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SAÚL SOSNOWSKI Y SU NUEVA NOVELA: “DECIR BERLÍN, DECIR BUENOS AIRES”, por ALEJANDRO C. TARRUELLA*

 Saúl Sosnowski es un escritor nacido en Buenos Aires cuya novela “Decir Berlín, decir Buenos Aires” acaba de ser publicada por la editorial “Paradiso”. Sosnowski partió al exilio durante los años del gobierno de facto del general Juan Carlos Onganía.

Su experiencia universitaria en los Estados Unidos es amplia y diversa: profesor titular de literatura y cultura latinoamericana de la Universidad de Maryland, College Park. Se doctoró en la Universidad de Virginia en 1970. Allí dirigió, de 1980 hasta 2000, el Departamento de Español y Portugués. En 1995 lanzó el proyecto “Una cultura para la democracia en América Latina”. Luego, hasta 2008, trabajó en el Centro de Estudios Latinoamericanos, y de 2000 a 2011 fue Vicerrector para Asuntos Internacionales.

Su labor sin descanso tiene un dato esencial en el silencio. No es un escritor de estridencias sino de camino hecho al andar. Su revista literaria “Hispamérica” (nació en 1972), que se edita en los Estados Unidos, es reconocida por la difusión y los trabajos medulosos en torno a la creación de esta parte del mapa. También compiló y editó literatura para la Biblioteca Ayacucho. Ahora, como sucede cuando un autor crea y da señas de su paso, se sabe que está editada en Buenos Aires su novela “Decir Berlín, decir Buenos Aires” que publica una editorial singular en el medio, Paradiso, en Buenos Aires, e invita al cuidadoso lector a dar cuenta de qué se trata.

Por su parte, Martín Kohan escribió para dar cuenta de la narración: “El monólogo del solo” que propone Saúl Sosnowski no es la voz de esta novela, es la escena a la que asistimos al leerla. Y en esa escena con variaciones, hay dos circunstancias que insisten: la de ponerse a mirar fotos, la de quedarse mirándose al espejo. En las fotos, el pasado, y en el espejo, un ahora; en un caso y en el otro, la inquietud de la identidad. La identidad, tema propicio para cumplir en congresos y conferencias, cambia sensiblemente de aspecto cuando se trata de la propia vida, cuando se trata de la propia historia”.

Nueva novela, nuevo mapa

Decir Berlín, decir Buenos Aires”, que inicia en el campo de la novela a Sosnowski, se concibe como un viaje introspectivo en torno a la identidad de su personaje principal. Alejandro Subbass, reflexiona en su andar acerca del lenguaje, sus usos, sus circunstancias y ante el espejo y las fotos desanda los rumbos que pueden hacer del pasado un estadio presente. Esa voz encuentra un eco, un desdoblamiento, en el que puede recuperar su pasado, su identidad pero que termina Tamara Oren, y allí es donde el presente hace su irrupción acaso como búsqueda, como permanencia.

En la meditación todo autor puede ejercer los contrastes para hallar, a veces con premeditación (es natural) a veces como irrupción, un mapa posible para ensayar su existencia. No en vano escribió años antes: “Instalados frente a un texto literario, ¿qué dispositivos utilizamos para entenderlo, gozarlo y asimilarlo al sistema que condiciona nuestra propia formación crítica?, ¿qué mapa generamos de la literatura hispanoamericana? Y ya que de cartografía se trata, ¿cuáles son los puntos que elegimos?” Fue en su libro “Cartografía de las letras hispanoamericanas: tejidos de la memoria”. “Instalados frente a un texto literario, ¿qué dispositivos utilizamos para entenderlo, gozarlo y asimilarlo al sistema que condiciona nuestra propia formación crítica?, ¿qué mapa generamos de la literatura hispanoamericana? Y ya que de cartografía se trata, ¿cuáles son los puntos que elegimos?”, escribió.

Cortázar fue uno de los campos de su interés y sobre él consideró hace algunos años que “Pertenezco a una tradición en la que un juego de palabras permite concluir, no siempre irónicamente, que después de la muerte todos son santos. Este no es el caso de Cortázar; tampoco pienso en canonizaciones (que son de otra cofradía), aunque sí rompió más de un canon en las letras, así como en otras zonas que le competen al intelectual consciente de su lugar y de su hora. Cortázar jugó y se jugó: con la seriedad que exigen los juegos, lo hizo con la literatura recordándonos para siempre que una página que nos deja inalterados es inútil o de corta duración; que jugar amando y amar jugando le dan nombre a la felicidad y son modos de supervivencia; que sin humor es imposible entrarle a la vida por la vía simpática (la única que los años nos enseñan a valorar); que quedarse en los márgenes no justifica el estar aquí y acabar dejando otra página en blanco”. Es posible que encontremos, al leer con cuidado, un horizonte semejante en este trabajo a abordar.

Saúl Sosnowski, nacido en la ciudad de La Plata, es autor de “Julio Cortázar: una búsqueda mítica”; “Borges y la Cábala: senderos del Verbo”, cuya traducción al portugués y al alemán la han hecho texto universitario en varios países; “La orilla inminente: escritores judíos-argentinos”; «Fascismo y nazismo en las letras argentinas» (en colaboración con Leonardo Senkman) y “Cartografía de las letras hispanoamericanas: tejidos de la memoria”, que obtuvo el Premio “Ezequiel Martínez Estrada”. Ha escrito varias obras en las que abunda acerca de la represión de la cultura en dictaduras del Cono Sur. En su carácter de poeta ha publicado “Rugido que toda palabra encubre.

Recientemente, al hacer referencia a su novela, Sosnowski señaló que “Mi pasión por los mapas no es nada nuevo. Siendo chico, te estoy hablando de una época de pantalones cortos, solía ir a las agencias de viaje para pedir mapas, también solía ir al puerto para ver los barcos, y de hecho en algunos de mis trabajos hablo de mapas y del crítico como cartógrafo. Así que podría decir que de alguna manera lo que hace Alejandro Subbass, el protagonista, es tratar de ubicar y fijar su identidad en algún lugar, que para mí es casi todo lugar.

 Tiempos cuadriculados

El escritor explicó a Carlos Daniel Aletto, de la agencia Telam, que “Estamos viviendo una época que me lleva a responder de una manera diferente a lo que hubiera dicho hace varios meses. Estamos viviendo tiempos en que los encuentros solamente se dan cuadriculados, en una pantalla de teléfono o de computadora. Esto altera toda relación humana. Más allá de librarnos de la enfermedad y de la muerte, el encierro -necesario, imprescindible- nos distancia de los demás, de la posibilidad del encuentro, del abrazo, del beso. También de la posibilidad de elegir un desencuentro, de decir «no, no es esto lo que quiero».

«Si queremos volver a encontrarnos físicamente, ahora tenemos que buscarnos dentro de nosotros mismos para que más tarde no haya otro desencuentro. ¿Literatura y vida? Sí, quizás”. Y eso forma parte del universo del lector a la hora de abordar esta novela en la que puede percibir entonces que “Retumban/ voces que jamás oyó”, como adelantó el escritor en uno de sus poemas.

*Escritor, periodista, historiador.

 

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