MÉDICOS, MAESTROS Y EL PUEBLO ARGENTINO HACEN UN CANTO A LA ESPERANZA CON SU SOLIDARIDAD, por ALEJANDRO C. TARRUELLA
Los que son responsables
Ellos en cambio, en
días, lo devolvieron a la actividad y en tiempo récord servían solidariamente a
la lucha contra el coronavirus. Al mismo tiempo, miles de médicas, médicos,
enfermeras y enfermeros más auxiliares de todo tipo, con salarios que recién
ahora comienzan a ser reconsiderados, trabajan con riesgo de su vida en ayuda
de los damnificados.
Empleadas y empleados
municipales, bancarios y de gremios de la salud, miembros de fuerzas de
seguridad, armadas, funcionarios de ministerios y municipios, en diferentes
gobiernos y el Estado, maestras y maestros, profesoras y profesores, se
entregan a las tareas que exige el gobierno en el combate a la pandemia.
Lejos de las diatribas contra el pueblo argentino, las racistas
y las otras, contra el país e incluso contra colectivos políticos como el
peronismo, el cumplimiento de la cuarentena es un ejemplo de ejercicio de la
responsabilidad y la participación del pueblo.
El nivel de sostén de
las medidas que dispuso el presidente Fernández es altísimo. ¿En qué país del
mundo, el movimiento obrero organizado, como en Argentina, abrió sus servicios
de salud para que el Estado cuente con una cobertura mayor para la atención del
mal? ¿Dónde está entonces la denigración del pueblo argentino sino en el hacer
del despojo que quieren eternizar los esbirros locales del neoliberalismo?
Contaba en estos días un
escritor cuyo hijo sufre coronavirus leve en Dublin, Irlanda, que estaba
cansado de escuchar hablar contra el país. “La gente no sabe lo que sucede
allí. Aquí, veo a todo el mundo comprometido en ayudar, trabajar y dar lo mejor
de sí. En Irlanda, la sanidad pública casi no existe, para la atención de mi
hijo, que estudia allí, tuve que recurrir a la embajada argentina en Londres.
La gente está prácticamente a la buena de Dios. Aquí es totalmente diferente”.
Se impone cambiar la mirada sobre el propio país.
Mientras los corsarios del
capitalismo neoliberal en caída, dan sus manotazos con furia delictiva, en
Argentina, con un presidente que conduce las tareas, la solidaridad es una
canción que se canta entre muchas y muchos. Despojo, corsario y capitalismo parecen estar
dentro de un mismo capítulo de la infamia.
El antropólogo e historiador mexicano
Antonio García de León, citado por Luis Hernández Navarro en “La Jornada”,
sostiene que el capitalismo fue creado por piratas y sostenido por ellos
“Piratas
en inglés se dice privateers, que es casi como decir privados o iniciativa privada. Fueron incluso parte de la
iniciativa privada de la época. Así que la iniciativa privada actual tiene
entre sus antepasados más gloriosos a los piratas”, escribió.
A su vez, el periodista
Antonio Salvador contaba el 1° de abril en el diario español El Independiente, que
abastecedores de material sanitario avisaron a comunidades autónomas que no
pueden garantizar a futuro demandas de compras que serían de Estados Unidos a
fabricantes chinos. Un suministrador habría revelado que habrá problemas para
esos pedidos debido a que los Estados Unidos está bloqueando productos China
que compra en su totalidad.
Pagan mascarillas a 80
céntimos de euro, mientras que en España se pagaba a 0.45. Son depredadores en
acción carentes de sentimiento solidario. En Bangkok, denuncian que 200 mil
máscaras protectoras destinadas a la policía de Berlín fueron confiscadas y
Alemanía asegura que detrás de la operación están los Estados Unidos. Andreas
Geisesenador, del Partido Socialdemócrata de Alemania, ex Ministro de Estado
del Interior, hizo la denuncia y calificó la acción como acto de piratería
moderna.
Los héroes siempre
callan
Cuando Cuba, China y Rusia envían
materiales y personal a Italia, España, Argentina y a otros países, Estados
Unidos parece persistir en la piratería que, hoy sabemos, es privada y priva a
los otros de lo que necesitan
Aquí, los capítulos de la solidaridad
son incontables. Comentaba el Papa, días atrás, que
mucha gente de clase media iba a Caritas a pedir ayuda, y temían ser avistados
en esa acción. Los comedores se multiplican en el conurbano y en todo el país,
las escuelas abren para dar de comer a niñas y niños. Productores de las
provincias de Córdoba, Santa Fe y San Luis entregaron 150 mil litros de
bioetanol a los gobiernos provinciales y la mayor parte de los gobernadores se
esfuerzan hoy por acudir en auxilio de los más necesitados. En tanto, por las
noches, se aplaude para reconocer a los trabajadores de la salud y a otros.
Alberto Fernández puso
al asumir a la solidaridad como centro de una de las causas principales de su
mandato, la lucha contra el hambre. Le preguntaba a Macri en el debate de
campaña, por qué había tratado tan mal a los científicos del Conicet, y en ello
sumaba a los del Malbrán y los demás. Le tocó salir a atender la pobreza y
apareció el coronavirus. Y aceptó el reto histórico de meterse en camisa de
once varas y atender un tema que ahora la exigía gobernar en vivo para dar
vuelta un sistema.
Si comenzó su mandato
cuando procuraba cerrar las heridas, se vio en la situación por la cual, para
curarlas, debía transformar el sistema. Y se largó a hacerlo. Contó con la
solidaridad de un país, desde Ushuaia a La Quiaca, para encarar la tarea en las
peores condiciones. El coronavirus de ese modo, se transformó en la lucha
contra una pandemia y el campo de creación de un nuevo país. Con el conjunto de
la población dispuesta al dolor de parir un nuevo día.
Decía ayer una niña,
Luna, que estudiando la relación del nombre de los días con los planetas,
descubrió que la semana es un día que tarda en amanecer. Y este episodio que
será histórico, parece ser un día aún más largo, que duda en amanecer, duda
porque va a amanecer.
La solidaridad argentina
como política de Estado, como sentimiento que abriga la mayor parte de la
población, es una canción que se canta de modo silencioso, a la esperanza. Los
días por venir serán mejores