mi
parecer, son vanas y llenas de errores las ciencias que no han nacido de la
experiencia, madre de toda certidumbre, y que no acaban en una experiencia
definida”. Ciencia y técnica van de la mano, y buena prueba de ello son los
cálculos del arquitecto y escultor Filippo Brunelleschi, previos a la
construcción de la cúpula de Santa María del Fiore, en Florencia.
La viruela,
tan antigua como el mesolítico, tuvo uno de sus peores brotes en la conquista
de América.
La viruela es
una enfermedad tan antigua que data de las poblaciones humanas del año
10.000 antes de Cristo. Aunque a lo largo de la historia, los científicos
atribuyen a la viruela la mayor cantidad de muertes infecciosas, superando los
300 millones de personas, uno de sus brotes pandémicos más severos ocurrió a
partir de 1.520 en territorio americano matando a 56 millones de nativos.
Los indígenas
de esta región del mundo, como los aztecas en México, los tayronas en Colombia,
los incas en Perú y los mapuches en Argentina y Chile, no tenían un cuadro de
defensas, para combatir al virus proveniente del ganado euroasiático. Se
considera, sin embargo, una enfermedad erradicada por completo a finales
de la década de 1970, luego de exitosos programas de vacunación mundial.
La gripe
española asoló a cerca de 50 millones de personas durante el fin de la Primera
Guerra Mundial
En el ocaso
de la Primera Guerra Mundial, apareció en Kansas, Estados Unidos, la gripe de
1918. Llegaría a Europa por el puerto francés de Brest, lugar al que
arribaban la mayoría de las tropas estadounidenses encargadas de apoyar a los
aliados en la guerra. Desde allí pasó a Reino Unido, Alemania, Italia y finalmente
España. Recibió el nombre de gripe española porque mientras la mayoría de
los países europeos estaban en la terrible guerra de trincheras, España era un
territorio neutro y la prensa de ese país no censuró las publicaciones sobre la
pandemia. Fue tan devastadora esta gripe que en un solo año mató a entre 40 y
50 millones de personas.
El virus de
transmisión sexual VIH/Sida, ha matado entre 25 y 35 millones de personas. Más
recientemente, el VIH/Sida, fue una pandemia que se descubrió en Estados Unidos
en 1981. Se entendió inicialmente como un virus de transmisión sexual, pero
después se concluyó que también se infectaba por transfusiones de sangre
contaminadas, por transmisión del virus de madre a hijo durante el embarazo, o
por el uso de agujas hipodérmicas. La teoría más aceptada actualmente sobre la
procedencia del VIH/Sida está relacionada con los simios y
chimpancés que habrían entrado en contacto con el hombre en la década de
1920, en el centro de África.
INCERTIDUMBRE ANTE EL ALCANCE Y EL IMPACTO
DEL COVID-19 EN EL MUNDO
En el siglo
XXI, el SARS en el sudeste asiático, el ébola en África, el MERS en Medio
Oriente y la gripe AH1N1 en todo el mundo, han sido epidemias y pandemias
que han puesto en jaque a la comunidad científica internacional.
La más
reciente pandemia en la historia, por la que estamos atravesando, es el
nuevo coronavirus Covid-19 que se originó en la ciudad china de Wuhan, y
que actualmente está presente en los cinco continentes. Los laboratorios
del mundo trabajan a contrarreloj para entender su funcionamiento, dar luces
sobre su impacto en los humanos y encontrar una vacuna que apacigüe su
acelerada y preocupante propagación. Las ciudades, sedes de la interacción social y
económica por excelencia del mundo actual, han resultado ser los lugares
perfectos para la propagación del coronavirus SARS-CoV-2. Su alta densidad y
sus conexiones internacionales han permitido su expansión global en unas pocas
semanas. No obstante, los efectos de esta pandemia en cada ciudad han sido
diferentes. En la ciudad brote de la enfermedad, Wuhan, China, una metrópoli de
11 millones de habitantes, la respuesta ante el nuevo virus del Covid-19 fue el
cierre de la ciudad, la limitación de movimientos, la construcción rápida de
hospitales y un ejército de personas y máquinas limpiando la ciudad
continuamente, entre otras medidas.
A su vez,
el Estado ha procurado el acceso a la salud y ha logrado, no sin muchos
problemas de por medio, el abastecimiento a todos sus habitantes, lo que ha
reducido sus impactos sociales. Hay que recordar que, como parte del alto
crecimiento que la ha convertido en la segunda economía del mundo por su
capacidad manufacturera, en las últimas dos décadas, China se ha dedicado a
construir ciudades y a establecer mecanismos de vigilancia poblacional a gran
escala. Esto fue lo que le permitió construir hospitales rápidamente, y detener
el movimiento de la ciudad sin generar problemas sociales mayores, llegando a
la reciente reapertura de Wuhan.
Otro caso
es el de la ciudad de Daegu, Corea del Sur, en donde se presentaron brotes de
Covid-19. La respuesta consistió en el seguimiento detallado de los enfermos y
de las posibles personas que se hubieran contagiado. Para ello empleó una
estrategia de pruebas masivas y baratas de detección del nuevo virus y un
seguimiento electrónico mediante aplicaciones de teléfonos inteligentes, entre
otras medidas. Ésta fue la estrategia que permitió controlar la epidemia en un
país con un régimen democrático procapitalista. Y lo ha logrado, también,
gracias a la preparación que han tenido durante años posteriores a los brotes
de enfermedades virales similares, SARS y MERS, así como a una gran industria
farmacéutica y de telecomunicaciones y tecnologías de avanzada. Sin estas
capacidades productivas instaladas, difícilmente podrían haber llevado a cabo
tal estrategia para controlar la epidemia y con limitaciones menores sobre la
actividad social y económica de Daegu. En cambio, en otras ciudades con
capacidades materiales mayores, pero con menor capacidad tecnológica y una
distribución poblacional más vulnerable, el efecto negativo de las medias
draconianas ha sido aún mayor. En la región de Lombardía, Italia, una zona bien
conectada y con población de medios y altos ingresos, así como con un buen
sistema de salud pública, el virus ha generado una tragedia mayor.
LA CONDICION ETARIA:
El contexto
social es importante: más de 20 % de la población en Italia es mayor de 60 años
y muchos conviven cotidianamente con jóvenes o viven con ellos.
A
diferencia de lo sucedido en China que cuenta con altos controles de
movimiento, la filtración del anuncio del cierre de la región y de la actividad
en las ciudades más importantes, como Milán, provocó una ola de fugas de
personas a otras partes de Italia. Buscaban “escapar” de estas restricciones,
en algunos casos rumbo a casas de sus familias. Esto pudo haber resultado un
mayor esparcimiento de la enfermedad y generar un incremento dramático de los
fallecimientos. Entre otras causas, fue esta situación socio demográfica la que
explica el alto impacto de la enfermedad en dicha región.
Estos
ejemplos, solo pretenden señalar que los efectos de la pandemia, variarán en
cada ciudad y que no resulta tan fácil trasladar las políticas públicas de una
latitud a otra, sin la posibilidad de causar, incluso, un mayor daño.
Considerar que de la noche a la mañana y sin sus capacidades materiales y
tecnológicas es posible aplicar en una estrategia similar a la
sudcoreana con exámenes masivos es, sin duda, iluso. No quiere decir
que no sea deseable hacerlo, pero material e institucionalmente se requiere un
mediano plazo solo para construir esas capacidades. Del mismo modo, la idea de
cerrar ciudades enteras y detener todas las actividades mediante la fuerza
pública puede no cumplirse o acarrear consecuencias indeseadas sin un Estado
que pueda mantener la alimentación, el techo y la salud de todos sus
habitantes, para que no salgan de casa. Especialmente porque mucho del empleo
informal y de bajos ingresos depende de la interacción social de cercanía y,
sin ella, se perderían sus ingresos diarios necesarios para vivir.
Si se
decreta el cierre pero no se cumple, esto puede dificultar otras acciones para
controlar la epidemia. Y si sí se cumple, pero en esa situación de precariedad,
claramente esto puede llevar a que la gente sufra, exacerbándose problemas de
violencia doméstica o por falta de bienes mínimos para vivir, como alimentos.
Incluso, un cierre muy largo sin capacidades de dotar a la población de los
mínimos vitales, podría generar desobediencia civil y posibles brotes de
violencia social, lo que rompería todas las medidas para controlar la epidemia.
Lo anterior
pareciera sugerir que se debe elegir entre el control total de la epidemia o
permitir cierta actividad económica con el fin de mantener la paz social. Sin
embargo, esto es un falso dilema, dado que existen herramientas de política
pública, no dirigidas a enfrentar directamente la epidemia, pero que sí pueden
aliviar sus efectos sociales y económicos. Entre las posibles medidas a
considerar se encuentran el congelamiento o moratoria de rentas de vivienda y
de comercios pequeños; la prohibición de desalojos; el establecimiento de un
ingreso universal mínimo de emergencia; la provisión de refugio para las
personas sin techo y alimentos para quién más lo necesite; atención médica y
alimenticia gratuita a los enfermos, entre otras.
Estas
medidas están claramente dirigidas a la población trabajadora formal e
informal, a los pequeños negocios —muchos de ellos de auto empleo—, así como a
la población más vulnerable. Esto puede requerir posponer proyectos,
recortar programas o recurrir a financiamiento fuera del presupuesto en
diversas ciudades por algunos meses, pero la emergencia demanda el regreso de
las políticas de un estado de bienestar.
EN NUESTRO PAÍS:
En la Argentina, la
pandemia de coronavirus es la segunda en lo que va del siglo XXI, ya que
la primera fue la gripe A, en junio de 2009, causada por una variante del
Influenza virus A (subtipo H1N1). Originalmente se la llamó gripe porcina, pero
la OMS decidió denominarla H1N1.
En agosto de 2010 se
anunció su fin y tuvo una mortalidad baja, en contraste con la amplia
distribución del virus, causando unas 19.000 víctimas fatales. En Argentina
hubo 626 muertos.
Nuestro país no estuvo
ajena a padecer estos estragos, ya que, desde su fundación, en 1.580, la ciudad
de Buenos Aires sufrió periódicamente devastadoras epidemias que la prensa
llamaba “pestes”. La viruela y el tifus fueron las que más
azotaron a la población del Río de la Plata, potenciadas con el tráfico de
esclavos que trajo consigo la peste bubónica y el cólera durante
el siglo XVIII.
Pero la epidemia que
marcó un antes y un después fue la de la fiebre amarilla en Buenos
Aires (transmitida por mosquitos infectados, generalmente del género Aedes, los
mismos que transmiten los virus del dengue, zika y chikungunya), especialmente
en 1870 y 1871. Hubo días en los que en la ciudad murieron más de 500 personas,
con un total aproximado de 14.000 muertos.
En 1956, se produjo la
mayor epidemia de poliomielitis o polio en la Argentina, con 6.496
casos notificados de una enfermedad que causaba la muerte o dejaba una severa
discapacidad. La investigación científica y la innovación farmacéutica también
pudieron torcer el curso de esta enfermedad, que hoy va camino a ser la
segunda erradicada en el mundo luego de la viruela.
IMPACTO EN EL MUNDO LABORAL
EL
Observatorio de la OIT – segunda edición: El COVID-19 y el mundo del trabajo
Estimaciones actualizadas y análisis 7 de abril de 2020
Desde el
primer comunicado de la OIT, la pandemia ocasionada por el COVID-19 se ha
acelerado aún más en términos de intensidad y ampliación de su alcance a nivel
mundial. Las medidas de paralización total o parcial ya afectan a casi 2700
millones de trabajadores, es decir: a alrededor del 81 % de la fuerza de trabajo mundial. En la
situación actual, las empresas de diversos sectores económicos, en especial las
empresas más pequeñas, se enfrentan a pérdidas catastróficas que amenazan su
funcionamiento y solvencia, y millones de trabajadores están expuestos a la
pérdida de ingresos y al despido.
Las
consecuencias para las actividades generadoras de ingresos son especialmente
graves para aquellos trabajadores de la economía informal que carecen de
protección.
En
muchos países ya ha comenzado una contracción del empleo a gran escala (en
muchos casos, sin precedentes). Las nuevas estimaciones mundiales de la
OIT apuntan a que en el segundo trimestre de 2020 habrá una reducción del
empleo de alrededor del 6,7%, el equivalente a 195 millones de trabajadores a
tiempo completo. El recuento final de las pérdidas anuales de puestos de
trabajo en 2020 dependerá fundamentalmente de la evolución de la pandemia y de
las medidas que se adopten para mitigar sus repercusiones. Por ello, la OIT
seguirá vigilando la situación y actualizará sistemáticamente la estimación de
las horas que se han perdido y la pérdida de empleo equivalente.
La
mayor parte de las pérdidas de empleo y la disminución de las horas de trabajo
se producirán en los sectores más afectados. La OIT estima que 1250 millones de
trabajadores, esto es, el 38 % de la población activa mundial, están empleados
en sectores que hoy afrontan una grave caída de la producción y un alto riesgo
de desplazamiento de la fuerza de trabajo. Entre los sectores clave figuran el
comercio al por menor, los servicios de alojamiento y de servicio de comidas y
las industrias manufactureras, el Turismo y Transporte.
Según las
estimaciones de la OIT, en las últimas semanas ha habido un rápido aumento de
los cierres de lugares de trabajo, y el 81% de la fuerza de trabajo mundial
vive en países donde se ha producido la llegada del virus.
Con esta
masiva perturbación económica, la crisis por el COVID-19 está afectando a los 3.300
millones de integrantes de la población activa.
LA SALUD DEL TRABAJADOR
Quienes
siguen trabajando en espacios públicos, en particular los trabajadores de la
salud, están expuestos a importantes riesgos sanitarios y económicos. En este
sector, destaca el porcentaje de mujeres. Independientemente del lugar
del mundo o el sector de que se trate, la crisis está teniendo repercusiones
dramáticas en la fuerza de trabajo mundial.
Las
respuestas desde el ámbito político, deben centrarse en la prestación de alivio
inmediato a los trabajadores y las empresas, a fin de salvaguardar los medios
de subsistencia y las empresas económicamente viables, en particular de los
sectores más afectados y en los países en desarrollo, asegurando así las
condiciones para una pronta recuperación con alto coeficiente de empleo, una
vez la pandemia haya sido controlada.
Para la
OIT, las respuestas políticas ante la crisis deben enfocarse en dos objetivos
inmediatos. En primer lugar, es necesario asegurar la salud de los
trabajadores, los empleadores y sus familias.
El segundo
objetivo, deben ser las acciones coordinadas, rápidas y de gran escala para
estimular la asistencia económica, tanto respecto a la demanda como a la oferta
y sostener los empleos, las condiciones de trabajo y los ingresos de los
trabajadores.
La oficina
Argentina de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), advirtió recientemente,
por el impacto de la crisis sanitaria en el mercado laboral argentino. “Mujeres, trabajadores informales y
monotributistas, entre otros, enfrentan mayores riesgos de perder su empleo y
de sufrir el deterioro en la calidad de sus condiciones laborales”, asegura
el informe elaborado por los especialistas Christopher Ernst y Elva López
Mourelo.
El organismo destacó la reacción del
país ante la pandemia al celebrar el anuncio de refuerzos en los programas
sociales, como la Asignación Universal por Hijo.
“Al
igual que en todo el mundo, la crisis provocada por la pandemia del covid-19,
tendrá un fuerte impacto en el mercado de trabajo de Argentina. La cantidad y
la calidad de los empleos se encuentran amenazadas, con consecuencias más
significativas para loa trabajadores que están en una situación de mayor
vulnerabilidad”, sentenció. “Las
políticas de aislamiento como respuesta a la crisis sanitaria –que fueron
tomadas por el gobierno argentino y por otras naciones con las que mantiene
vínculos comerciales-, tuvieron como resultado el actual freno de gran parte de
actividades profesionales”, advierte la OIT. Se adelanta que la actividad
seguirá en caída las próximas semanas. La OIT destacó el problema de los
trabajadores que realizan tareas de cuidado en los hogares, donde se incluyen a
las trabajadores domésticas. Este segmento de la población abarca a más de un
millón de personas en el país y mayoritariamente son mujeres. “El 75 % de las trabajadoras domésticas en
Argentina no están registradas, lo que limita su acceso a derechos laborales
como la obra social, la licencia por enfermedad y otros mecanismos de
protección social, especialmente necesarios en esta crisis sanitaria”,
planteó la entidad dependiente de las Naciones Unidas.
La vulnerabilidad de las mujeres se
registra en varios frentes. “No sólo
están representadas en las ocupaciones a cargo de atender a las víctimas de la
pandemia (principalmente en tareas de enfermería), sino que tienen también
mayor presencia en los sectores más afectados por las restricciones y el
aislamiento social como el comercio, turismo y hotelería, entre otros”. Por
ejemplo, las mujeres representan el 44% de los trabajadores en el sector de
hoteles y restaurantes del país.
Los trabajadores informales, son otro
de los rubros más vulnerables ante el estallido de la crisis sanitaria. “En general se verán especialmente afectados
por las consecuencias del Covid-19, ya que normalmente se desempeñan en
ocupaciones incompatibles con el trabajo a distancia”, explicó la OIT.
Agregó que los trabajadores informales, no cuentan con mecanismos de protección
que les brinden un ingreso mientras dura la cuarentena.
El grupo de trabajadores
independientes, monotributistas y trabajadores de plataformas, también se
cuentan entre los más vulnerables. “No
están cubiertos por un seguro de desempleo u otras protecciones esenciales,
como la cobertura por enfermedad profesional que les otorgaría un ingreso
durante el periodo que no pueden trabajar”.
El documento de la OIT planteó
además, que sectores de la construcción y la industria manufacturera, son otros
segmentos que recibirán un fuerte impacto. Puntualmente, advirtió por las
consecuencias en trabajadores de micro y pequeñas empresas, que se encuentran
muy expuestas a la crisis económica.
“Gran
parte de la población ocupada en Argentina, trabaja en Pymes ó por cuenta propia.
En las unidades con menos de cinco empleados, 7 de cada 10 personas, trabajan
en la informalidad”, detalló.
EN
FORMOSA:
“Si
el paraíso estuviera en la tierra, el lugar seria Formosa”, así describió
Fontana su misiva al informar sobre las característica del lugar elegido
para el asiento de la nueva ciudad.
Entiendo que El gobierno de Formosa,
tomó y sigue adoptando las medidas adecuadas para la protección sanitaria de
toda la población, acentuándose la labor de los efectores de salud, tanto
pública como privada y en los sectores de servicios públicos esenciales Está
claro que política de gestión planificada, que desarrolla el Gobierno
Provincial, permite la toma de decisiones que operativamente resultan positivas
ante un evento de la naturaleza que hoy afecta al mundo.
De ahí surge el estado que se refleja
en los informes provinciales y nacionales de la situación sanitaria de
nuestra provincia, siendo la nota sobresaliente el de no registrar ningún
caso concreto de afectado por CORONAVIRUS.
Lo que también hay que remarcar que
el esfuerzo del estado, está siendo acompañado en forma responsable por
la gran mayoría de la población, respetando las decisiones y
orientaciones que se transmiten para que podamos protegernos todos/das. No
olvidemos que en forma simultánea y con anterioridad a la PANDEMIA,
en Formosa estamos confrontando fuertemente contra el DENGUE, otra situación
que afecta a la población formoseña y pone en riesgo la salud.
En cuanto a la cuestión laboral, los
efectos la cuarentena también impactan fuertemente en los sectores de la
producción y servicio, en particular a los de la rama de Gastronomía,
Turismo, transporte, concesionarias, inmobiliarias, como así a los
profesionales independientes, cuentapropista y las pequeñas y
medianas empresas. El sector privado está muy afectado, y ayer escuchaba a un
empresario de la rama automotriz, decir que estaba muy condicionado para
sostener el plantel de 39 empleados con que cuenta, a raíz de la inactividad
derivada de la cuarentena. Esa situación se replica y pone en riesgo miles
puestos de trabajo en el segmento privado. Un hecho positivo lo constituye la
reciente convocatoria del Consejo Económico de Emergencia, presidido esta vez
por el Ministro de Economía, Hacienda y Finanzas Dr. Jorge Oscar Ibáñez,
ámbito en cual se consensuaran medidas orientadas a incentivar la
economía y la producción.
Y aquí quiero rescatar y señalar, las
decisiones tomadas por el Presidente Alberto Fernández en materia social,
para brindar cobertura a miles de trabajadores y también las que se están
tomando, para la preservación del trabajo apoyando a las Pymes.
También hay que rescatar el
sostenimiento de la Estabilidad Laboral tanto en la Administración
Pública Nacional, como en la provincia de Formosa, donde a pesar de las
condiciones de emergencia el Gobierno cumplió con el cronograma de pagos
y la efectivizarían del incremento del 15% para todos los trabajadores
activos y con alcances a los pasivos y pensionados de la Caja de
Previsión Social. Creo que los trabajadores estatales provinciales,
debemos reflexionar también sobre la vigencia de estos derechos, y
reconocer una decisión política que transmite tranquilidad a los hogares
de cada familia estatal, y por ello reafirmar nuestro compromiso de trabajar
con mayor responsabilidad y solidaridad con la comunidad toda.
Y a riesgo de ser repetitivo, expresar
la necesidad de que nos cuidemos entre todos, respetando las directivas de los
organismos nacionales y provinciales, acerca del cumplimiento del lapso y
condiciones de la cuarentena. Ello nos permitirá evitar caer en la una suerte
de Sisifomania, y la consecuencia del estigma que tuvo que sobrellevar
por la furia los Dioses. (Camus, Albert. El
mito de Sísifo).
Por último me permito compartir las
expresiones del Papa Francisco, en la parte de su alocución al dirigirse
a la Dirigencia Política, Económica y Social de todo el mundo:
“…Que no se pierda la ocasión para
demostrar, una vez más, la solidaridad, incluso recurriendo a soluciones
innovadoras”. Y precisó: “Es la única alternativa al egoísmo de los
intereses particulares y a la tentación de volver al pasado, con el riesgo de
poner a dura prueba la convivencia pacífica y el desarrollo de las próximas
generaciones”. “Este no es el tiempo
del egoísmo, porque el desafío que enfrentamos nos une a todos y no hace
excepción de personas”.
*Lic. en Historia. Sec. Adjunto UPCN, Formosa.