Los
economistas que integran la Cátedra Abierta Plan Fénix, en la Facultad de
Ciencias Económicas, de la UBA, se pronunciaron en torno a la pandemia que
azota el planeta. Se refirieron a la situación argentina, y a los
condicionamientos que produce y producirá la presencia del virus Covid-19. He
aquí el texto:
“La pandemia producida por el virus COVID-19 ha
tenido un elevado impacto a nivel mundial. Las necesarias medidas de aislamiento adoptadas han reducido en
forma drástica los flujos de personas, incidiendo fuertemente en las
actividades más habituales, desde el trabajo y la educación hasta el
esparcimiento. Se ha contraído la
actividad económica, se han deteriorado los indicadores financieros, y también
se han agravado las condiciones de vida de las poblaciones más vulnerables.
Además, todos enfrentamos situaciones de angustia y sufrimiento, producto de la
soledad, la incertidumbre y la imprevisibilidad.
Este
episodio seguramente continuará en los meses por venir y se extenderá al año
próximo. Pero es esperable que
ceda paulatinamente por el creciente nivel de inmunidad de la población y la
eventual aparición de vacunas. Así ocurrió en pandemias anteriores.
Es
prematuro anticipar qué huellas dejará en nuestra historia la pandemia del
COVID-19. Desde la Cátedra Abierta
Plan Fénix deseamos hacer llegar algunas reflexiones que consideramos
relevantes para enfrentar esta coyuntura crítica.
FRAGILIDAD
La
pandemia ha puesto de relieve la fragilidad de las propias sociedades
desarrolladas. Ello es así porque se
han interrumpido circuitos productivos y culturales que son vitales para el
normal funcionamiento social. Estas interrupciones solo pueden ser
breves (hablamos de algunos meses, como máximo) so pena de enfrentar un
colapso, con derivaciones imprevisibles.
El elevado nivel de vida de que disfrutan los países
de desarrollo alto y medio alto -impensable hace 2 siglos- es en parte el
fruto de aceitados mecanismos de coordinación y cooperación, que se renuevan
permanentemente. Estos mecanismos pueden verse fácilmente mellados.
Contrariamente a las sociedades del pasado, hoy somos extremamente dependientes
el uno del otro.
Alguna
vez se dijo “La sociedad no existe. Sólo existen hombres y mujeres
individuales”. Pero hoy se ha puesto de manifiesto que nuestra sociedad está
lejos de ser un mero conglomerado al que los individuos ingresan o egresan por
su propia voluntad y conveniencia
La pandemia nos llama brusca y brutalmente a la realidad:
sólo actuando como sociedad podemos enfrentarla. Esto debe fundarse en la identidad social y
la pertenencia, algo que jamás podrá surgir de la mera agregación de los
individuos que persiguen solo sus intereses individuales.
Los mercados no construyen conciencia de lo
colectivo. Son
otras las instancias: las formas asociativas que surgen en el ámbito de la
sociedad civil y el Estado. Esto no niega el valor de la libertad individual
pero sí desacredita las utopías individualistas o libertarias. Como se dijo
hace mucho tiempo atrás, somos animales políticos y vivimos en sociedad.
Cuando
se cierne una amenaza como la actual pandemia deben ser convocados los
mecanismos de acción colectiva. La
respuesta que podremos dar como sociedad será en esencia la que construirán el
Estado y el asociativismo, organizando a los actores de los mercados.
Como
se ha señalado repetidamente, el
desmontaje de mecanismos de acción estatal, llevado adelante por muchos
gobiernos en el mundo, ha quitado capacidad para generar esa respuesta.
Así vemos explotar el desempleo en los países con menores instituciones
protectoras del trabajo, como así también colapsar los sistemas de salud y de
protección y seguridad social.
Hoy,
nada menos que un país como Estados Unidos carece de un verdadero sistema de
salud pública, capaz de hacer frente a la pandemia a partir de una estrategia
centralizada y operable. Éste es el
costo que se paga por transformar lo que alguna vez se denominaba el “Sector
Salud” en un mero “mercado de la Salud”, un mercado como cualquier otro
mercado.
Asistimos también azorados a discursos que una y
otra vez priorizan la economía por sobre la vida en base a contabilidades que
incluyen muertes como meros costos a incurrir. Se ha llegado incluso a negar que existe
una amenaza seria. Estos voceros, para sostener negocios privados, hacen además
hincapié en que los sectores más afectados por la desaceleración económica son
los menos favorecidos. En situaciones de normalidad ellos nunca expresaron
preocupación por asegurar niveles de vida decentes para toda la sociedad.
La realidad se ha impuesto a esos discursos. Hemos visto más de una
vez cómo actores políticos de primer nivel que los suscribieron han debido
revisar drásticamente sus posturas en plazos que se miden en semanas,
reconociendo la gravedad de la situación. Es así como se han instrumentado mecanismos
contracíclicos de expansión tanto fiscal como monetaria de dimensión
extraordinaria.
DEMANDA AGREGADA
La Argentina ha salido tempranamente a enfrentar la pandemia. Ha habido algunas
hesitaciones y errores pero el curso general ha sido correcto, básicamente por
la decisión temprana de limitar la difusión y aun la llegada de la infección.
Esto
no impide -al igual que en otros países- que se escuchen voces pidiendo la rápida normalización de las actividades para
revertir la fuerte contracción verificada en las últimas semanas.
También aquí se argumenta que las restricciones para circular implican quitar
el acceso al sustento de quienes no cuentan con un ingreso regular desde sus
hogares y se hallan en situación de alta precariedad y vulnerabilidad.
No
ignoramos la importancia de este argumento (más allá de la discutible
legitimidad de algunos de sus voceros). Pero, además de que un eventual colapso sanitario también tendrá
un elevado costo económico, el imperativo ético de proteger la vida debe
prevalecer sin incurrir en contabilidades sombrías.
Es el Estado quien debe trazar un camino y
garantizar los medios y recursos que permitan sostener las situaciones críticas, sin afectar lo que se ha
logrado hasta el presente en términos de contención de la pandemia. La vía que
se ha comenzado a recorrer -el subsidio directo a los sectores menos protegidos
y el apoyo a empresas pequeñas y medianas- es adecuada.
Ante
la preocupación por el impacto fiscal de las medidas adoptadas -no han faltado
agoreros que anticipan una hiperinflación, por la expansión del gasto-
entendemos que es lícito y pertinente recurrir a una sobretasa sobre la tributación directa y en
general sobre los impuestos a los sectores con más capacidad de defensa ante la
actual coyuntura.
Esta
vía tiene además la innegable ventaja de sostener la demanda agregada, aun cuando es menester verificar que
las restricciones a la actividad no se constituyan en cuellos de botella.
LA DEUDA
La Argentina enfrenta además, en estos días
difíciles, la reestructuración de su deuda. Al respecto, cualquiera sea la vía que se encare, la prioridad
no pasa por una reestructuración rápida y completa a cualquier costo. La experiencia
muestra una y otra vez que estos procesos llevan tiempo y así será posiblemente
en esta oportunidad.
Una
vez más, se requiere una postura
firme que evite compromisos a la postre incumplibles. Los mercados
financieros han sufrido pérdidas cuantiosas en estos días. Es la consecuencia
de asumir riesgos y de prácticas que han llevado sistemáticamente a la
sobrevaluación de activos financieros. El caso de la Argentina deberá ser
entendido y tratado en este contexto.
No está demás recordar que la Argentina no es un
país pobre y no carece de capacidad de ahorro, de manera que puede lidiar con
un período de escaso financiamiento externo.
Por
sobre todas las cosas, el esfuerzo
que haremos al enfrentar la pandemia debe ser encuadrado en una visión
estratégica que apunte a la resolución de los obstáculos
estructurales que han impedido que la Argentina ponga su potencial
en marcha. El racional desarrollo de los cuantiosos recursos primarios y la
profundización del desarrollo industrial y de los servicios modernos son ejes
que deben constituirse en referencias ineludibles, enmarcando las acciones de
corto plazo.
Cerrar la brecha social que genera profundas
desigualdades es un objetivo central dentro de esta visión estratégica. Todas las familias deben
encontrar un lugar formalizado de inserción laboral, de acceso a la salud y
educación, y contar con un ingreso que les asegure la formación de alguna
reserva. Además de ser un justo derecho, se mejorará su resiliencia a la hora
de enfrentar situaciones complejas como la actual.
Este episodio demanda templanza y celeridad. Hemos visto hasta aquí
una respuesta positiva de gran parte de la sociedad a los llamados a limitar el
contagio y combatir la pandemia. Es nuestra esperanza que salgamos fortalecidos
como colectivo social para enfrentar los desafíos que nos esperan cuando la
pandemia haya concluido.”
Buenos
Aires, Abril de 2020.