La
escultora Dolores Candelaria Mora Vega de Hernández, conocida como Lola Mora,
nació en Tucumán el 17 de Noviembre de 1866, y falleció en Buenos Aires el 7 de
Junio de 1936, es decir, hace hoy 84 años. Era hija de un hacendado del norte
de Tucumán, quien se instaló en San Miguel, capital, cuando Lola tenía siete
años. Sus padres fallecieron, durante los 18 años de edad, de la futura
escultora.
Tres
años más tarde, fue alumna del pintor italiano Santiago Falcucci, que visitaba
Tucumán brindando cursos. Así, se inició en las artes plásticas. Sus retratos
de Gobernadores, la hicieron conocida. En 1895, viajó a Buenos Aires, en donde
obtuvo una beca para perfeccionarse en Roma, Italia. Uno de sus profesores,
Giulio Monteverde, especialista en trabajos en mármol, la decidió a dedicarse a
la escultura. Viajó algunas veces a Buenos a mostrar sus trabajos. Luego,
expuso por Europa, recibiendo premios y elogios.
Regresó
exitosa, en 1900 a Argentina. Realizó entonces una estatua de Juan Bautista
Alberdi, y para la Municipalidad de Buenos Aires, realizó su obra más conocida:
la Fuente de las Nereidas en Buenos Aires,
ubicada entonces en el Paseo de Julio.
Desde
Roma, transportó algunas de sus estatuas, lo que generó escándalo en Buenos
Aires, dado que la sociedad conservadora porteña de ese entonces, consideró que
las obras al mostrar cuerpos desnudos, trataban al arte como algo muy
libidinoso.
La
obra escultórica de Lola Mora, puede acercarse al Renacimiento italiano, el
cual entre algunas características, tuvo al abandono del arte sacro, y la
preferencia por la figura humana, desnuda, como destacado. El David, de Miguel Angel, es un ejemplo de
ello. No podría negarse por entero, que los nuevos descubrimientos científicos,
y las nuevas filosofías, ó teorías políticas, ponían de manifiesto un cambio
notorio y notable en la cosmovisión de la época. El ser humano, pasaba a ser el
centro de las preocupaciones de los artistas también, y se iniciaba un proceso
de secularización, que culminaría con mayor fuerza en el movimiento de la Ilustración, y la posterior Revolución
Francesa.
La
élite conservadora porteña, se ofendía con los desnudos escultóricos de Lola
Mora, cuando en realidad, sólo formaban parte de un movimiento mucho más
amplio, internacional, y de mayor historia. La tilinguería porteña, se
encontraba en momentos de su auge social, es la época del Centenario.
En
1913, se inauguró su monumento a Nicolás Avellaneda, en la ciudad de ese
apellido. Hoy, conurbano bonaerense. Los responsables de encargarle obras, no
le pagaban, lo que llevó a vender su estudio en Italia, y regresó
definitivamente a Argentina. Fue abandonando la escultura. Algunos
conservadores de la época, continuaron con sus diatribas en contra de Lola
Mora. En 1918, la Municipalidad de Buenos Aires, desmanteló su obra más
conocida, y la ubicó en un lugar más alejado del centro porteño, en la Avenida
costanera Sur, en donde se la puede apreciar actualmente.
En
1924, luego de algunos fracasos, dado que no le solicitaban obras, se dedicó en
Salta a exploraciones geológicas. La extracción de combustibles con base en
destilación de rocas fósiles, en sociedad con otras personas, no le resultó
exitoso, económicamente.
En 1932, retornó desde Tucumán a Buenos Aires. Se encontraba enferma, no podía caminar, divagaba. Sus sobrinas la cuidaban. En 1935, el Congreso aprobó una pensión de 200 pesos mensuales. En ese año, sufrió un ataque cerebral, que la dejó postrada hasta el año siguiente, en que el 7 de Junio, falleció.
CULTURA y REGIÓN, Formosa, 7 de Junio de 2020.
Comentarios
Publicar un comentario