Su
experiencia universitaria en los Estados Unidos es amplia y
diversa: profesor titular de literatura y cultura latinoamericana de la
Universidad de Maryland, College Park. Se doctoró en la Universidad de Virginia
en 1970. Allí dirigió, de 1980 hasta 2000, el Departamento de Español y
Portugués. En 1995 lanzó el proyecto “Una
cultura para la democracia en América Latina”. Luego, hasta 2008, trabajó
en el Centro de Estudios Latinoamericanos, y de 2000 a 2011 fue Vicerrector
para Asuntos Internacionales.
Su labor sin descanso tiene un dato esencial en
el silencio. No es un escritor de estridencias sino de camino hecho al andar.
Su revista literaria “Hispamérica” (nació en 1972), que se edita en los Estados
Unidos, es reconocida por la difusión y los trabajos medulosos en torno a la
creación de esta parte del mapa. También compiló y editó literatura para la
Biblioteca Ayacucho. Ahora, como sucede cuando un autor crea y da señas de su
paso, se sabe que está editada en Buenos Aires su novela “Decir Berlín, decir Buenos Aires” que publica una
editorial singular en el medio, Paradiso, en Buenos Aires, e invita al
cuidadoso lector a dar cuenta de qué se trata.
Por su parte, Martín Kohan escribió para dar cuenta de la
narración: “El monólogo del solo” que propone Saúl Sosnowski no es la voz de
esta novela, es la escena a la que asistimos al leerla. Y en esa escena con
variaciones, hay dos circunstancias que insisten: la de ponerse a mirar fotos,
la de quedarse mirándose al espejo. En las fotos, el pasado, y en el espejo, un
ahora; en un caso y en el otro, la inquietud de la identidad. La identidad,
tema propicio para cumplir en congresos y conferencias, cambia sensiblemente de
aspecto cuando se trata de la propia vida, cuando se trata de la propia
historia”.
Nueva novela, nuevo mapa
“Decir Berlín, decir
Buenos Aires”, que inicia en el campo de la novela a Sosnowski, se
concibe como un viaje introspectivo en torno a la identidad de su personaje
principal. Alejandro Subbass, reflexiona en su andar acerca del lenguaje, sus
usos, sus circunstancias y ante el espejo y las fotos desanda los rumbos que
pueden hacer del pasado un estadio presente. Esa voz encuentra un eco, un
desdoblamiento, en el que puede recuperar su pasado, su identidad pero que
termina Tamara Oren, y allí es donde el presente hace su irrupción acaso como
búsqueda, como permanencia.
En la meditación todo autor puede ejercer los
contrastes para hallar, a veces con premeditación (es natural) a veces como
irrupción, un mapa posible para ensayar su existencia. No en vano escribió años
antes: “Instalados frente a un texto literario, ¿qué dispositivos utilizamos
para entenderlo, gozarlo y asimilarlo al sistema que condiciona nuestra propia
formación crítica?, ¿qué mapa generamos de la literatura hispanoamericana? Y ya
que de cartografía se trata, ¿cuáles son los puntos que elegimos?” Fue en su
libro “Cartografía de las letras
hispanoamericanas: tejidos de la memoria”. “Instalados frente a un texto
literario, ¿qué dispositivos utilizamos para entenderlo, gozarlo y asimilarlo al
sistema que condiciona nuestra propia formación crítica?, ¿qué mapa generamos
de la literatura hispanoamericana? Y ya que de cartografía se trata, ¿cuáles
son los puntos que elegimos?”, escribió.
Cortázar fue uno de los campos de su interés y
sobre él consideró hace algunos años que “Pertenezco a una tradición en la que
un juego de palabras permite concluir, no siempre irónicamente, que después de
la muerte todos son santos. Este no es el caso de Cortázar; tampoco pienso en
canonizaciones (que son de otra cofradía), aunque sí rompió más de un canon en
las letras, así como en otras zonas que le competen al intelectual consciente
de su lugar y de su hora. Cortázar jugó y se jugó: con la seriedad que exigen
los juegos, lo hizo con la literatura recordándonos para siempre que una página
que nos deja inalterados es inútil o de corta duración; que jugar amando y amar
jugando le dan nombre a la felicidad y son modos de supervivencia; que sin
humor es imposible entrarle a la vida por la vía simpática (la única que los
años nos enseñan a valorar); que quedarse en los márgenes no justifica el estar
aquí y acabar dejando otra página en blanco”. Es posible que encontremos, al
leer con cuidado, un horizonte semejante en este trabajo a abordar.
Saúl
Sosnowski, nacido
en la ciudad de La Plata, es autor de “Julio
Cortázar: una búsqueda mítica”; “Borges
y la Cábala: senderos del Verbo”, cuya traducción al portugués y al alemán
la han hecho texto universitario en varios países; “La orilla inminente: escritores judíos-argentinos”; «Fascismo y nazismo en las letras argentinas»
(en colaboración con Leonardo Senkman) y “Cartografía
de las letras hispanoamericanas: tejidos de la memoria”, que obtuvo el
Premio “Ezequiel Martínez Estrada”. Ha escrito varias obras en las que abunda acerca
de la represión de la cultura en dictaduras del Cono Sur. En su carácter de
poeta ha publicado “Rugido que toda
palabra encubre”.
Recientemente, al hacer referencia a su novela, Sosnowski
señaló que “Mi pasión por los mapas no es
nada nuevo. Siendo chico, te estoy hablando de una época de pantalones cortos,
solía ir a las agencias de viaje para pedir mapas, también solía ir al puerto
para ver los barcos, y de hecho en algunos de mis trabajos hablo de mapas y del
crítico como cartógrafo. Así que podría decir que de alguna manera lo que hace
Alejandro Subbass, el protagonista, es tratar de ubicar y fijar su identidad en
algún lugar, que para mí es casi todo lugar”.
El escritor explicó a Carlos Daniel Aletto, de la agencia Telam,
que “Estamos viviendo una época que me
lleva a responder de una manera diferente a lo que hubiera dicho hace varios
meses. Estamos viviendo tiempos en que los encuentros solamente se dan
cuadriculados, en una pantalla de teléfono o de computadora. Esto altera toda
relación humana. Más allá de librarnos de la enfermedad y de la muerte, el
encierro -necesario, imprescindible- nos distancia de los demás, de la
posibilidad del encuentro, del abrazo, del beso. También de la posibilidad de
elegir un desencuentro, de decir «no, no es esto lo que quiero».
«Si queremos volver a encontrarnos físicamente, ahora tenemos que
buscarnos dentro de nosotros mismos para que más tarde no haya otro
desencuentro. ¿Literatura y vida? Sí, quizás”. Y eso forma parte del
universo del lector a la hora de abordar esta novela en la que puede percibir
entonces que “Retumban/ voces que jamás
oyó”, como adelantó el escritor en uno de sus poemas.
*Escritor,
periodista, historiador.
Comentarios
Publicar un comentario