Los mangos tienen calor
en mi pequeña provincia.
Caen muertos de sed
sobre el ardiente cordón.
La siesta reina
con sus rayos de sol,
los hombres descansan
con el cruel ventilador.
Las madres columpian
a sus hijos con amor,
esperan a que se haga
de noche,
para dormir mejor.
* Del libro "Prohibido cruzar la calle", de próxima aparición.