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DOLOR, AUSENCIA Y OBJETIVACIÓN EN VANINA J. ROJAS (ACERCA DEL LIBRO “ESPEJOS”), por JORGE D. CHACOMA*

 En Septiembre de 2019, la escritora y Profesora Vanina Judith Rojas, presentó su primer libro de poesía denominado Espejos (2019, edición de autor, Formosa). El público lector formoseño, conoce a Vanina J. Rojas –quien nació en Entre Ríos, pero reside en Formosa desde sus 18 años-, cuando comenzó a difundir parte de su obra poética en los años 90´, en el Suplemento Cultural del diario La Mañana, de la ciudad de Formosa. Hoy es Profesora en Letras, egresada de la Universidad Nacional de Formosa.

Por aquellos años, se trató de una aparición singular, de fuerte potencial en la cultura juvenil de Formosa, al igual que otros/as jóvenes talentos que hemos mencionado en otro escrito –como Luis Medina Lazar, Natalia Cuevas, Rodrigo Rojas, Flavia Latina, ó Sergio Mariani, entre otros-, que en dicha época, aparecieron con expresiones literarias de notable calidad, con discursos significativos, simbólicos, subjetivos, que en forma individual y colectiva, daban cuenta de los valores de una nueva generación de escritores de Formosa. Se conformó incluso un grupo de escritores jóvenes denominado Crisol de almas. En la actualidad, además de escribir, y publicar, estos jóvenes son graduados universitarios, profesores de letras, y otras disciplinas, y desarrollan carreras docentes y de producción literaria muy valiosa.

Tuvimos acceso al poemario Espejos, el primero de Vanina J. Rojas, y seguramente le continuarán otros, que continúen confirmando el talento literario de la autora, que además se pone de manifiesto en el marco de una situación social, cultural y sanitaria, muy disruptiva e inesperada. Ello permite quizás, la reflexión de mayor profundidad por parte del lector, y también la lectura apasionada y si se quiere, de tono lacerante para la conciencia y el espíritu de aquellos lectores y lectoras, que hallan en Espejos, una acumulación de sentimientos.

VANINA J. ROJAS Y LA CREACIÓN POÉTICA

 La creación poética en genral –claramente-, además de dibujar la verdad, coloca en escena a los propios objetos-sujetos, construyendo símbolos, metáforas, que envolverán al lector en una realidad que experimenta habitualmente, pero que no había advertido los colores, propiedades, representaciones, que el poeta exhibe. Vanina J. Rojas, construye espejos, que vierten en nuestras conciencias, la idea desgarradora de que una pérdida, nos deja expuestos, transformados en otra persona, no la que éramos hasta entonces.

La autora, sugiere la idea del contraste en la vida; una expresión de un orden pulsional: (“Primavera helada/que soporta el vacío/que no entiende de razones… [pp.33]); frente a otro de carácter opuesto: (“Te quiero…/con tu sonrisa espontánea/con cada pequeño gesto/con cada estrella has tejido/cada noche un nuevo cielo”. [pp. 37]). De este modo, la autora se lanza de lleno a la búsqueda de la luz, del carácter catóptrico (propiedades de la luz), especialmente en los espejos, que poseen reglas fundamentales en la luz. El poemario Espejos, podría resultar tan lacerante como hiriente, pero también tan esperanzador como sentimental. Leer versos como “Con la desolación a cuestas/veré transcurrir el tiempo…/instaurando una posible utopía/…”, nos interpela en los términos del significado sustancial del lenguaje en general, y del lenguaje poético en particular. Resulta probable que nuestra conciencia perciba de modos diferentes. En Formosa pudimos habernos construidos en una conciencia abstracta, apreciando las superficies del pensamiento, la doxa; ó también pudimos llegar a este 2020, como conciencia individual y/o social, relacionándonos con el pensamiento profundo, crítico, agudo, y para algunos, de orden científico, es decir, episteme. Entonces, desde diferentes percepciones, el lenguaje nos interpela porque además de la forma, del significante, se encuentra el contenido, el significado, que en el caso de Espejos, nos envía mensajes de intensa luminosidad, y también de atormentada utopía.

ESPEJO DEL ESPEJO

El poemario de Vanina Rojas, nos entrega, nos circunda, con la imagen tan conceptual como empírica de los espejos, una mirada que de ningún modo resulta sencilla (“Ser muchas veces una parte…”, pp. 7), y tampoco al ojo humano, porque dependerá del espejo presente. El semiólogo italiano Umberto Eco (2013, pp. 401 y ss.), lo ha señalado muy bien, refiriendo a los espejos que pueden ser planos, especular, convexo, cóncavo, los cuales nos ofrecerán imágenes directas, invertidas, de similar tamaño, virtuales, reducidas, y otras. Sin embargo, no son las únicas, dado que también existen los espejos parabólicos, elípticos, esféricos o cilíndricos, algunos de los cuales, nos ofrecerán a cambio del objeto-sujeto real, imágenes deformantes.

            Los espejos pueden ser tan diversos como contradictorios. Las imágenes que nos devuelven, nos sorprenderán, ó modificarán nuestra conciencia. Las nuevas imágenes creadas, van directo a impedir la indiferencia, dado que nos costará hacernos cargos de esas imágenes. Umberto Eco, nos alerta en el siguiente sentido:

“…en el espejo no se produce inversión, sino absoluta congruencia, como cuando yo aprieto el papel secante en una hoja. Que luego yo no consiga leer lo que ha quedado impreso en el papel secante, todo ello tiene que ver con mis hábitos de lectura, no con la especularidad.” (2013, pp. 404).

Vanina Rojas, nos arroja todo el ser-en-sí (esencia del Ser) -como diría el filósofo Friedrich W. Hegel y la filosofía alemana del siglo XIX-, porque los espejos nos mostrarán los significantes, dado que podemos ser nosotros mismos. La voz desgarradora, dolorosa, de la autora, nos interpela para corrernos de allí o para comprometernos a reconocer el mismo cuadro de una vida con ausencias: “mostrar la imagen nítida de la cotidianeidad (…) Tiempo inhabitable. Mundo de silencios. / Recuerdos, sensaciones, esencia y olvido del alma”. (pp. 7)

 POEMAS, IMAGINACIÓN, OBJETIVACIÓN

En relación al poema Espejos (pp. 7), es verdad que andar, desandar, encontrar y justificar, pueden poseer liviandades, pero de otro modo pueden ser tan profundos, que “ese rostro que agoniza, espera y reclama ser vivido”, es parte de una subjetividad sumamente vívida, sufriente, que requiere correr el velo de la vida con oprobios, para “sentir ser”. Sin embargo, cuando la muerte se encuentra presente en la última conversación en los ojos, en atardeceres con poemas y río, es probable que las derrotas y las conflictividades, no permitan correr el velo.

La vida, la muerte, pero sobre todo el amor, es parte de los espejos que mantenemos vivos, y en el cual nos miramos para hallarnos felices o desamparados por la tristeza solemne. El hallazgo poético, se encuentra en lo imaginario, verdadero, de la autora, pero especialmente en la propia objetivación (materialización, convierte la imaginación en obra de arte), que el poema realiza en tanto la conciencia, imaginación, pasión, de la autora existe previamente.

Jean-Paul Sartre (2005, pp. 175 y ss.) cuestiona este proceso. Plantea que el acto de imaginación, es un acto mágico, dado que “permite que aparezca el objeto en el cual se piensa”. Es decir, puede hacerlo de la forma que también se imagina, fantasea, ya sea alegre, triste, e infinitas imágenes más, lo cual hace que el autor imaginante, pueda entrar en su posesión. De este modo, afirma Sartre “los objetos obedecen a estas órdenes de la conciencia: aparecen”. (pp. 175). Pero, ¿de qué forma aparecen? En un principio los obtenía enteros, de forma íntegra –sostiene el filósofo-, pero luego, la percepción hizo que existieran diversos y múltiples puntos de vista. Los objetos imaginados tienen varios perfiles en forma simultánea. Vanina J. Rojas, imagina su objeto en la forma deseada/recordada: “Sólo quiero hallar ese camino/con la fiel serenidad que tú me inspiras” (pp. 10); ó también: “Te perpetuaste inmaterial, inalcanzable…/y estás en mí como el fantasma de mis sueños” (pp. 13). Se trata de varios perfiles, efectivamente.

Sartre concluye que el objeto imaginado, el que aparece en imagen de la obra artística, es un irreal. “No puedo tocarlo, cambiarlo de lugar; o más bien, puedo hacerlo, pero a condición de hacerlo de manera irreal, de renunciar a utilizar mis propias manos, utilizando manos fantasmas que den en esa cara golpes irreales; para actuar con estos objetos irreales me tengo que desdoblar yo mismo, me tengo que irrealizar.” (pp. 176). De este modo, artistas, autores, deben dar cuenta de esa irrealidad, la cual de ninguna manera, significa enmascarar la verdad. El contenido se asume con toda la dimensión racional y pasional, que la imaginación, y el propio imaginante, se propone.

En el poema Desolación (pp.8), nos encontramos con la desesperanza a escala permanente. Vanina J. Rojas, verá transcurrir el tiempo, olvidos y lágrimas mediante. Por supuesto, que se anhela el pasado. El tiempo puede curar pero también nos transporta hacia una realidad-irrealidad, que se desea porque es la felicidad. Como vocablo, desolación, es el más estricto sentido del cuerpo hecho sentimiento. “Mi país fue tu cuerpo y tu sangre/ mis besos…”, configuran el ser-en-sí (esencia del Ser), y el ser-para-sí (apariencia), de manera indisoluble. El cuerpo literario de desolación se integra al cuerpo humano que lo lleva a cuestas.

               La propia autora, se interroga en Misión del poeta (pp. 9), con dosis de utopía y de carácter 
filosófico, acerca de la misión que le cabe al poeta. Este utiliza su herramienta sustancial: la palabra, 
de la cual no elige la variante sumisa, obediente, como un informe administrativo, sino que la palabra 
poética, es salvaje, corre por los campos de la imaginación, se torna encantada por los sonidos, por la 
trascendencia, bate palabras y logra belleza y también sublimidad kantiana (lo sublime en Kant, sugiere 
angustia).
               Vanina J. Rojas, quisiera conocer el sentimiento de los lectores de poesías. El poeta que siempre 
cree, que tiene algo digno de escribir y de hacerlo público. Será una verdad, sin duda, aunque subjetiva, 
testimonial, bello, crítico, disruptivo, sonoro, e ingeniería con las palabras. El lector de poesía, tendrá 
ante sí, el resultado de un talento, que sentirá que la belleza que tiene ante sí, es una prolongación de la 
belleza natural, de la pasión, y nos entregará las palabras luminosas que la conciencia del poeta procesó 
para nosotros los lectores. 
               A diferencia de John Austín (2005), para quien la palabra posee rasgos performativos 
(palabras que poseen el poder de la acción), la palabra del poeta circula envuelta en luminosidad, pasión 
y sobre todo, verdad. La naturaleza suele ser bella, pero si es lanzada a la conciencia humana como por 
ejemplo mediante los versos del poeta entrerriano Juan L. Ortiz (En el aura del sauce, obra poética 
secuestrada por la dictadura en 1976), ese lenguaje circulará abriendo barreras y muros, merced y a su 
belleza y al carácter indómito que poseen.
               La poesía es una máscara para disimular la verdad, que siempre está presente en sus versos, en 
la intencionalidad, en el significante, y en el significado, que puede abarcar desde la belleza amorosa 
hasta la aguda crueldad. "Luz o cruel espada", según la autora. 
               Existe en ella, algo consolidado, pero con la fortaleza de saberse invencible en tanto el nombre 
de alguien que le proporcionó felicidad, aunque fuese disfrazada de agonía. En Búsqueda (pp. 10), 
sostiene la convicción de la fuerza propia, aunque quiera “hacer de tu nombre mi victoria”. Se trata de 
la posibilidad de sentirse en soledad pero serena, cubriendo los “llantos de despedida” bajo el manto de 
un “laberinto con salida”.
               En  (pp.11-12), recuerdos, días grises y llantos, exhuman las verdades del alma humana 
(“Es innato en mí, fantasear contigo”), de sus pasiones (“eres lo que más quise”), y de la 
mente / conciencia, que construye fantasías del pasado / presente, sobre futuros tan indelebles como 
imposibles. 
               El amor puede envolvernos como situaciones paradisíacas o como tristeza infinita. En El sabor
 de tu recuerdo (pp. 13), los propios recuerdos de aquellas pasiones que se alojaron en el alma 
(“Te perpetuaste inmaterial, inalcanzable…/y estas en mí como el fantasma de mis sueños”), obran 
como mediadores entre el paraíso y la depresión. Vanina Rojas, le pone carnadura de palabras, de 
lenguaje que reemplazan el silencio, de gritos desesperados que se transforman en poemas ("... Te 
quedaste en lo infinito /del amor de cada uno de mis versos"). 
            En Convicciones (pp. 16-17), la autora parece redimir las convicciones del ser humano 
-a quien denomina hombre-,  y las instala en la naturaleza (río, cristales, piedras bañadas por tempestades,
 bosques), imbricada con la ética, con sus horizontes-utopías, con el mundo absurdo, pero por sobre todo, 
con la presencia del sentimiento ("…el amor que lo es todo"). Resulta definitoria la convicción de que el 
arma del ser humano es su propio destino, mientras que su poder es la libertad de elegir. Ello incluiría 
-como afirma Marx (2004, pp. 12)-, que el ser humano es el único ser viviente de la tierra, que puede 
elegir como producir, como desarrollar su propia vida, como forjar su destino. 
               La ausencia se encuentra presente en Náufrago (pp. 20-21). En ese mar es posible sentir 
diversidades e imaginar opuestos: estar y no estar; observar el horizonte y no tenerlo, el vuelo lleva 
lejos pero la consigna es continuar esperando. Resulta sustancial que la expresión de "vivir así es morir 
un poco ",  da cuenta de aquel concepto tan vívido de la psicoanalista Silvia Bleichmar (2016), en que 
la soledad en sí misma siempre está llena de fantasías y de posibilidades, mientras que la soledad 
acompañada (tener siempre a alguien al lado), es resignada y desgastante.
               Inmigrante (pp.24-26), constituye un homenaje a los inmigrantes, en la figura del abuelo, padre, 
hacedor de realidades que dieron carnadura a los sueños de una vida.
               La memoria puede recrear a nuestras vidas. En Regreso (pp. 30), pueden hacerse presente los 
días y las cosas de la infancia, como la posibilidad imaginaria del regreso de alguien que se ausentó. La 
naturaleza, los caminos, los ríos, cualquier paisaje nutre aquellos símbolos de la eternidad de una persona. 
               Un otoño, de manera inevitable lo asociamos con lo gris, con la melancolía, la nostalgia, y la 
soledad, entre otros elementos de nuestro lado B. Como en Otoño gris (pp. 32), una persona puede 
deconstruir la soledad, la cual para Freud, es una fobia, dado que los niños y niñas le temen 
primariamente a la oscuridad y a la soledad ("Inhibición, síntoma y angustia",  1926,  citado en 
Bleichmar, 2016). Sin embargo, la conciencia del poeta no acude al psicoanálisis, el cual da cuenta de l
a angustia frente a la soledad, cuando ya se ha producido "el desprendimiento del objeto" deseado. En 
este poema, se hace presente la "nostalgia, llanto y soledad", porque quizás -como señaló Bleichmar 
(2016)-, refiriendo a Freud, la voz en la oscuridad puede generar luz, produciendo la sensación de 
acompañamiento. Vanina J. Rojas, construye la palabra escrita, siendo a su vez, la voz escrita que 
también producirá acompañamiento ó menor dolor ante la pérdida ("sólo puedo tocarte en inexplicables 
momentos"). 
               Ven (pp. 39), es poema con sonoridad musical. Aprésame, suéñame, cuéntame, mírame y 
ámame, son vocablos de su derrotero, de la ansiedad y la luminosidad con que se vierten las palabras. 
Éstas parecen arrojadas al lector/a, desde la propia pasión por los que es necesario vivir. "Ámame /que 
tu amor es la verdad de mi existencia", no sólo es expresión visceral sino que construye una simbólica 
reunión de vocablos para representar en "Espejos" conciencia y sentimiento, de su propio devenir. 
 
POETISA, SUS NECESIDADES CREATIVAS
               Escritores, poetas, tienen sus razones para escribir, las cuales pueden ser la de dar libertad a la 
catarsis, un hobby, la idea de trascender la vida rutinaria, y muchos motivos más. Sin embargo, el poeta, 
posee intrínsecamente la decisión y la necesidad de decir verdades, sus verdades, la de su pasión, la de su 
alma, la de su historia, la de su imaginario, pero siempre verdades. 
               El poeta no sólo tiene percepciones, las cuales van creciendo, van transformándose en su mente, 
sino que esencialmente posee experiencias, vivencias, alegrías y dolores. El poeta necesita expresar esas 
verdades. Utiliza por supuesto las palabras, pero también podríamos añadir, que con la misma fuerza, 
utiliza las imágenes, las metáforas, los símbolos. Y su valor de designar cosas, objetos, personas, se 
transforma, y se transforma él, Ya no es una persona emitiendo palabras, lenguaje. Es un poeta, o poetisa. 
Allí se encuentra Vanina J. Rojas, que aparece con la fuerza del significado y del significante: “Raíz de 
nuestra infancia se hicieron esas calles, / de lluvias transparentes, hojas de abril / flores mágicas de 
septiembre”. (pp. 30). Somos testigos-lectores de la creación, del dibujo que se realiza de las cosas, de 
la naturaleza, del pasado. No designa acepciones, nos obsequia la imagen, porque tenemos el espejo de 
su mente creadora.

También es necesario poner de manifiesto, los rasgos del rol del poeta/poetisa, dado que en el artista tiene lugar tanto la historia como la memoria. La historicidad es vital en la expresión poética (“En mis lágrimas navega tu recuerdo”, pp. 8); ó (“Todo tiene el sabor de tu recuerdo”, pp. 13). Mucho pasado en la palabra poética. J. P. Sartre sostiene que el pasado, el recuerdo, no es similar a imaginación: “Si recuerdo un acontecimiento de mi vida pasada, no lo imagino, lo recuerdo”. (2005, pp. 250).

AMOR / DOLOR    

            El lenguaje poético, además de colmarnos de verdades, nos revela en forma simbólica-metafórica, 
la crudeza y desnudez de las personas, de su ser, de su pasión, de su amor, y de los impulsos de la vida 
misma. (“Tu ausencia teje misterios que persigo, / voy tras tus sueños y tus nostalgias”, pp.23).
               Suele hablarse de tristeza tímida, como una disminución del interés por las cosas que siempre 
deseo. En Vanina J. Rojas, se trata de poesía exacerbada del ser. De un contenido lacerante, que como 
significante traslada una tristeza apasionada, profunda, una reacción humana a una pérdida, que anido 
hasta transformarse en bellas palabras que golpean: “Un mágico puente al fin / donde dos lágrimas 
bajan / y es el río del dolor / donde la luna naufraga” (pp. 35). 
 
AUSENCIA / PRESENCIA
        En Espejos, se encuentra presente la ausencia, eso está muy claro. Puestas en palabras de la 
poetisa, algunas de esas palabras exhiben los desgarros del alma, jirones, y recuerdos de una vida tan 
significativa como contrastante: la felicidad por un lado, y la melancolía severa, por otro. La poesía de 
Vanina J. Rojas, resulta muy fértil en este sentido. La vivacidad romántica y apasionada se esconde tras 
los velos de la tristeza y el desconsuelo. 
               En la poética de la autora de Espejos, la ausencia se encuentra tan presente, que podríamos 
discurrir acerca de si para su vida esencial, esto es tan importante, si lo es también para el devenir del 
ser-en-sí, su propio ser; o ello resulta el buen significante para la creación poética. Silvia Bleichmar, 
acudió a una versión metafórica acerca de la voracidad de las personas: 
Este capitalismo tiende a generar permanentemente el deseo de objetos a los cuales la mayoría 
no puede acceder y que terminan despertando la voracidad que en los sectores mas pauperizados 
regresiona a modos primarios relacionados con la ingesta oral. En los países del Primer Mundo 
el mayor índice de voracidad oral se da precisamente en los más carenciados”. (2016, pp.129)
               Nos encontramos de este modo, efectivamente con la presencia de lo ausente. En este caso de 
Bleichmar, con la ausencia de objetos incentivados por el mercado capitalista, y como consecuencia de 
ello, se acude a otras instancias de la conducta, seguramente acompañada por la angustia, la desazón, y 
la insatisfacción, entre otras. 
               El poeta en general, y Vanina J. Rojas en particular, responden con la palabra poética, con la 
voracidad de la imaginación, con las vivencias del ser-en-sí, y con las armoniosas expresiones del 
significante amoroso: poesía, deseo, imaginación. Todo ello conforma para el lector de Espejos, un 
conjunto de virtudes que le permite disfrutar sobre la tristeza -germen del poemario-, y aunque parezca 
contradictorio, lo lacerante y desgarrador, también puede hacer disfrutar, como puede ocurrir con la obra 
Guernica, del artista plástico español Pablo Picasso. De cualquier modo, si una escritura pudiera revelar 
sus colores, afirmaríamos que Espejos se trata de una paleta de colores, que van de un centro gris oscuro, 
rodeado por toda la gama de la teoría del color. Y eso no es poco.
 

Bibliografía

 AUSTIN, John. (2005). Hacer cosas con palabras. Buenos Aires. Paidós.

BLEICHMAR, Silvia. (2016). La construcción del sujeto ético. Parte I. Buenos Aires. Paídós.

ECO, Umberto. (2013). Kant y el ornitorrinco. Buenos Aires. Sudamericana.

MARX, Karl. (2004). La ideología alemana. Buenos Aires. Nuestra América.

ROJAS, Vanina Judith. (2019). Espejos. Formosa. Autor.

SARTRE, Jean-Paul. (1981). ¿Qué es la literatura? Situations, II. Buenos Aires. Losada.

--------------------------  (2005). Lo imaginario. Buenos Aires. Losada.

 

*Sociólogo.

 

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