Fallecimiento de Susana Torrado, docente e investigadora
La conocí en 1985,
cuando realicé una Pasantía en Buenos Aires, eligiendo el Centro de Estudios
Urbanos y Regionales (CEUR), en una época en que la academia pública se
encontraba en plena reorganización post-dictadura cívico-militar, y numerosos
académicos destacados, aún se alojaban en organizaciones no estatales, en donde
se desarrollaron muchas de las producciones científicas, especialmente en
ciencias sociales, en esa etapa. Durante un mes, en el lapso de lunes a
viernes, a un promedio de cinco o seis horas diarias, compartí su capacidad
docente, investigación y de gestión. Fueron horas de rigor y aprendizaje
profundo: lectura, escritura, trabajos prácticos que se realizaban y se rehacían,
y conclusiones teórico-prácticas, con genuina carnadura académica. Fue muy
alentadora aquella experiencia con Susana Torrado, experiencia que se
transformó al final del mes en una incipiente pero agradable amistad. Y por
supuesto, quedó mi admiración profunda, por alguien que parecía albergar en su
figura, todos aquellos instrumentos necesarios para desarrollarse tanto teórica
como en la práctica. No estaba en su lenguaje el desarrollo de los conceptos,
los tenía como superados, internalizados, de tal modo que mostraba por ejemplo,
cómo en la sociedad real, la economía, la explotación, la codicia, afectan profundamente
a los hechos demográficos: natalidad, mortalidad, migraciones, desarrollo
territorial, y la injusticia de las familias vulnerables, viviendo en
permanente riesgo de todo (enfermedades, muertes, explotación, segregación). Cómo
no admirar a aquella investigadora reconocida internacionalmente, que denotaba
un discurso riguroso, de trabajo, de gestión, pero con una sonrisa al final del
mismo, expresando la felicidad de la racionalidad puesta en acto, cuando se
lograba el objetivo.
Hacia el año 2002,
cursando el Certificado de Ciencia Política y Sociología, en FLACSO de la calle
Ayacucho, en Buenos Aires. Susana Torrado me reconoció, me llamó. Era a la
salida de clases, minutos multitudinarios. Me sorprendió que a pesar de los
diecisiete años transcurridos, recordara mi nombre. Intercambiamos saludos de
rigor, y ante su pregunta de ¿cómo está Formosa?, se habilitó una larga charla,
en el aula en donde ella finalizaba el dictado de su clase. Compartimos (un
lujo para mí), por un lado, las miradas del materialismo histórico que teoría
aparte, siempre presentes los datos empíricos; y por otro, la de un peronismo,
que en ese momento, de mi parte, sólo podía alimentar de la tradición misma,
después de las políticas vergonzantes del menemismo, en la década que recién
finalizaba. Al año siguiente llegarían Néstor y Cristina.
Pude recordarle a
Susana Torrado, todo el aprendizaje de 1985, y el cambio de mirada, mas
integral, holística, dado que con la variable demográfica, la realidad era
otra, mas sufriente es cierto, pero de mayor rigor sociológico. Los conceptos
de su planteo Estrategias Familiares de
Vida, quedaron como un mojón, para ver la sociología de otro modo. Susana
Torrado demostró eso mismo -aunque en forma luminosa-, en varias de sus obras, especialmente
en su Historia de la familia en la
Argentina moderna (1870-2000), que se publicaría al año siguiente, casi en
paralelo a la asunción del gobierno de Kirchner.
Además del valor
simbólico de la figura de Susana Torrado, nos queda su obra, que resulta tan
homogénea y coherente como rigurosa. El corpus socio-demográfico, es tan abarcativo
como revelador de la historia argentina, comenzando en el siglo XIX, y llegando
al siglo XXI contemporáneo. Para las ciencias sociales, la innovación de
conocer la trama profunda de la sociedad, como por ejemplo, los paradigmas
vigentes de la familia argentina, aunque para el lector no académico, no haya
trascendido tanto, como si lo hacen los textos de economía o historia. Su obra
es inmensa gracias a que quizás –afortunadamente-, haya lavado pocos platos, y
se haya dedicado a elaborar ciencia.
Muchas gracias Susana
Torrado, por dejarnos tanto conocimiento compartido. Y tanto ejemplo de rigor,
coherencia y amor por su trabajo académico. Me quedaré con aquella última
imagen de sonrisa amplia, protectora de sus alumnxs y pasantes.
Hasta pronto, Profesora!!
*Sociólogo. UBA.
Docente en UNaF.
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