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CORONAVIRUS, CAPITALISMO Y ANCIANOS DESCARTABLES, por JDC*


Al inicio del presente año 2020, la acción del virus covid-19, se encontraba en Asia, bastante lejos para los latinoamericanos. Sin embargo, ha circulado rápidamente, después de recorrer Japón, Irán, Italia, España, Gran Bretaña, y, posteriormente, más de cien países. El virus tan conocido globalmente, por su capacidad de daño, denominado coronavirus, se aloja tan cerca, y es tan invisible, que atemoriza. Las películas distópicas de Hollywood, se hicieron realidad. Los uniformes protectores propios del sistema sanitario y fuerzas de seguridad, en plenas calles vacías, generarán decenas de nuevas películas.
Luchamos contra el enemigo, como forjando vueltas y vueltas en defensa propia, como los lanzazos que pretendía eludir Juan Moreira, en la última escena de la obra de Eduardo Gutiérrez, y tan bien filmada en cine por Leonardo Favio. También recordamos escenas similares, en El ejército de ceniza, de José Pablo Feinmann, cuando el Coronel Andrade se sentía perseguido por los fantasmas de la soledad y la muerte.
Pero las lanzas del siglo XXI, son invisibles, aunque también muy letales. Nos encerramos, aislamos, como muy bien aconsejan los expertos y los sanos gobiernos, como el argentino. Un nuevo orden mundial, podría producirse a posteriori de semejante pandemia. Constituye un interrogante central, pero sí es seguro, que ha quedado al descubierto el verdadero entramado social, que suele vestirse de solidaridad, ó de convivencia denominada integración, pero que en realidad, se nutre bastante de las miserias, egoísmos, mendacidades, inmoralidades, codicias, usuras, y sordideces, entre otras conductas humanas.
VIRUS GLOBAL
El virus iguala, agrede a todos, sin distinciones de ninguna naturaleza, con énfasis en los grupos de riesgo (ancianos, embarazadas, algunas enfermedades previas), a quienes daña más. La humanidad toda, se encuentra…, nos encontramos, endebles, nos hallamos frágiles, vulnerables (con diferentes intensidades), lo que ha dado lugar, a pensar en el mundo cristalizado por el neoliberalismo que estábamos experimentando. Es decir, en el dominio absoluto de los mercados, de las grandes empresas globales, además de la existencia de una minoría global, cada vez con mayor riqueza. Como cita el sociólogo francés, F. Dubet, “En 2010 (…), el 1% de los estadounidenses captó el 93% de los ingresos”. (Por qué preferimos la desigualdad, 2015: 20). Esas desigualdades de recursos, además de la desigualdad vital, y, existencial (según la tipología del sociólogo sueco G. Therborn), permiten que una pandemia, por ejemplo, impacte también de diferente intensidad.
De cualquier modo, el coronavirus, es tan dañino e irrespetuoso, que ha obligado hasta a la propia Alemania, a volcar en la sociedad, miles de millones de euros (salud, empresas, etc.), para hacer frente a los daños que está produciendo, y que va a cristalizar luego de superada la propia crisis epidemiológica. Y Alemania, no es keynesiana, lo cual demuestra que para defender a su población, a su país, al equilibrio económico y social, sólo el Estado, sus políticas y sus recursos, son la clave para no padecer lo peor. Como lo hace Alberto Fernández, en Argentina.
ANCIANIDAD EMBESTIDA
El capitalismo, vía modernidad, nos instaló en un escenario demográfico en el cual, los seres humanos, pueden vivir más tiempo (antes 60 a 70 años, ahora 80 a 90 años). En la provincia de Formosa, por ejemplo, en 1970, la población mayor de 65 años, representaba el 2,9 %; en 1980, el 4,1 %; y, en 1991, el 4,7%. Dicho proceso, que en demografía denominan envejecimiento de la población, no es otra cosa, que el producto de los avances de la modernidad, de la ciencia, del progreso, de la medicina, entre otros aspectos. En relación a ello, el sociólogo alemán del siglo XX, Norbert Elías, creó y desarrolló el concepto de civilización, que expresa “el grado alcanzado por su técnica, sus modales, el desarrollo de sus conocimientos científicos, su concepción del mundo y muchas otras cosas”. (N.E., El proceso de la civilización. 2009: 83). Extrañamente, debido al propio capitalismo “y cierta incapacidad” de sus cuadros, se les “escapa” un virus, que ataca con mortalidad, centralmente, a las personas mayores de 60 años.
Se torna incomprobable, afirmar que existe un plan siniestro que controla el covid-19 (como lo sugieren algunos datos dispersos), pero el planeta estará en condiciones en los próximos años, de dar cuenta de estas acciones que debilitan los logros de la modernidad. Las burguesías globales, especialmente en los países emergentes ó en desarrollo, confrontan en forma virulenta contra las políticas keynesianas, contra los gobiernos populistas ó de centro-izquierda. Entre los tótem, seleccionados como enemigos por dichas burguesías, se encuentran los sistemas previsionales, que brindan necesaria cobertura básica, económico-social a las personas mayores de 60 años, para mujeres y hombres, con diferencias de edad en el inicio de la cobertura, según los países. Las políticas y acciones que impulsan los mentores neoliberales para confrontar, no es la eliminación del sistema, sino el retiro del Estado, y el pase a manos privadas, para hacerse de sus cajas (como por ejemplo, las AFJP, en los años 90´, en Argentina; o similar sistema en Chile). Entonces, neoliberalismo confrontando por sistemas previsionales, estatales, para hacerse de ellos, contra gobiernos populistas que los sostienen, para defender los derechos de los ancianos, ha sido un escenario inevitable de los últimos años.
Aunque para las sociedades de Occidente contemporáneo, resulta un aspecto de menor valor, como también para los medios de comunicación que los representan, la vejez, como periodo cronológico inevitable del ser humano, resulta de importancia, no sólo para los propios ancianos, sino también para quienes tienen allegados (familiares, amigos, ex compañeros de trabajo, y otros). Ha llegado la oportunidad de disfrutar de sus figuras, de sus vivencias pasadas y presentes, de la mirada diferente porque se sostiene sobre ambiciones y proyectos propios, muchos de los cuales no se han cumplido. Pero han recorrido el camino, y eso los enriqueció.
Suele mencionarse acerca de la sabiduría y sus perspectivas, por parte de los ancianos. Michel Foucault, filósofo francés, expresó en su Curso de la cátedra Historias de los sistemas de pensamiento, del año 1982, publicado como libro posteriormente, lo siguiente:
Como en la cultura antigua (…) la vejez es la sabiduría, pero también la debilidad. La vejez es la experiencia adquirida, pero también la incapacidad de ser activo en la vida de todos los días, e incluso en la vida pública. (…). Liberado de todos los deseos físicos, libre de todas las ambiciones políticas a las cuales ahora ha renunciado, y tras haber adquirido toda la experiencia posible, el anciano va a ser quien es soberano de sí mismo, y puede satisfacerse completamente consigo mismo.” (La hermenéutica del sujeto, 2009:114-115).
Antes que Foucault, en 1970, la también francesa filósofa Simone De Beauvoir, publicó La vejez, reeditado en Buenos Aires, en 2011. Allí, De Beauvoir, afirmaba: “La vejez (…), es un nuevo estado de equilibrio biológico; si la adaptación se opera sin tropiezos, el individuo que envejece no lo nota” (2011:352). Por otro lado, sostenía que lo desconcertante para el anciano, es la metamorfosis a que lo somete el tiempo universal.
La sociedad se orienta a desentenderse de los ancianos, en diferentes términos. Importa la juventud, la educación, el deporte, la belleza, la moda, todo lo que se relaciona con grupos etarios con futuro. El anciano, no aparece. Ni siquiera para participar con su experiencia, en forma institucional, de aquellos proyectos que incluso podría mejorar.
Simone De Beauvoir, alude acertadamente a los ancianos, como grupo maltratado por el capitalismo, en los términos de los abusos, los dramas, las soledades, los desamparos de aquellos que como los ancianos, son ignorados. Se refiere literalmente de esta forma: “La clase dominante, es la que impone a las personas de edad, su estatuto, pero el conjunto de la población activa, es su cómplice”. (La vejez. 2011:268). Agreguemos que en el mundo global, esto se agrava cuando los gobiernos responden al neoliberalismo, para quienes los ancianos son decididamente, un descarte. Por el contrario, los gobiernos populares ó de centro izquierda, son quienes históricamente han diseñado políticas específicas para la ancianidad, como el peronismo en los años 40´ ó el kirchnerismo, encabezados por Cristina Kirchner y Amado Boudou, en los años recientes.
DESEOS DEL CAPITAL: EL TRABAJO VIVO
Para el capitalismo neoliberal, los ancianos son descartables. Al capital, sólo le es útil la fuerza de trabajo creadora de riqueza, esto es, la mano de obra joven. Éstos, poseen la capacidad de soportar la no-reparación de la fuerza de trabajo en forma diaria, es decir, el obrero puede continuar con su tarea, a pesar de no contar con viviendas dignas, alimentos necesarios, condiciones del ambiente apropiados (agua potable, energía eléctrica), atención básica y primaria de la salud, ocio suficiente para reponer su espíritu, y otros. A pesar de ello, continúan produciendo para el capital. Se encuentra en acción, el trabajo vivo, el trabajo que produce riquezas para el patrón.
Los ancianos -pasivos por definición-, ya no producen. El capitalista entonces, no obtiene ganancias, su razón de ser. He ahí, la necesidad de su descarte. El trabajo pasado, de los ancianos, es trabajo objetivado. Se encuentra materializado en las obras físicas, en las obras del espíritu, en las obras de arte, en las obras biológicas. En la mayoría de los casos, los ahora ancianos, han producido valor de cambio, mercancías, las cuales han echado a rodar en la sociedad, produciendo ganancias legítimas, y plusvalía, para el capital. Ahora, los ancianos son descartables. Antes, fueron trabajadores activos, productores de riquezas, ahora son pasivos, descartables para el capital.
ANCIANOS Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
En razón de que se registran tales antecedentes, la situación de la ancianidad, como grupo etario, se plantea como el tránsito de la vida, y finalmente, la caída a un pozo vergonzante, tan sólo por haber nacido antes que las demás personas, en esa foto del período histórico.
Ello aparece como resultante de una cultura capitalista, en la cual posee validez, lo joven, el trabajo vivo, la creación permanente de posibilidades futuras, como la performance, por ejemplo, que es efímero, pero no importa porque vendrán otras, y otras. El anciano sólo tiene el pasado y todas las “performance” que realizó, de las cuales pueden dar cuenta, pero que en la mayoría de las ocasiones, no tienen quien escuche.
Los medios de comunicación, constituyen una clara muestra, de esta idea de que lo joven siempre es óptimo, justamente porque es joven, productivo. Y si algún periodista, locutor, presentador, alude a algún evento, recuerdo, o incluso una canción, del pasado, es acusado de: “caíste en el viejazo”. Mientras que los ancianos disfrutan a veces, riendo, de las ignorancias de los jóvenes, como cuando un periodista deportivo, ante el fallecimiento de un jugador de fútbol, se pregunta seriamente: “¿quién era Amadeo Carrizo, qué hizo de importante como arquero de River Plate?, ó preguntas similares. O un periodista político, dudando acerca de: "creo que Cámpora, fue Presidente en los años 70”. Es cierto que la doxa del periodismo, es previsible de tales desparpajos, pero los ancianos como las ciencias sociales, responderán duramente contra estas muestras impúdicas, de ignorancias militantes, y generadoras de obstáculos epistemológicos, como diría el filósofo y semiólogo francés Gastón Bachelard.
Por ello, resulta extraño, escuchar en los medios de comunicación, otro discurso que no sea la referencia "a los abuelos", la "abuelita", o "usted abuelo", cuando en rigor, numerosos ancianos, no tienen nietos, o no quieren tenerlos ó nunca los tendrán. Resulta ello, tan extraño como si a todas las mujeres, les dijéramos "madre". Bueno, muchos, lo expresan, en un apodo, que puede resultar metáfora de lo que la cultura burguesa deseó para sus mujeres: siempre madres, en sus hogares, criando hijos, no expresando sus pensamientos, y con la cena lista para el esposo que llega cansado de “trabajar tanto”.
Las referencias entonces, hacia los ancianos, son muy estereotipadas, a tal punto, que sorprendió días pasados, en la segunda semana de marzo, cómo la periodista de espectáculos y locutora Valeria Delgado (AM750, Que vuelvan las ideas, lunes a viernes, 16 a 18 hs), hiciera referencia a los ancianos, en medio de la cuarentena, en los siguientes términos: “Nuestros viejos (...), que necesitan otras contenciones, no sólo del Estado, y siempre terminan siendo descartables, es un sector de la sociedad, que amo, quiero, respeto. Son las personas que tienen sabiduría, y experiencia, y nos pueden aportar algo mejor. Y deseo una especial atención para ellos y también son un grupo de riesgo. Hay que estar atentos, para saber que les está pasando. Dejo un asterisco y una inquietud, que me atraviesa todo el tiempo." Discurso inusual, en el periodismo, tanto radial, gráfico o televisivo, a favor de un grupo etario olvidado, no sólo por la comunicación, sino por la cultura contemporánea. No es doxa, es episteme.
ELIMINANDO ANCIANOS
Se ha escuchado por estos días, que el coronavirus, fue creado para eliminar ancianos. Es una afirmación muy temeraria. Sin embargo, entre las razones que pudieran inducir a pensarlo, son destacables las propuestas de un organismo internacional. Así es, un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), del mes de julio de 2015, en el se señala, que se deben bajar pensiones por “el riesgo de que la gente viva más de lo esperado”. Por tal motivo, el organismo financiero internacional, plantea que se recorten las prestaciones, y que tan sólo las aseguradoras privadas, cubran el riesgo de longevidad. En una palabra, el FMI, rostro visible del establishment global, no admite la esperanza de vida alta, dado que resulta muy costoso para las finanzas. Se trata justamente, de la edad en la cual los seres humanos disfrutan de su vejez, de su pasado, de las creaciones de las fueron autores, de las enseñanzas de la vida, de la ayuda que le brindaron los Estados en el todo el mundo. Para el FMI, esos resultados de la bio-modernidad, son excesivos para las finanzas de los banqueros internacionales.
De este modo, el FMI ha diseñado algunas propuestas para reducir los riesgos, reducir los costos e incluso reducir la cantidad de ancianos. Dichas propuestas, se han vestido de políticas para los ancianos, cuando en rigor, son acciones de shock de orden fascista. Entre esos planteos, se mencionan los siguientes: aumentar la edad de las jubilaciones; recortar en gastos sociales; vincular la jubilación a la esperanza de vida (si la esperanza de vida del país, fuera 69 años, quien supere dicha edad, ya no cobrará jubilación); privatización de las jubilaciones (como las AFJP); uso de las hipotecas inversas, de tal modo, que el jubilado cobrará sin restricciones la pensión correspondiente, pero cuando fallezca, entrega la propiedad de su vivienda. La propia Directora del FMI, Christine Lagarde, había afirmado que “hay un problema muy serio, y es que la gente vive mucho. Hay que hacer algo, ya”.
Los ancianos, experimentan la embestida en distintos frentes. Finalmente, ha llegado el disruptivo virus covid-19. ¿Contará el mismo, con la autoría del mercado internacional, con vistas a abaratar los costos globales? Estaríamos asistiendo a una clara acción de la bio-política. Recordemos que M. Foucault, en su clase del 11 de enero de 1978 (como parte de los cursos del Colegio de Francia), recortó el fenómeno del poder, vinculado estrechamente a lo biológico, a la vida, de manera que expresó como bio-poder, al “conjunto de mecanismos por medio de los cuales aquello que, en la especie humana, constituye sus rasgos biológicos fundamentales podrá ser parte de una política, una estrategia política, una estrategia general de poder”. (M.F., Seguridad, territorio, población, 2009:15). Es decir, la importancia de tener en cuenta el hecho biológico, como elemento distintivo para una acción de poder.
De eso se trata, en este primer trimestre de 2020, el poder desentrañar si las acciones del FMI, del mercado de capitales internacional, de las grandes finanzas globales, de las políticas de defensa (y ataque) del presidente norteamericano, de los líderes de la Unión Europea, constituyen estrategias del bio-poder, de la bio-política, para producir efectos determinados, por macabros que estos parezcan en pleno siglo XXI.
Los datos dispersos, para dar cuenta que la pandemia desatada, no es casualidad, sino obra de una mano invisible, son variados y numerosos. Habrá que atar cabos, y determinar si los deseos de estos factores del poder global, se hacen realidad, no por medio de propuestas de política internacional, sino por otros medios.
 * Sociólogo.


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