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EDUCACIÓN EN TIEMPOS DEL COVID-19. ¿UNA EDUCACIÓN PARA TODOS?, por JOHANA MAGALÍ AVALOS*


Como ya lo decía una frase muy popular “una imagen vale más que 1000 palabras”. Podemos apreciar en un simple dibujo, la realidad, la desigualdad que golpea muy fuertemente a nuestros queridos niños, niñas y adolescentes. En la imagen, un niño representando a todos los estudiantes, que cuentan con todos los recursos para seguir aprendiendo a través  de la educación  on-line, bien peinado, sentado en su escritorio, junto a sus cuadernos y libros, prestando atentamente atención, a la explicación de su maestra seguramente, a través de un video explicativo ó la aplicación  tan popular de videoconferencia en nuestros tiempos, Zoom.
Por otro lado, un niño de la misma edad, quizás su compañerito de clase, representando a los sectores marginados, excluidos, con su ropa deteriorada, el barbijo representando el presente que estamos viviendo, pero a él, la pandemia que más le golpea, es la desigualdad e indiferencia, descuidado e indefenso, pero mirando a través de la ventana, la clase de su querida seño, anotando todo lo que puede.
Dos realidades tan diferentes, tan dolorosas, con solo observar. Pero estos alumnos aquí representados, tienen algo en común: las mismas ganas de seguir aprendiendo, en este caso matemáticas, operaciones básicas e indispensables como la suma ó la resta. Las mismas ganas de seguir avanzando, para que cuando se regrese a clases, todos cuenten con los conocimientos para seguir y seguir aprendiendo, y sobre todo el derecho a la educación.
Para reflexionar...
¿Pero todos cuentan con los mismos recursos?, ¿todos tienen padres, algún hermano ó tíos que puedan ayudarlos a realizar las tareas?, la respuesta es evidente: NO.
Debo reconocer que en mi condición de futura Profesora y actual coordinadora de un Oratorio Salesiano, que me ha permitido en estos años, conocer cientos de niños, niñas, adolescentes con realidades muy dolorosas, pero poder ayudarlos desde la pedagogía salesiana, a ser un poquito mejores, a ser felices, a sentirse importantes, y que alguien confía plenamente en ellos, que no son invisibles, y que tienen un refugio, un lugar en donde alguien está para ellos. Me tocó de una manera muy distinta, muy de cerca.
Pero no tan lejos para nuestros docentes, porque como bien saben, educar no sólo es enseñar Matemáticas, Lengua, Historia, va más allá de eso, y es el trabajo que muchos docentes realizaban día  tras día antes de esta pandemia, educarlos en valores, acompañarlos, hacer de psicólogos muchas veces, cumplir diversos roles, y no con un sólo niño ó niña, sino con 20, 30 alumnos.
A veces un aula, un docente es un refugio, hoy ese refugio ya no lo tienen, a veces un aula es el único lugar, en donde todos los alumnos, tienen un mínimo de igualdad  ante el acceso al conocimiento, hoy no, ya que no todos cuentan con los mismos recursos.
¿Es posible en estos tiempos de Pandemia, una educación para todos? ¿Qué sucede con los alumnos que no poseen dos recursos importantísimos en el proceso enseñanza / aprendizaje?
En primer lugar, el recurso material, es decir, libros, computadoras, celulares, red de Wifi, que les imposibilita que puedan acceder a los materiales de estudio, mucho menos poder realizar una videoconferencia. Y por otro lado, el recurso más importante, el socio-afectivo; nos encontramos actualmente con niños desbordados de tantas tareas, pero que no cuentan con alguien que los ayude, que los guíe.
Ante esta situación también replantearse: ¿cuál es rol del docente hoy? ¿Cómo tiene en cuenta estas situaciones, a la hora de planificar su clase, vía on-line?
Para tratar de responder estos interrogantes, les comparto la situación actual de un joven de educación secundaria, que me comentaba lo siguiente, su realidad, pero a su vez representa la realidad de miles de estudiantes:
no sé qué hacer, no me gusta estar encerrado, no hago mis tareas, me cuesta entender, no tengo wifi en mi casa, no tengo internet, no sé en donde envían ó como enviar mis tareas, no puedo aprender solo, no entiendo”.
Este ejemplo de una situación real, deja al descubierto tres cuestiones que se repiten y son constantes en educación en tiempos de pandemia:
La primera, la desesperación y la angustia que genera en los estudiantes, el no saber qué hacer con lo que implica estar encerrado en cuarentena, y no poder realizar las rutinas, que antes realizaban con normalidad. Que a su vez, entra en juego la segunda cuestión, ya que su propia realidad lo limita, lo excluye, al no contar con los recursos necesarios, para poder seguir aprendiendo y realizando sus tareas.
La tercera cuestión, “no puedo aprender solo, me cuesta”, lamentablemente, muchos de los alumnos, no tienen a alguien que les brinde un apoyo escolar, que los ayude y  explique pacientemente, como quizás lo haría un docente en el aula. Muchos de ellos, no tienen ni un tipo de acompañamiento, y si lo tienen, quizás sus padres o familiares, no tienen  el nivel de escolarización o paciencia, para poder ayudar a sus hijos a realizar sus tareas. Cabe mencionar también, que esto genera un conflicto con los mismos padres. Ya que los docentes exigen trabajos vía online, los padres se enojan con los profesores por no tener esos medios, y los chicos se sienten mal.
Ante esto, se encuentran desamparados, solos ante una emergencia sanitaria mundial angustiante, y su realidad como estudiante.
Ahora bien, ¿cuál es el rol del docente ante esta problemática, ante dos situaciones tan particulares? la primera: al estar en medio de una pandemia que hace imposible las clases presenciales. Que lleva a replantear sus prácticas, trasladar la escuela a los hogares, y tratar de adaptarse de un día para el otro, a aplicaciones, tecnología  que te puedan ayudar para seguir enseñando a distancia.
De repente las escuelas se cerraron, las aulas quedaron vacías, la educación tradicional ya no fue suficiente, y los cambios que se aceleraron rápidamente, pusieron en evidencia la necesidad de una nueva modalidad de educación, y la falta de preparación del sistema educativo para ello.
Y la segunda situación, aún más difícil: ¿Cómo llegar a aquellos chicos sin recursos, sin wifi, sin acompañamiento escolar? Los docentes, deben buscar muchos medios, para llevar a cabo sus actividades, deben ver las realidades de sus alumnos, si observan que uno de ellos en semanas, no envía sus trabajos, implica buscar otros medios, para poder llegar a ellos.
Ante esto,  ecordaba a algunos docentes formoseños, que tuvieron que adaptarse a la era tecnológica impensado para muchos de ellos, a aquellas maestras jardineras  que a través del programa Educar en casa, emitido por un canal de televisión, cantan, bailan, cuentan cuentos, y se disfrazan, para llamar la atención de sus alumnos, para que ellos las sientan cerca. Y así, docentes de todos los niveles educativos, enseñando las distintas áreas. También docentes que recorren cientos de kilómetros, para entregar materiales de lectura a sus alumnos, docentes dando clases a través de la radio, ó mi hermana docente formoseña en Santa Cruz, haciéndoles videos a sus alumnos de 2do grado, explicándoles, y contando -como si estuviera con ellos-, la familia del 100. Docentes que se preocupan y buscan la manera, para que aquellos chicos que no poseen los recursos, puedan afrontar esta situación, y seguir avanzando en sus estudios.
La educación es un derecho universal, la educación es y tiene que ser para todos, sin importar el nivel socioeconómico, posición social de los estudiantes, más en éstos tiempos. En la educación, tiene que haber más solidaridad, más empatía con los más vulnerables, porque ellos son los que más nos necesitan, y por qué la educación es el único recurso que tienen para salir adelante.
Ahora bien, ¿Es posible una educación para todos? En estos tiempos, todo parece no alcanzar, por más esfuerzos que realiza el sistema educativo, algunos quedan excluidos de la llamada educación virtual. Pero soy una soñadora, soy salesiana, futura docente, y defiendo la educación pública, para todos y todas, sobre todo para los sectores más vulnerables. Creo que quizá es posible mejorar un poco esta situación, con esfuerzo de la sociedad en su conjunto.
En cada caos, se esconde una oportunidad, quizá ésta es la oportunidad para ser más solidarios, tener más empatía con la situación del otro, y ayudarlos en lo que uno desde su lugar puede. No hace falta ser maestro, profesor de un área, desde la profesión que tengas, y con el más cercano. También es tiempo de valorar a nuestros docentes, tampoco pueden solos, necesitan del acompañamiento de las familias, si antes era difícil educar, hoy en día lo es aún más, implica un desafío.
Entre todos podemos ayudar, para que aún en tiempos de pandemia, también exista una educación para todos y todas.
          *Estudiante del Profesorado de Historia. Facultad de Humanidades. UNaF.



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