En Lisboa, Portugal, el pasado 16 de febrero de 2020, jugaban
un partido de fútbol, el equipo del Porto, visitante, enfrentando al local Vitoria
de Guimaraes. A los 71 minutos de juego, el jugador del Porto, Moussa Marega,
hizo un gol, que colocaba a su equipo, en ventaja por 2 a 1. En forma
inmediata, la tribuna del Guimaraes, comenzaron a proferir insultos hacia el
jugador -que es nacido en Francia, pero de raíces en la República de Malí (África
occidental)-, con contenidos abiertamente racistas (“mono”, etc.). Marega,
harto de una historia racista impregnada en su espíritu, y en su pueblo,
decidió abandonar el campo de juego. Sus compañeros del Porto, incluso el
entrenador, trataron de persuadirlo, para que se quedara en el campo de juego.
Pero tenía firmeza, se fue. El racismo europeo, que también es universal, hacía
de las suyas.
Posteriormente, Marega declaró en forma irónica: “Agradezco también a los árbitros que no me
hayan protegido y me hayan mostrado una tarjeta amarilla por defender mi color
de piel”. El técnico del Porto, Sergio Conceicao, dijo: “estamos indignados con lo courrido. Moussa
fue insultado desde el calentamiento. Somos una familia. La nacionalidad, el
color, la estatura no importa. Somos seres humanos y merecemos respeto. Lo que ocurrió
es despreciable”. El Presidente de Portugal, Marxlo Rebelo de Sousa,,
condenó con vehemencia “cualquier
manifestación de racismo. La Constitución de Portugal claramente condena el
racismo, al igual que otra forma de xenofobia y discriminación”.
Frantz Fanon, médico psiquiatra y escritor argelino, que
participó de la lucha anticolonialista, contra Francia, el país colonizador,
sostuvo en diversas obras (Escucha,
blanco!!; Los condenados de la tierra), que el negro siempre es
despreciado, en cualquier sitio en que exista un blanco.
Se trata de la irracionalidad en acción: “El prejuicio de color no es otra cosa que un
odio irracional de una raza hacia otra, el desprecio de los pueblos fuertes y
ricos hacia los que consideran inferiores, y también el amargo resentimientos
de los forzados a la sujeción y a los que muchas veces se hace objeto de
injuria”. (Fanon, en, “Escucha, blanco!!”).
El blanco racializa, contra el negro, contra judíos, contra
amarillos, contra sudacas. Es la consecuencia de la superioridad colonizadora
que el capitalismo consolidó. Marega, el jugador de fútbol, en este siglo XXI,
sufre las consecuencias de una historia universal y muy antigua. Aún así,
existen aún espíritus con capacidad de sobrevivir.