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PAOLO ROCCA, DEL COMUNISMO AL NEOLIBERALISMO DE LOS MISERABLES, por ALEJANDRO C. TARRUELLA

Su hermano Agostino, que comandó la empresa hasta su extraña muerte el 28 de abril de 2001 en un accidente de aviación, fue preparado por su padre Roberto para sucederlo en el grupo Techint. Era coherente. Agostino llegó a la empresa a los 31 años (1977) y venía de servir en la consultora McKinsey de París, luego de ser director financiero de Poretti, en Milán. Era graduado en finanzas en la Universidad de Cornell, EE.UU.
Paolo, en cambio, venía de ser militante revolucionario del grupo Lotta Continua, comunistas extraparlamentarios cruzados con la violencia, en la Italia de los años setenta.
Dio un giro copernicano, tal vez en el ideario marxista de Groucho: “si no te gustan estos principios, tengo otros”.
PAOLO EN LA REVOLUCIÓN
Luigi Bobbio, Guido Viale, de Turín, Marco Boato, de Trento, y otros militantes estudiantiles fundaron Lotta Continua a fines de 1960 para instalar una política de comités obreros de base. Allí, en el norte milanés, Paolo es parte de la creación del “conflicto salvaje” para salvar a la clase obrera de su propia familia.
Desterrado de la dirección de las empresas, para lo cual el elegido era Agostino, su hermano mayor, se entregó a la lucha contra los poderosos a los que pertenecía. Trabajaban en la propaganda obrera yendo a las fábricas a alucinar la rebelión. Los estudiantes iban a la Fiat a confraternizar y a las puertas de Mirafiori ensayaban sus discursos. Corría la primavera de 1969.
El grupo actuaba en la cultura y llegaron a editar discos con las canciones propias que se conocían en forma anónima entre 1968 y 1974, cantadas por Pino Masi, en discos de Lotta Continua.
Paolo cantaba entonces en las calles:
Pero hoy he visto en la manifestación/tantas caras sonrientes/las compañeras de quince años/los obreros con los estudiantes/El poder a los obreros/no al sistema del patrón/siempre unidos/venceremos, viva la revolución
Tal vez, en estos días, en la soledad de rico insatisfecho, Paolo lo recuerde y, sin ser visto, ensaye y se le escuché en un susurro: “no al sistema del patrón”, y sienta un dolor en la tristeza de no ser quien fue. Es improbable.
En noviembre de 1969 se conocen los dos números cero de Lotta Continua, semanario del movimiento que era el órgano de obreros y estudiantes de toda Italia. Luigi Bobbio, hijo del filósofo, lo cuenta en su libro “Storia de Lotta Continua”, que publicó Feltrinelli en 1988. Planteaban en sus ofertas políticas: “No existe una teoría de la revolución proletaria definida de una vez para siempre”, como si lo hubiese escrito Paolo en cuya vida, por lo visto, no hubo una idea fija de “una vez para siempre”. Por eso hoy, anunciar que despide como dirigente empresario a más de 1.400 trabajadores, no es para siempre.
DE LA IZQUIERDA A LA GLORIA
Eran años en que la GLADIO, orga de la OTAN en la posguerra que amparaba a la PDue en la “estrategia de la tensión”, que organizaba un golpe de Estado para impedir que la izquierda, el comunismo, alcanzara el gobierno. Fue en 1969, cuando Paolo Rocca sufrió con sus compañeros, el atentado en el Banco de los agricultores de la Piazza Fontana en Milán, 16 muertos y 88 heridos, el 12 de diciembre cuando actuó la derecha fascista, protegida por el aparato de seguridad y los servicios de inteligencia.
Lotta Continua actuaba con solidez en el Centro-Norte italiano y en Turín estaba el sector que había surgido de la asamblea obrero-estudiantil, de la que era originario el hoy dueño de Techint. Su periódico alcanzó todo Italia en 1972 y al iniciarse 1975 Lotta Continua reunió a su primer congreso para ser partido.
En las elecciones administrativas de ese año el grupo se inclinó a votar por el Partido Comunista italiano, no a la izquierda extraparlamentaria. Fueron criticados por no ir junto a la lista de Democrazia Proletaria, en la idea de ser efectivos si acompañaban a los comunistas. Quizá entonces, Paolo, comenzó a observar que el oportunismo político podría ser una vía al poder. Ahí también, se inició el camino de la disolución una vez que el grupo fue a la siguiente elección, apoyando a DP en lugar del PCI y perdieron. Quedó el periódico danzando en la formulación de teoría y slogans hasta su desaparición.
Lotta Continua se prendió en la violencia y aprobó la aparición de las Brigadas Rojas y otros emprendimientos de la lucha armada de la izquierda
Adriano Sofri, líder del colectivo, fue acusado y condenado en los ochenta por haber ordenado la ejecución del comisario de policía Luigi Calabresi. Hubo otros hechos y Paolo en medio de la vorágine de los años juveniles. No en vano, la organización pertenecía en realidad a jóvenes que provenían de la burguesía democrática de Milán, que vivían dramáticamente el ’68 con Francia, Checoeslovaquía y Tatlelolco en movimiento. En los viajes iniciáticos de Kerouac, Henry Miller, Gregory Corso y Ginsberg en la poesía, y Joan Baez más Woodstook, no se iba a consumir el planeta. La histeria y la soberbia desgastaron a los jóvenes privilegiados como Rocca.
Paolo fue a Sicilia, a luchar contra el peso de la mafia respecto a la militancia de la izquierda. Allí colaboró con Vincenzo Gallo para hacer Lucha Continua en Gela, costa sur de la región. Vincino fue un extraordinario dibujante y diseñador que acabaría en Roma trabajando para infinidad de medios con su talento. Murió en agosto de 2018.
La vida cambió. Alguien le blanqueó el pasado a Paolo, en esas alturas del poder se consiguen esos servicios, y luego de ser Director Ejecutivo del Banco Mundial, llegó a Techint en 1985 y al morir su hermano, se quedó con el manejo del grupo.
Como Bullrich, montonera, o Leuco, jefe de prensa de “Todos por la Patria” que realizó el desastre de La Tablada en 1989, el dueño de Techint hizo su bautismo por izquierda y luego mutó sus principios. Antes de llegar a sus máximos objetivos, todos tuvieron un hecho traumático. La sonrisa no los asistía como en años juveniles. Los precios los conocen solamente ellos.


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